Formas de trabajo más allá de la formalidad laboral. Un análisis comparado de dos regiones especializadas de la industria textil y del vestido en México e Brasil


Forms of Work Beyond the Labor Formality. A Comparative Analysis of Two Specialized Regions of the Textile and Clothing Industry in Mexico and Brazil




OCTAVIO MARTÍN MAZA DÍAZ CORTÉS1

OMAR PASILLAS LÓPEZ2

ROBERTO VERAS DE OLIVEIRA3

1Universidad Autónoma de Aguascalientes, México

2Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo, México

3Universidade Federal da Paraíba, Brasil




Resumen

El objetivo del artículo es comprender las semejanzas y diferencias que productiva y socialmente configuran a las regiones del Polo del Agreste Pernambucano, Brasil y la Zona Metropolitana de Moroleón y Uriangato, Guanajuato, México. Con atención en las formas de trabajo y adaptación a los procesos capitalistas. Mediante etnografías, investigación documental y reflexiones cruzadas, se comprendieron comparativamente las formas productivas y comerciales, condiciones laborales, división del trabajo familiar, las diversas reconfiguraciones enmarcadas en la informalidad laboral. En la investigación se concluye que son cuatro los componentes rectores que permiten analíticamente el entrecruce de casos: el inicio casual de la producción (como una actividad colateral), las ventajas de los aprendizajes tácitos, la colaboración de la familia en la producción y la historia de la conformación de los lugares que determina en el mercado.

Palabras clave: Industria textil y del vestido; informalidad; análisis comparativo; Brasil; México




Abstract

The objective of the article is to understand the similarities and differences that productively and socially configure the regions of the Polo del Agreste Pernambucano, Brazil, and the Metropolitan Zone of Moroleón and Uriangato, Guanajuato, Mexico. With attention to the forms of work and adaptation to capitalist processes. Through ethnographies, documentary research and crossed reflections, the productive and commercial forms, working conditions, division of family labor, the various reconfigurations framed in labor informality were comparatively understood. The research concludes that there are four guiding components that analytically allow the intersection of cases: the casual start of production (as a collateral activity), the advantages of tacit learning, the collaboration of the family in production and the history of the conformation of the places it determines in the market.

Keywords: Textile and clothing industry; informality; comparative analysis; Brazil; Mexico.









Las nuevas configuraciones del capitalismo interfieren en la conformación de las reglas y relaciones productivo-laborales que se materializan en formas determinadas del trabajo, pero también, factores como la historicidad, las tradiciones y el trabajo familiar son fundamentales para comprender el desarrollo de otras dinámicas que incluso van más allá de la formalidad laboral. En el artículo, analizamos el desarrollo económico, los mecanismos productivos y las formas del trabajo que operan en dos regiones altamente especializadas en la industria textil y del vestido: El Polo del Agreste Pernambucano, Brasil y la Zona Metropolitana de Moroleón y Uriangato, Guanajuato, México.

En acercamientos empíricos a los espacios productivos, se ha observado que los procesos de trabajo y las relaciones laborales se desenvuelven en mayor medida en el ámbito informal y con bajos niveles de desempleo. Sin embargo, estas condiciones no agotan las características de los modelos productivos tradicionales (Boyer y Freyssenet 2003; De la Garza y Neffa, 2010), es decir, requerimos conocer de manera específica la manera en la que se organiza la producción y sobre las formas en las que los sujetos actúan. En este marco, nos preguntamos sobre los mecanismos sociales y laborales que contribuyen a que en estas regiones productivas se mantenga un alto nivel de productividad y tengan la capacidad de competir en los mercados globales, y en ubicar las prácticas y formas específicas de apropiación y recuperación del espacio social (Sassen, 2007). Así como en la emergencia de explicar las formas de capitalismo construidos desde abajo (Alba, Ribeiro y Mathews, 2015), con la prevalencia de vínculos sociales que les permite sobrevivir ante las incertidumbres y crisis del mercado.

