Apuntes críticos respecto a la representación y dominio de lo Mismo en Gayatri Spivak y Silvia Rivera


Critical Notes Regarding the Representation and Mastery of the Same in Gayatri Spivak and Silvia Rivera




EDUARDO SOLANO VÁZQUEZ

Universidad de Guadalajara, México




Resumen

El propósito del texto es comprender a través del pensamiento de Gayatri Spivak y Silvia Rivera las maneras bajo las cuales la modernidad capitalista e imperial estructura y despliega su hegemonía, además de vislumbrar las resistencias y rupturas en torno a ella. Para la indagación del pensamiento de las autoras se ha recurrido a una lectura de carácter interpretativo, no se fuerza a ambos pensamientos, es decir, no se les hace decir algo que no sugieren. Asimismo, los pensamientos son retomados ahí en donde hacen hincapié respecto a la necesidad de ruptura hacia el proyecto cultural-civilizatorio de la modernidad, éste es una máquina de exclusión que debe ser criticada y destruida. Por otro lado, con la indagación del pensamiento de Spivak y Rivera se puede decir que la crítica en general y al proyecto moderno en particular siguen siendo vigentes para el pensamiento y la praxis, sin crítica se avalan las dominaciones y sin resistencia se permite que la hegemonía decida absolutamente.

Palabras clave: dominación; exclusión; silencio; resistencia; ruptura.




Abstract

The purpose of the text is to understand through the thought of Gayatri Spivak and Silvia Rivera the ways in which capitalist and imperial modernity structures and displays its hegemony, as well as glimpse the resistances and ruptures around it. For the investigation of the thoughts of the authors, an interpretative reading has been used, both thoughts are not forced, that is, they are not made to say something that they do not suggest. Likewise, the thoughts are taken up again where they emphasize the need to break with the cultural-civilizing project of modernity, this is an exclusion machine that must be criticized and destroyed. On the other hand, with the investigation of the thought of Spivak and Rivera, it can be said that criticism in general and of the modern project in particular continue to be valid for thought and praxis, without criticism dominations are endorsed and without resistance, the hegemony decides absolutely.

Keywords: domination; exclusion; silence; resistance; rupture.









Al fin y al cabo, la patria es sólo un puñado de imágenes queridas.
Silvia Rivera Cusicanqui.




Es importante comenzar justificando el título, puesto que de esa manera se desbrozará en líneas generales el contenido. Así pues, a través de la lectura de tres textos de la pensadora hindú Gayatri Spivak y otros cuatro de la pensadora aymara Silvia Rivera Cusicanqui, se consiguió detectar una problemática en común, esto es, la crítica a la modernidad. La crítica requiere duda y comprensión, así tanto Spivak como Rivera objetan y comprenden a la modernidad indicándole sus límites. Ahora bien, aquí se retoman sus críticas en cuanto apuntes que propician la reflexión de un asunto que todavía no se agota, puesto que la modernidad no ha sido liquidada, los pos le pertenecen.

La modernidad en tanto dominante excluye y silencia lo distinto a sí misma, su representación del mundo es esparcida geopolíticamente, dicho acto es encubierto so pretexto de la universalidad. Empero, las promesas de la modernidad capitalista e imperial sólo llegan a materializarse en los privilegiados, o sea, en aquellos que cuentan con las condiciones para ser libres e iguales en razón y poder, los demás se convierten en los de abajo, sus voces y deseos no tienen posibilidades de realizarse dentro de la modernidad capitalista e imperial, de ahí que busquen transformar el estado de cosas.

La crítica de la representación y dominio de lo Mismo, esto es, la modernidad capitalista e imperial es un momento del proceso de resistencia, ya que los movimientos sociales a través de sus demandas conforman el otro momento de la resistencia y búsqueda de ruptura respecto al proyecto moderno. En este sentido, lo idóneo es que no se escinda la teoría de la praxis, por lo tanto, el reto es prescindir de la mirada que observa al mundo de manera unidimensional y después lo reduce a expresiones deterministas: el si y el no, dificultando un pensamiento-acción en perspectiva y repleto de alternativas, éste trastoca la representación y el dominio de lo Mismo, por lo cual no es casual que la hegemonía impida la articulación entre teoría y praxis.

