Revista Euphyía

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Convocatoria Euphyía Vol. 18 Núm. 34

Número especial: Ética ambiental y animal

Editores invitados: Víctor Hugo Salazar Ortiz (UAA) y Daniel Oviedo Sotelo (INAES)

Fecha límite en envío de propuestas: 31 de julio 2024

Publicación del número: diciembre 2024

Idiomas: castellano, inglés y portugués.

Envío de propuestas: por medio de la página web https://revistas.uaa.mx/index.php/euphyia o al correo vhsalaza@correo.uaa.mx

La pregunta planteada por Platón «¿cómo debemos vivir?», que constituye uno de los orígenes de la ética, cobra cada vez mayor vigencia y amplitud. Aunque originalmente estaba pensada en términos exclusivos para las relaciones humanas, hoy somos conscientes de que nuestra existencia no se desarrolla únicamente mediante vínculos entre personas, sino que a estos antecede un constructo biológico y ecológico, sin el cual lo humano ni el mundo existirían. Frente a este reconocimiento, surge hace unas pocas décadas la ética ambiental, rama de la filosofía que reflexiona sobre nuestros deberes y cómo deberíamos relacionarnos o comportarnos con el mundo natural y la multitud de seres que lo componen (bióticos y abióticos), proponiendo la modificación de nuestras conductas incorrectas e injustas. Su creación no fue obra de la casualidad, sino de la necesidad de enfrentar el hecho de que la especie humana es la principal responsable del colapso ambiental y severas afectaciones negativas contra el mundo natural, generalmente de manera desenfrenada, irracional e inmoral.

De acuerdo con lo expuesto, las últimas décadas del siglo XX y las primeras del actual han sido escenario de importantes cambios en la relación que los seres humanos tenemos con los animales no humanos y la Naturaleza en general, pues se ha cuestionado severamente el reducido alcance de la consideración de la ética tradicional, debido a que por siglos la conducta humana se juzgaba solo en tanto nuestros actos beneficiaban o afectaban a miembros de nuestra propia especie.

Durante mucho tiempo, se ha ignorado por completo los daños contra otras especies y el planeta. Así, por ejemplo, el desarrollo social, industrial y comercial han tenido consecuencias negativas para la Naturaleza y los seres que en ella habitan. Estos impactos ahora son parte central de prácticamente todos los discursos sociales, científicos, tecnológicos, económicos, políticos, sociológicos, pedagógicos y filosóficos. Hoy, de manera unánime se solicita, como principio básico, un cambio en las actitudes hacia y relaciones con el medio ambiente.

Esta nueva sensibilidad conlleva también reconocer una mayor responsabilidad en la producción, consumo y desechos que son generados, así como en la tasa de natalidad de nuestra especie, la cual exige cada vez mayor cantidad de espacio, sea para vivir o para producir recursos, razón (o excusa) por la cual se invade, transforma y arrebata a otras especies los territorios en los que han vivido durante tiempo indefinido y de los cuales dependen necesariamente para subsistir.

La presente crisis ambiental se nos presenta, de esta manera, como una exigencia para renovar nuestras teorías éticas tradicionales, ya que han mostrado claramente su insuficiencia para responder y para proponer soluciones a los principales problemas y crisis ambientales. Es precisamente de esta insuficiencia de donde surge la necesidad de extender e incluir en la esfera ética la totalidad de los seres con los que cohabitamos este planeta y que históricamente habían recibido una escasa o nula atención de nuestra parte. Esto, a pesar de que muchos de ellos, al igual que nosotros, son seres que sienten y sufren, de manera muy semejante a como nosotros mismos lo hacemos, o mejor dicho: los humanos experimentamos el dolor y el sufrimiento tal y como ellos lo han sentido, como resultado de un largo proceso de evolución biológico que los condujo a desarrollar estas capacidades que nosotros simplemente heredamos (como lo muestra Mosterín en su libro El reino de los animales, de 2013).

El reconocimiento de lo anterior parece ser una razón más que suficiente para integrar en nuestras consideraciones éticas a todos los seres vivos, pero también a sus ecosistemas en los cuales se desarrollan y de los que dependen para subsistir. Dicho sea de paso, aunque exista el riesgo de caer en una visión antropocéntrica, es verdad que nuestra especie requiere de ellos también, pues formamos parte de la relación simbiótica que nos une a todo a manera de rizoma y de la que no deberíamos de sentirnos ajenos, sino que integrados.

Algunos temas propuestos, sin que la convocatoria se limite a ellos son:

1. Pertinencia y actualidad de la ética ambiental.

2. Criterios científicos y filosóficos que clarifican, justifican y avalan la creación de una ética animal, e incluso de una jurisprudencia que defienda los derechos animales.

3. Análisis y evaluación del debate entre ecologistas y defensores de los derechos animales.

4. Evaluación del veganismo como opción práctica de la ética ambiental y animal.

5. Ética ambiental ante el cambio climático.

6. Posturas ético ambientales frente al uso de insecticidas, herbicidas y transgénicos.

7. Evaluación epistemológica del uso de animales en la investigación.

8. Conflictos ambientales, ecopacifismos y ecoviolencias.

9. Ética ambiental y educación ambiental.

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