En este trabajo se analizaron datos de diversas fuentes: entrevistas abiertas y semiestructuradas, análisis documentales y de archivo histórico, observaciones, datos estadísticos y posteriormente se discutieron los hallazgos en seminarios con académicos especialistas en el tema, lo que nos condujo a las reflexiones aquí presentadas. Se trata de un trabajo con un enfoque analítico a partir de la realización de un total de 30 entrevistas en diferentes momentos en la investigación en los lugares, en la que colaboraron tesistas de doctorado, maestría y profesores investigadores de Brasil y México, lo anterior en el periodo de 2017 a 2019. Estos encuentros nos permitieron comprender las lógicas sociales y laborales que dieron origen a estas regiones productivas y acerca de los mecanismos que permiten que estas regiones se mantengan con “éxito” en los mercados. Por su parte, el análisis comparativo nos permitió reflexionar sobre la capacidad de agencia de los actores para construir y reproducir determinadas formas productivas y del trabajo, mismas que les garantiza continuidades económicas y laborales.

La configuración de las regiones

Estos espacios productivos mantienen características culturales, sociales, políticas, económicas y laborales distintas, y se desarrollan en marcos institucionales particulares. A pesar de eso, mantienen semejanzas en la dimensión del trabajo familiar y en los mecanismos informales en los cuales se desenvuelven. En este orden de ideas, el objetivo central del artículo es comprender las semejanzas y diferencias que productiva y socialmente configuran a estas regiones, con especial atención en las formas de trabajo, sobrevivencias y en la adaptación a los procesos capitalistas y globalización. El artículo se enmarca en tres dimensiones analíticas: el espacio geográfico, para comprender la existencia de una diferenciación histórica en la conformación de estas regiones, en las cuales están fuertemente imbricadas las relaciones laborales y familiares; lo estructural, que incluye las formas de regulación laboral y la presencia del Estado (divergentes en los lugares) y finalmente, los sujetos, para analizar su capacidad de acción y respuestas sociales en estos espacios de la producción.

El contexto sociocultural, la historia y la incorporación a mercados de alcance local, regional o internacional de estas zonas, nos ha permitido entender las formas distintas de organización y generación de respuestas sociales ante los nuevos mercados. En la Tabla 1 se observan los aspectos geográficos y productivos de las regiones analizadas:



Tabla 1. . Regiones productivas


Lugar

Ubicación geográfica y población

Unidades productivas

Zona metropolitana de Moroleón y Uriangato (México)

Entre los dos municipios suman 108,610 habitantes. La zona metropolitana se ubica al sur del estado de Guanajuato y en la denominada III región suroeste del país; "el Bajío".

Según datos del último censo (INEGI, DENUE, 2010) cuenta con 4,015 unidades económicas (insumos y productos textiles y vestido). De estas, 1629 son industrias manufactureras y 2386 son comercios.

Agreste de Pernambuco (Brasil)

La Mesorregión del Agreste de Pernambuco está formada por 71 municipios y se puede dividir en tres Microrregiones: el Agreste del Sur, Central y Norte y cuenta con 2,2 millones de habitantes, según datos del último censo (IBGE, 2010). Al centro y norte del Agreste se encuentra lo que ahora se llama el Polo de confección de Agreste Pernambucano, el cual cubre decenas de municipios, con especial concentración en diez de ellos (Polo 10), donde se incluyen principalmente Caruaru, Santa Cruz Capibaribe y Toritama. El Polo 10 reunía 650 mil habitantes en 2010 (IBGE).

Según datos de Relatorio SEBRAE (2013), el Polo del Agreste cuenta con 14,517 unidades productivas, de las cuales 4,530 en Caruaru, 7,169 en Santa Cruz do Capibaribe (7,169) y 2,818 en Toritama. Según datos del IBGE (2010), el Polo 10 reunía en 2010 84 mil personas con actividades asociadas a la producción/comercialización de ropa y accesorios.



El origen y la conformación de las regiones productivas mantienen procesos históricos distintos que permiten comprender las dinámicas sociales y trayectorias laborales propias de cada lugar (cuadros 1 y 2). Algunas diferencias se explican debido a la intervención del Estado y a las formas particulares de autorregulación y gestión en torno a la actividad productiva de la confección de ropa. También aparecen ciertas convergencias que se relacionan con las formas de organización, producción y relación laboral, ésta última basada en los pequeños negocios y talleres familiares. Se trata de la constitución de espacios aún no ocupados por el desarrollo capitalista, como suele ser a partir del momento en que ganó magnitud el trabajo por cuenta propia en el rastro de la industrialización en países de América Latina (Cacciamali, 1982).