Pensar la situación

Gayatri Spivak y Silvia Rivera son pensadoras de la situación, esto es, ellas enuncian el mundo a partir de su experiencia. Así pues, para la autora de La crítica de la razón poscolonial, el tema del imperialismo es recurrente; respecto a la autora de Oprimidos pero no vencidos, la temática constante es la segregación étnica-cultural. Ahora bien, el imperialismo y la segregación étnica-cultural forman parte del proyecto moderno-capitalista, éste ha afectado la realidad histórica de la India y Bolivia.

Spivak acude a los textos para cuestionar el imperialismo, Rivera opta por inmiscuirse en los movimientos sociales de Bolivia, y así, ver las repercusiones de la segregación étnica-cultural. Lo importante de ambas formas de acceder y conocer la realidad histórica es que desmontan el universalismo de la lógica moderna-capitalista, ésta se niega a aceptar que el pensamiento comienza en las situaciones y el suyo no es la excepción. En este sentido, no es absurdo decir que el pensamiento moderno-capitalista, aunque se jacta de ser universal-abstracto, le es imposible prescindir de la situación, pero dado el poder económico-cultural acumulado se ha esparcido geopolíticamente en forma de ideología.

El pensamiento situacional crítica al universalismo en tanto ideología. Ahora bien, no sólo se trata de mostrar las falsedades de la lógica del pensamiento moderno, sino de ver sus repercusiones histórico-políticas, para evidenciarlas y zanjarlas. En este sentido, Silvia Rivera recordando el sueño de la élite en Bolivia respecto a la democracia liberal apunta: “El país de indios gobernado por señores debía desaparecer con la revolución. Los señores se convertirían en burgueses de mentalidad democrática y progresista y los indios en ciudadanos, integrados en el sólido cimiento del mercado interno y la castellanización” (Rivera, 2010a, p. 77). La democracia, la ciudadanía y el progreso se postulan como la única manera de estar sociopolíticamente en el mundo, impugnar esa concepción, no sólo por ser monolítica, sino por insuficiente en cuanto a que sólo satisface a los señores, tal cual lo señala Rivera Cusicanqui es desafiar al status quo, en ese sentido el discurso teórico incide en la praxis, por más que se insista en dividir a los saberes, para que el mundo sólo sea sabido y mencionado de manera unidimensional.

La hegemonía moderna-capitalista es indiscernible, si sólo es pensada a través de la coacción, es decir, mediante la destrucción rotunda de los otros, por lo tanto, para una crítica de la modernidad es indispensable considerar el factor de la producción de la subjetividad, en ella interviene la persuasión o el convencimiento de que, por ejemplo, sólo a través de la democracia y el desarrollo se puede ser en el mundo, de esa manera otras formas de relación política y económica son marginadas o consideradas inviables. Así pues, la hegemonía moderna-capitalista universaliza su manera de ser en la historia, esto es, si los demás quieren sobrevivir tienen que hacer suyos los hábitos de los amos y señores de la tierra, además de asimilar sus ideales:

Dan por descontado que el «europeo» es la norma de lo humano y nos ofrecen descripciones y/o prescripciones al respecto […] El proyecto del imperialismo, históricamente, ha refractado siempre ya lo que podría haber sido un otro inconmensurable y discontinuo, convirtiéndolo en un otro domesticado que consolida el sí-mismo imperialista (Spivak, 2010, p. 18-136)

Si Silvia Rivera no duda en desvelar el carácter segregacionista y racial del proyecto moderno a través de la consolidación del Estado liberal en Bolivia, Gayatri Spivak tampoco recurre al subterfugio y dice que: el imperialismo domestica al otro en aras de afirmar su sí mismo. Ahora bien, la segregación, el racismo y la domesticación son procedimientos distintos, pero pertenecientes a la lógica u orden discursivo de la modernidad capitalista. En este sentido, el sí mismo de la hegemonía considera a los otros en cuanto objetos e instrumentos que le sirven para afirmar su historia en tanto la única capaz de apropiarse y transformar el mundo.

La modernidad capitalista e imperial no es paradójica, sino cínica de ahí que puede albergar dentro de sí desde humanismos hasta éticas, aunque de hecho se apropie de los otros, les declare la guerra o los deje fuera de la historia. Por supuesto que los humanismos y las éticas le servirán para justificar sus acciones, por ejemplo, aducirá que es necesario civilizar, destruir a los enemigos de la libertad y no convivir con aquellos que se oponen o retardan el desarrollo. Para la modernidad capitalista e imperial los otros son el problema, nunca se va a cuestionar a sí misma, en el sentido de deshacerse de sus principios culturales-civilizatorios. Empero, las objeciones radicales son emitidas por los afectados en cuanto invadidos y excluidos, ellos no quieren continuar bajo la egida del proyecto y narrativa de lo Mismo, sino superar esa situación para dar paso a otras formas de convivencia. Por otro lado, lo incongruente es que una civilización con conciencia histórica, o sea, la moderna capitalista se niegue al devenir y la transformación, puesto que lo que anhela es continuar siendo dentro de lo Mismo.

Spivak y Rivera verbalizan la situación que les ha tocado experimentar en cuanto víctimas de la dominación, pero sería forzar el asunto si se les considera portavoz de sus respectivos contextos histórico-culturales, más allá de que Rivera construye una contra historia a partir de escuchar a los de abajo y Spivak crítica la apropiación epistémica que se hace respecto a lo que ella denomina los subalternos; lo que sí se puede comentar es que ambas pensadoras consideran importante el devenir sujeto de los excluidos, y así, refuten y transformen las condiciones históricas y políticas: “¡Estos! ¡Qué sucede, qué insolencia! ¿Por qué levantan la voz, si hasta ayer tenían que estar en el tercer patio de la casa, y esperar que el patrón les de permiso para que hablen?” (Lehm y Rivera, 1988, p. 192). El devenir sujeto de los excluidos no es por decreto, es necesaria su intervención, cuando ellos se resisten y reclaman ante las injusticias muestran que el pensamiento y la acción no son un atributo exclusivo de los que mandan.

La relevancia de Spivak y Rivera reside en que piensan y denuncian la situación histórica-política ocasionada por la modernidad capitalista, imperial y segregacionista de lo distinto a sí misma, no hay un atisbo de liderazgo en sus reflexiones. Es decir, no se consideran salvaguardas de los excluidos, lo cual permite que la teoría no se anquilose y mantenga su talante crítico. La disputa que Spivak y Rivera mantienen con la dominación parte de las ideas, sin que dejen de aspirar a mejores condiciones materiales tanto para sí como para los demás con los cuales comparten alguna forma de exclusión.

El silenciamiento de los otros

FIRSTAPAR Los otros en cuanto excluidos, ya sea por el mercado, el género o la raza son silenciados, no es que carezcan de la capacidad de hablar y reunirse en torno a asuntos políticos, más bien, se les niega la oportunidad de proponer ideas y acciones para un mundo en común, de ahí que en el mejor de los casos se habla por ellos. En este sentido, no es casual que la historia política contemporánea se encuentre atravesada por la inclusión en tanto paradigma. Sin embargo, habría que escuchar a los excluidos y ver si quieren que el medio sea el fin, en otras palabras, si desean continuar con las instituciones de la modernidad capitalista e imperial, las cuales son necesarias, pero no suficientes en pos de ir derruyendo la explotación y segregación de los aún marginados: “No hay una ciudadanía completa para los de abajo. Estos estados gerenciadores del libre mercado global están en la condición de sin-estado dentro de sus propios estados, si tomamos el estado como una estructura abstracta” (Butler y Spivak, 2009, p. 106). La ciudadanía en abstracto en los hechos beneficia a las élites, mismas que a partir de sus características idiosincráticas y necesidades sociopolíticas postulan el arquetipo de ciudadano.

Silenciar a los otros no quiere decir que estén callados y asuman su situación de manera inevitable. Empero, desde el discurso y la praxis hegemónica se deprecia el habla y la acción distinta no en sí mismas, sino porque abren la posibilidad de impugnar la dominación a través del cuestionamiento teórico y la intervención política. La minusvaloración y desprecio de las expresiones y aspiraciones de los marginados se justifica racionalmente, es decir, se les declara incapaces de pensar y se les cataloga como transgresores de la ley, de ahí que es relevante mostrar y vislumbrar otras posibilidades en cuanto a conocer e interpretar la realidad del mundo en su dimensión natural e histórica. Así pues, la crítica de la razón moderna en cuanto técnica y universalista, no significa abandonar la razón, sino superar uno de sus momentos en tanto que, en vez de iluminar la tierra, lo que ha ocasionado por exagerado y apocalíptico que se escuche es su destrucción y también la de sus habitantes, en la medida que los ha convertido en objetos de conocimiento e instrumentos para incrementar la riqueza y desplegar el poder.