En cuanto a la dimensión estructural, nos centramos en tres dimensiones para explicar los mecanismos por los cuales estas regiones mantienen formas que pudiéramos llamar como exitosas frente a las grandes empresas y regulaciones de los Estados: a) las condiciones laborales incorporadas y los actores en escena, b) los procesos de producción y comercialización implementados y c) la división del trabajo familiar. En el desarrollo de los argumentos mostramos a los sujetos quienes son los protagonistas de los casos presentados, hablamos de éstos como constructores de márgenes de acción que consideramos como exitosos frente a los mercados formales.



Cuadro 1. El Polo de confecciones del Agreste de Pernambuco, Brasil


De acuerdo con Lira (2006) y Véras (2011, 2016), la región de Agreste del estado Brasileiro de Pernambuco tiene su origen por las “ferias da Sulanca” en la ciudad de Santa Cruz de Capibaribe, Caruaru y Toritama, todas conocidas actualmente como el Polo de Confecciones del Agreste. El inicio de la actividad comercial del vestido en la región se da a medianos del siglo XX debido a la crisis que se presentó en la producción agrícola, especialmente con el algodón (debido a las fuertes sequias), pero también por la iniciativa de algunos campesinos y comerciantes quienes se trasladaban a la ciudad de Recife para vender diversos productos como el carbón, quesos y huevo. Después de comerciar sus productos, dedicaban un tiempo para conseguir pedazos de tela (retazos) que posteriormente usaban para confeccionar diversas prendas para uso familiar. Esta actividad pronto se convirtió en una estrategia económica al ser implementada por numerosas personas en la región, principalmente para el uso familiar, y que en algunos casos sirvió para la venta de ropas y para la obtención de ganancias. El tipo de ropa que se producía era generalmente de bajo costo y se vendía a los segmentos pobres del lugar. En las últimas décadas, la producción de ropa ha presentado cambios en la calidad y en el tipo de prenda, así como en las áreas de cobertura, debido a la incorporación de un discurso empresarial y de diversas instituciones que han consolidado el Polo. Las empresas son directamente dirigidas por familias, donde a las mujeres quedan en general las actividades de administración de la producción y a los varones, las actividades de gestión comercial y financiera. Los cambios estructurales que ha sufrido el Polo, con inversiones más recientes en infraestructura industrial, comercial y en carreteras, se entienden en relación a las acciones que tienen los empresarios en lo concerniente a la política brasileña de formalización. No obstante, es evidente que se mantienen los contratos informales para los trabajadores y los procesos de producción siguen siendo informales, precarios y familiares.



Cuadro 2. La Zona Metropolitana de Moroleón y Uriangato, Guanajuato. México


De acuerdo con información recuperada de Monografía (2012) y Martínez y Gordillo (2010), la historia productiva de los municipios de Moroleón y Uriangato señala que han transitado por diversas actividades económicas a lo largo del último siglo. La porcicultura, avicultura y la producción de aguardiente (chinguirito), constituyeron la principal fuente de ingreso y de trabajo desde inicios del siglo XX. La fabricación del rebozo fue la que más influyó en la economía de la región, lo que facilitó la incorporación de numerosas familias en su producción y en la elaboración de otras prendas de vestir, tales como: ropa para dama y niño, suéteres, vestidos, pants, playeras, shorts, blusas, pantalones, etc. Posteriormente, la inserción de maquinarias fue lo que permitió la fabricación de prendas de mezclilla, colchas y de otras prendas de punto. En este contexto, numerosos familiares dejaron –total o parcial- el trabajo en el campo para incorporarse en la industria textil y del vestido. La participación por parte de Estados Unidos en la segunda guerra mundial permitió un auge económico para la región, debido al aumento en la producción y distribución de prendas de vestir para aquel país. Esta oportunidad permitió que numerosas familias iniciaran su propio negocio, principalmente instalando pequeños talleres dentro de sus casas. También, las remesas por parte de inmigrantes sirvieron como soporte económico para la inversión y puesta en marcha de numerosas empresas familiares. La aparición de las nuevas modas y tecnologías en los 90’s, así como de las políticas de apertura del mercado, produjeron algunos cambios que facilitaron la incorporación de empresas transnacionales en el sector, lo que se tradujo en el cierre de algunas empresas locales. No obstante, en este contexto, Moroleón y Uriangato siguen siendo una región productiva importante para el empleo y en la generación de moda al posicionarla como una de las industrias más importantes del país. La mayoría de los talleres son familiares y se mantienen por la amplia participación de la mujer en el sector, así como por la estrecha relación entre trabajadores y patrones, manteniendo determinadas relaciones informales. Aun cuando la política industrial tiende a la formalización, la región se ha mantenido al margen del desarrollo económico y de la innovación a partir de otros mecanismos de regulación laboral que se sujetan a acuerdos y relaciones laborales informales.



Discusión teórica

En los primeros acercamientos realizados en los lugares se constató que son espacios productivos alejados de los márgenes formales del empleo, es decir; se desenvuelven y sobreviven bajo mecanismos del trabajo informal. Por su parte, en el contexto académico la cuestión de la informalidad ha sido tratada por diferentes autores, los cuales, a su vez, mantienen enfoques diversos. Cabe mencionar que no es posible posicionarnos desde una perspectiva teórica particular, ya que estas regiones de la producción de ropa si bien tienen similitudes referidas a los conceptos, también presentan complejidades que las identifican como modelos únicos dentro del marco de los mercados del trabajo especializado. No obstante, se presentan los principales debates que orientaron y permitieron construir las reflexiones del artículo.

Los debates que hemos estudiado como equipo de investigación mantienen diferentes matices en la forma de comprender la actividad informal de la confección, incluso hasta en las formas de medirla. Salas (2006) se centra en el problema de definición de los atributos que se deben considerar para que una actividad se señale como informal, en este aspecto si hemos observado que las actividades de la industria de la confección mantienen una estructura organizacional que para numerosos estudiosos de la formalidad es desordenada y caótica, porque no se sujetan a las reglas o regulaciones laborales y salariales legales. Se trata de sujetos que tienen actitudes empresariales muy particulares que incluso como menciona De Soto (1987) tienen un espíritu que impulsa la aparición, crecimiento y desarrollo del sector informal.

Los espacios productivos que estudiamos y analizamos son lugares con un éxito social y económico muy específico en relación a sociedades con un mayor nivel de industrialización, pues estos sectores microempresariales pueden tener un lugar privilegiado en futuras estrategias de desarrollo (Ramos, 1991). Un componente importante que detectamos en los lugares son los márgenes salariales, incluso aun cuando se trate de ingresos económicos o pago a destajo, suelen ser más altos a comparación de los empleados que se encuentran dentro del grupo de los asalariados formales (Denham y Tilly, 2013). Los testimonios de los entrevistados no muestran quejas en cuando a los pagos que reciben, incluso mencionan que es un atributo estar en la informalidad.

Uno de los problemas que conlleva el uso del término de informalidad es la forma de demarcación (Negrete, 2012), es decir, sobre lo que se debe medir y asumir como informal: ¿contabilizar a las personas o los puestos de trabajo?, es por ello que en nuestras reflexiones partimos por el rescate de elementos etnográficos, ya que nos permitieron desde el lugar comprender los significados y valores del trabajo, es decir más allá de establecer fronteras de si son informales o no, o si deberían formalizarse o no. En este último aspecto, hemos desarrollado una serie de reflexiones alrededor de las problemáticas de reclutamiento que experimentan los empresarios para establecer talleres bajo las lógicas formales, ya que las y los trabajadores no responden ante estas ofertas de trabajo, aun cuando la promesa es de estabilidad laboral, con seguridad social, salario fijo, entre otros aspectos que denotan las condiciones objetivas de esta industria, no obstante, este punto merece mayor atención para desarrollarse en otro artículo.

Finalmente, desde una perspectiva estructural que nos permitió sentar algunas bases para el análisis, tomamos las hipótesis de la United Nations Human Settlements Programme (2003) sobre la economía informal:

1. La falta de crecimiento, que deriva en un sector formal sin capacidad para dar cabida a los trabajadores.

2. El crecimiento del desempleo, que se explica por los procesos que implican globalización, desregulación las cuales reducen el sector formal y lo informalizan.