Los de abajo hablan y se juntan para tratar de virar sus condiciones políticas y económicas, pero como el habla y las necesidades que quieren satisfacer son distintas a las de la hegemonía, ésta no sólo las niega, sino que las desacredita. Así pues, pareciera que sólo tienen derecho a hablar y exigir los que se ciñen a la ley y el orden. Asimismo, la consigna es clara y concisa: hay que silenciar al otro, no se puede permitir que se escuche otra propuesta cultural-civilizatoria. No obstante, otro mundo es posible, las reivindicaciones sociopolíticas indican eso mediante sus peticiones y propuestas:

La demanda de participación autónoma en la estructura política nacional se convirtió en un eje central del nuevo discurso gremial, a través del cual se sintetizará una diversidad de demandas campesinas a la sociedad, incluyendo el problema de la segmentación colonial del mercado interior y el entramado de intereses que se asienta en los múltiples eslabones del intercambio desigual (Rivera, 2010a, p. 53-54)

Demandarle a la sociedad que excluye parece un acto gratuito, en el sentido de que es una ilusión esperar a que conceda, cuando los hechos indican lo siguiente: dado que no permite el beneficio de la pluralidad sociopolítica, ella sigue mandando. Sin embargo, la demanda en tanto acto no es de suyo ingenua, puesto que expone el incumplimiento de las promesas de integración y desarrollo para todos, en ese sentido abre la posibilidad de transformación respecto al actual estado de cosas. Así pues, la demanda funge en tanto signo de resistencia y crítica frente a la hegemonía de la modernidad capitalista e imperial.

¿No se estará incurriendo en un optimismo excesivo al considerar que la demanda es signo de resistencia y crítica? La desilusión propicia la inacción, con ello la hegemonía opera sin vicisitudes. Por otro lado, la demanda es una prueba de que por más agravios padecidos por los de abajo, éstos no dejan de confiar en su capacidad de organización y transformación sociopolítica. Ahora bien, tampoco es idóneo estar en la demanda perpetua, y no porque se considere oportuno dejar de cuestionar, sino porque es necesario que no se postergue la vida digna so pretexto de la meritocracia.

Los silenciados por la modernidad capitalista e imperial hablan y actúan, también se apropian de la palabra y las reglas de acción de la hegemonía, con el objetivo de que la dignidad se suscite en la historia, porque no basta la retórica de los humanismos y las éticas, es necesario poder decir y hacer constar que se puede disentir y vivir bien de distintas maneras, sin que ello implique la exclusión. Parece que querer prescindir de la exclusión pertenece a la imposibilidad de concretar los sueños, sobre todo si se considera la historia de las sociedades en donde no han dejado de ser excluidos y negados aquellos que no pertenecen a la representación dominante del mundo: las mujeres, los niños, los iletrados:

Lo marginal en sentido estricto son las víctimas de la bien conocida historia de centralización: el surgimiento del hombre propietario, cristiano, blanco y heterosexual, como sujeto ético […] Si, en la contienda de la producción colonial, el subalterno no tiene historia y no puede hablar, la subalterna está aún más sumida en las sombras (Spivak, 2010, p. 178-271)

Los otros hablan y hacen, sólo que su manera de ser no tiene cabida en la modernidad capitalista e imperial, dado que rompen con la representación y dominio de lo Mismo: la racionalidad universalista y técnica, el capital, el desarrollo. La diferencia está prohibida cuando se rehúsa a ser integrada a lo que Spivak denomina historia de centralización. Así pues, los otros son tolerados siempre y cuando no hablen y tampoco se resistan, ante esta situación surgen un par de preguntas ¿Se puede ser sujeto cuando es bajo el criterio de la hegemonía que se decide el presente y el porvenir? ¿acaso el proyecto de la hegemonía es convertir al otro en lo otro, es decir, en objeto e instrumento para que de esa manera deje de lidiar con la resistencia y la crítica? Que los excluidos sigan hablando y actuando, pues de ese modo impedirán el cumplimiento cabal del proyecto moderno, capitalista e imperial. De ninguna manera se apela al sacrificio de los excluidos para que advengan mejores condiciones históricas y políticas, ya que que no se trata de banalizar la resistencia y crítica mediante la esencialización, por el contrario, se trata de aprender de las acciones y palabras en resistencia, y así, coadyuvar a transformar el estado de cosas.

Enunciación de la realidad histórica

La naturaleza es y será independientemente de si hay alguien que la nombre. Ahora bien, la realidad histórica requiere ser suscitada y también nombrada, el lenguaje y la acción distingue a hombres y mujeres de los demás seres vivos. El mundo es uno, pero experimentado y nombrado de distintas maneras. Sin embargo, la racionalidad universalista y técnica se ha impuesto, no hay razón que valga si no se apega a los parámetros culturales-civilizatorios de la modernidad. En este sentido, no es que los otros en tanto excluidos sean incapaces de hablar y actuar, sólo que la forma en la que lo hacen contraviene a la razón dominante:

Una minoría letrada detentaba la propiedad, el poder y la autoridad, mientras la gran mayoría de la población estaba obligada tan sólo a trabajar y a obedecer […] Hay en el colonialismo una función muy peculiar para las palabras: las palabras no designan, sino encubren, y esto es particularmente evidente en la fase republicana, cuando se tuvieron que adoptar ideologías igualitarias y al mismo tiempo escamotear los derechos ciudadanos a una mayoría de la población (Rivera, 2015, p. 75-175)

Silvia Rivera sabe que la palabra escuchada es la de los señores, éstos han silenciado a los otros, mismos que para ser tienen que ceñirse a la axiomática de la dominación. En este sentido, si los otros no asumen la narrativa de la igualdad y sus procedimientos seguirán siendo marginados, con ello la élite ya tiene motivos para justificar la marginación: los otros son reacios a la civilización, quieren continuar con su vida tribal, son ellos los que se niegan a incorporarse a la sociedad. Ahora bien, ¿es la igualdad moderna la única manera en la que puede convivir la pluralidad de hombres y mujeres? Rivera ha estudiado los movimientos sociales en Bolivia, lo cual le permite mostrar que desde el comunitarismo libertario se puede desenvolver históricamente una sociedad, no se tiene que olvidar la noción del desenvolvimiento histórico, ella impedirá pensar en términos esencialistas. El esencialismo es lo que tiene que ser superado, no hay una única manera de experimentar y mentar la realidad histórica, por más que la modernidad capitalista e imperial indique que sólo mediante su modelo político-económico la libertad es dable.

La modernidad capitalista e imperial esencializa la historia, dando a entender que después de ella lo que sigue es la nada, al presentarse como el Sujeto de la historia va a impedir que desde otras voces y acciones se muestren alternativas de desenvolvimiento histórico. Así pues, no es fortuito que se culturalice a los otros, ya que de esa manera se encubre el cariz político de los movimientos alternativos, los cuales establecen sus demandas a partir de la raza, el género, la etnia, la clase. Por otro lado, Gayatri Spivak insiste en no deseconomizar la crítica y resistencia, porque no hay culminación del capitalismo, sino únicamente un pos:

Por muy reduccionista que un análisis económico pueda parecer, los intelectuales franceses olvidan por su cuenta y riesgo que esta empresa totalmente sobredeterminada se llevaba a cabo en pro de una situación económica dinámica que requería que los intereses, los motivos (los deseos), y el poder (de conocimiento) fueran implacablemente dislocados (Spivak, 2009, p. 65)

La hegemonía de la modernidad capitalista e imperial actualmente desea prescindir de lo político y económico, no quiere permitir el retorno de las palabras y acciones que pugnan por la repartición equitativa del poder y la riqueza o más radical aún que indican lo siguiente: bajo la modernidad capitalista e imperial la libertad e igualdad sólo son abstracciones. En este sentido, se hace entendible el objetivo de esparcir el paradigma de la inclusión culturalista, en él se admira a los otros en cuanto portadores de tradiciones y folclor, pero se les silencia sociopolíticamente con el objetivo de que sus reclamos no trastoquen el orden del mundo.

Gayatri Spivak y Silvia Rivera impugnan la representación culturalista del mundo, porque les consta que las empresas se continúan expandiendo y explotando territorios y fuerza de trabajo; además, el Estado-nación sigue controlando a los otros y operando en favor de los dueños del capital simbólico y material. En este sentido, la crítica del discurso en tanto que contiene y promueve la representación y dominio de lo Mismo, se torna en un factor fundamental para develar las argucias de la hegemonía, ésta sigue buscando bajo todos los medios silenciar y tutelar a los otros: incluirlos no significa escucharlos.

La perspectiva histórica permite la cautela, esto es, si bien el porvenir provoca entusiasmo, tampoco se olvida que, en cada una de las sociedades hasta ahora conocidas los acuerdos no han garantizado de suyo la ausencia de agravios e injusticias. Lo anterior se trae a colación porque la hegemonía se mofa de las alternativas, considera que en su totalidad son nostálgicas e improcedentes. Ahora bien, las alternativas al orden vigente quieren un mundo justo, pero la petición de justicia no implica la nostalgia, por el contrario, desea con ahínco que se viva bien aquí y ahora:

En Bolivia, lo que se conoce como ciudadanía ha sido un paquete cultural eminentemente civilizador y occidental, que implica el abandono de todo rastro de identidad diferenciada- el traje, el idioma, el gesto, los rituales- en aras de una sociedad uniformemente criolla, mestiza, cristiana, consumidora, propietaria, individuada y carente de toda forma de solidaridad comunal, gremial o de grupo (Rivera, 2010b, p. 196)

El que se abdique de la ciudadanía liberal porque representa y satisface a las élites, no quiere decir que se renuncie a lo político y la intervención en el presente, más bien, se denuncia que hay una jerarquización del ciudadano y lo que no se asemeja al ideal y representación no goza de los beneficios que implica cumplir con los requisitos que marca la ley para obtener la ciudadanía. Si para ser ciudadano se debe renunciar a las particularidades ¿por qué la élite se niega a convivir bajo otros acuerdos y expectativas civilizatorias? Las costumbres y los hábitos entorpecen la perspectiva, de ahí que cuando se propone otra forma de convivir de manera súbita y sin sopesar se dice que es imposible. Por otro lado, el desafío de los movimientos sociales alternativos reside en provocar y convocar a través de sus actos a los excluidos, no sólo para que se sumen a sus demandas, sino para que vean la importancia de la resistencia en aras de criticar y superar el estado de cosas que funciona en pro de la hegemonía. Ahora bien, no se trata de acumular discípulos, sino de expandir la resistencia para desarmar la hegemonía.

Resistencia y ruptura en torno a la enunciación de la realidad histórica

La libertad e igualdad en cuanto elementos de la representación y dominio de lo Mismo sólo han sido útiles para la élite. Por otro lado, las calles que análogamente son el espacio público de los de abajo son testigos de las formas en que ellos se reúnen para resistir y demandar justicia: unos piden no ser explotados, otros no ser segregados por su adscripción étnica-cultural, ambas peticiones se articulan en un grito y objetivo común, el fin de la violencia, misma que se considera legitima por parte del Estado, éste por anacrónico que parezca representa y sigue funcionando en favor de la élite:

Con la globalización, somos testigos de esta decadencia del estado-nación. Pero su fuerza genealógica sigue siendo poderosa. En general, el declive es resultado de la reestructuración económica y política del estado en beneficio del capital global […] Lo que queremos es dejar las estructuras del estado libres de cualquier prejuicio nacionalista (Butler y Spivak, 2009, p. 95, 96-112)

La racionalidad universalista y técnica no duda en dejar de ser clara y distinta, para vociferar a diestra y siniestra que los otros se apegan a un comunismo que va en contra de la propiedad privada o a un nacionalismo que impide la apertura hacia la globalización. No obstante, omite que el capitalismo empobrece y endeuda a millones de hombres y mujeres, lo cual impide la materialización de la dignidad en tanto bienestar. Asimismo, el nacionalismo de la modernidad capitalista e imperial segrega a los que no son propietarios y tampoco se adhieren a las prácticas de la blanquitud. En este sentido, hay cinismo en el reclamo hacia los otros, puesto que no se cuestiona a sí misma.

¿Por qué cuestionarse y transformarse si hasta ahora ha salido avante incluso de las crisis económicas y políticas? La transformación del estado de cosas es posible por los excluidos o los de abajo, por supuesto que la posibilidad no es garantía de realización, pero no se puede renunciar a intentarlo. Asimismo, se reitera que la inclusión impide las rupturas y transformaciones, por lo cual es preciso que ella sea el medio y no el fin, en otras palabras, no es perjudicial la incorporación y apropiación en sí de las instituciones y el lenguaje de la hegemonía, pero se debe tener la pericia para minarlas en cuanto maquinarias de la exclusión.

Los de abajo no son el Sujeto de la Historia, ya que sus resistencias y demandas se ciñen a lo concreto y abjuran de las promesas del desarrollo técnico-económico y la idealización de la libertad e igualdad. Las resistencias y demandas de los excluidos parten de su necesidad de afirmarse en el presente, por eso no reparan en objetar lo que les impide realizarse, destruyen la representación y el dominio de lo Mismo mediante el reclamo del incumplimiento de las promesas de la modernidad y también al renunciar a ellas y proponer otras formas de convivencia. No es importante ser el Sujeto de la Historia, la nostalgia es para los que detentan la hegemonía, basta con satisfacer las necesidades y materializar los deseos, sin que por ello se tenga que vivir permanentemente en los márgenes:

El testimonio de don Lisandro Rodas nos ilustra otra dimensión de lo que hemos llamado ética del trabajo: ésta es a la vez fuente de universalidad y criterio de análisis de la organización social. Confrontado, en el destierro y en el exilio, con los más diversos tipos de organización social y cultural, don Lisandro, a través de una actividad laboral despojada de los elementos fetichistas y competitivos propios del mercantilismo, es capaz de estrechar lazos de hermandad con campesinos aymaras de Llica (Lehm y Rivera, 1988, p. 277)

Para la lógica universalista y técnica son irreales los vínculos de solidaridad entre los de abajo, puesto que para ella la realidad histórica y social está dinamitada por la competencia, en esa situación sobrevive no sólo el más fuerte, sino el más hábil y astuto, por lo tanto, lo que trastoca su comprensión del mundo va a ser declarado como imposible y anómalo, en el sentido de que va en contra de las leyes de la naturaleza y hasta de los designios de Dios. La racionalidad moderna en tanto que sostiene una hegemonía no está exenta de mitos y distorsiones, por eso cuando se ve en riesgo de ser la que signifique la realidad, no le importa mostrar su faceta irracional y desplegar la violencia a través del Estado, éste no deja de normar a la sociedad ¿quién respetaría la propiedad privada si no se inculcara la axiomática de la dominación? El Estado minimiza el reclamo de los de abajo, pero cuando ve que el reclamo congrega a un número importante de excluidos, no duda en desaparecerlos, ya sea a través del silenciamiento, la disgregación y en casos extremos la muerte.

La resistencia y ruptura se dan a través de una disputa, en la medida que hay disputa los que intervienen en ella van a defenderse, atacar y contratacar; ante dicha situación pareciera que los de abajo requieren ser pacientes, aunque la representación y el dominio de lo Mismo juega con eso a su favor y hace que los de abajo se desesperen, peleen entre sí y se desilusionen:

Hoy en día, confrontado por la feroz benevolencia estandarizadora de buena parte del radicalismo humanístico-científico (reconocimiento por asimilación) de Estados Unidos y de Europa Occidental, y por la exclusión incluso de los márgenes de la articulación centro-periferia (el «subalterno verdadero y diferencial»), el análogo de la conciencia-de-clase más que de la conciencia-de-raza en esta área parece disciplinar y prácticamente prohibido tanto por la Derecha como por la Izquierda (Spivak, 2009, p. 90)

No se pueden desestimar las resistencias y demandas étnico-culturales, por supuesto que persiste el riesgo de que tomen un cariz culturalista, aunque no se debe olvidar que la modernidad capitalista e imperial procede de acuerdo a los contextos, en ese sentido los excluidos que genera no sólo son los desfavorecidos por el capital, sino también por el color de piel y los modos de vida. De ahí que no importa un Sujeto de la Historia, él no coadyuva a la ruptura y crítica de la dominación. Así pues, qué más da que la clase sólo sea un factor que junto a la etnia y el género conformen la base de las demandas, lo relevante es que contribuya a transformar el estado de cosas. No se le puede dar primacía a la clase, el género o la etnia en las demandas, porque se estaría incurriendo en una práctica que replica la dominación de lo Mismo, cuando de lo que se trata es de superarlo, y así, ir virando hacia una sociedad que sea efectivamente plural. En la pluralidad sociopolítica no se requiere un orden central que dictamine el bien y el mal, lo importante es que permita el bienestar de los de abajo.

Conclusión

Los pensamientos a propósito de la situación y lo concreto no sólo son eficaces por la verdad que contienen, sino por la crítica que hacen al estado de cosas. La verdad y la crítica se amalgaman, para comprender la objetualidad e historicidad del mundo. Aquí se ha optado por extraer del pensamiento de Gayatri Spivak y Silvia Rivera únicamente apuntes que contienen dudas y cuestionamientos. En este sentido, es probable que se pierda en términos expositivos, aunque también es viable una reflexión fructífera. Es decir, al conjugar ambos pensamientos y mostrar sus formas de comprender y criticar se obtiene una reflexión crítica diversificada en cuanto a la representación y dominio de lo Mismo.

La modernidad capitalista e imperial es una máquina de exclusión que funciona en distintos ámbitos: la explotación económica, la segregación étnica-cultural, el racismo, el patriarcado. Por otro lado, es preciso apuntar que la inclusión no es la única alternativa a la exclusión, además en muchas ocasiones en vez de contribuir a erradicar la exclusión, sólo la encubre. Así pues, si hay algo que se le puede comunicar a los de abajo es que no se dejen dividir y desarticular por el paradigma de la inclusión. Sin embargo, debe quedar claro lo siguiente: comunicar no implica tutelar a los silenciados, puesto que es primordial evitar la reproducción de la lógica moderna, la cual a través de sus disciplinas y saberes sigue mandando sobre los otros.

El pensamiento crítico, ya sea que recurra a comprender sistemáticamente u opte por construir reflexiones a partir de los apuntes tiene que colaborar con los de abajo en aras de destruir la representación y dominio de lo Mismo. Al no haber un Sujeto de la Historia es indispensable la colaboración, ya que nadie por sí mismo conseguirá transformar la historia, en ese sentido ni el pensamiento y tampoco la acción per se lograrán la destrucción de la modernidad capitalista e imperial, por lo cual tienen que aprender mutuamente. Al tratarse de un asunto referido al aprendizaje, no sólo habrá asimilaciones y receptividad, sino también discrepancias. En este sentido, el diálogo no se vislumbra como un estar de acuerdo en todo, sino en cuanto estrategia que contribuya en la transformación de la realidad histórica.


Referencias

Butler, J. y Spivak, G. (2009). ¿Quién le canta al Estado-nación? Lenguaje, política, pertenencia. Paidós.

Lehm, Z. y Rivera, S. (1988). Los artesanos libertarios y la ética del trabajo. Gramma.

Rivera, S. (2010a). Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado Aymara y Qhechwa 1900-1980 (4a ed.). UNRSD.

Rivera, S. (2010b). Violencias (re) encubiertas en Bolivia. Editorial Piedra rota.

Rivera, S. (2015). Sociología de la imagen. Miradas ch’ixi desde la historia andina. Tinta Limón.

Spivak, G. (2009). ¿Pueden hablar los subalternos?. MACBA.

Spivak, G. (2010). Crítica de la razón poscolonial. Hacia una historia del presente evanescente. AKAL.




Acerca del autor

Eduardo Solano Vázquez (pumalibro@hotmail.com) es doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Sus líneas de investigación en el Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad de Guadalajara se apegan a la filosofía e historia de las ideas. Ha trabajado el tema de la interculturalidad, el sujeto y la educación; actualmente se encuentra estudiando la modernidad y el capitalismo a través de distintos pensadores y pensadoras preponderantemente de la región. (ORCID 0000-0002-3038-0142).




Recibido: 08/06/2023

Aceptado: 07/03/2024









Cómo citar este artículo

Solano Vázquez, E. (2024). Apuntes críticos respecto a la representación y dominio de lo Mismo en Gayatri Spivak y Silvia Rivera. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 28(51). https://doi.org/10.33064/51crscsh4483











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