3. El crecimiento desde abajo, supone que lo que en realidad crece en la economía son las empresas pequeñas.

4. Periodo de ajuste, supone que en los períodos de ajuste tiende a presentarse una tendencia al crecimiento del sector informal.

5. El costo institucional, que supone que si los emprendimientos producen poco dinero les es imposible pagar las cargas fiscales y legales que les impone la formalidad.

Nos parece que los enfoques de la informalidad mencionados conllevan a interpretaciones que desdibujan las realidades que se experimentan en estos espacios de la producción, ya que se trata de una organización del trabajo que sitúa a las y los trabajadores con determinados márgenes de acción que les permite hacer frente ante las circunstancias de los mercados del trabajo, y como lo hemos observado, por medio del uso de diversas estrategias de cambio o supervivencia (Bourdieu, 2011). En los siguientes apartados reflexionamos sobre las dimensiones del trabajo, la familia, los sujetos del trabajo, para finalmente establecer puntos comparativos que permitan problematizar el entrecruce de casos.

Las condiciones laborales y los actores

En este apartado abordaremos de manera específica la flexibilidad y las condiciones laborales, mismas que se comprenden por la historicidad y conformación de los lugares, la cultura laboral en cada región y las formas de regulación de los gobiernos, lo que la ley permite, prohíbe y los huecos de deja. Las jornadas de trabajo ejercidas en los lugares se configuran de acuerdo con el tipo de establecimiento en el cual se labora, ya que suelen diferenciarse en los talleres y las fábricas. Generalmente, en esta dicotomía también entra en juego el trabajo formal e informal, siendo este último el que predomina en los espacios de la producción y que se relaciona directamente con los talleres familiares. De acuerdo con lo estudiado, en los dos se presentan largas jornadas de trabajo que superan las 14 horas por día. En el caso mexicano, se registraron testimonios que señalan que incluso algunos empresarios abren los talleres desde muy tempranas horas y generan tres turnos al día para lograr los objetivos de su producción; sin embargo, esto sucede principalmente en la temporada alta la cual abarca desde de los meses de octubre a diciembre (Pasillas, 2016). También en el caso brasileño, las jornadas de trabajo llegan a niveles muy altos en las temporadas altas.

En los talleres se observa que el pago es a destajo (por pieza colocada o prenda terminada) mientras que en las fábricas las condiciones laborales revelan que el salario es por jornada y regularmente abarcan 8 o 9 horas al día. En análisis de los testimonios en los dos casos señala que, si bien en los talleres se trabaja mayor cantidad de horas, genera una mejor paga y suelen recibirlo diariamente o por semana. Todo esto se traduce en una aparente contradicción en la que los trabajadores prefieren los talleres con pago a destajo y en condiciones informales sobre las empresas formales. Las razones de esta opción son que pueden obtener mayores ingresos y que los modelos formalizados rompen con la flexibilidad que le permite realizar otras actividades al tiempo que trabajan, de manera particular nos referimos al cuidado de los hijos y en las dinámicas del hogar. En este caso vemos una forma en la que los trabajadores estructuran sus estrategias y aprovechan los márgenes que les da el trabajo. En las entrevistas realizadas para el caso mexicano, observamos que la seguridad social no es un aspecto importante que demanden las y los trabajadores, ya que se prefiere tener mayores márgenes de flexibilidad con el tiempo libre y laboral y, por lo tanto, los gastos médicos y/o la antigüedad laboral son absorbidas por los mismos trabajadores.

La configuración del trabajo, de la producción y las relaciones sociales son componentes que estructuran las dinámicas económicas en los lugares. Los espacios de la producción se organizan por la participación y trabajo familiar y por mecanismos basados en los vínculos entre trabajadores y patrones. Los lazos sociales y apoyo mutuo sirven como soporte para la obtención y permanencia del empleo y trabajo. En los casos mexicano y brasileño la mayor parte de los trabajadores se inserta en el ámbito laboral por medio del capital social del que disponen, no obstante, algunos patrones llegan a reclutar trabajadores por otros medios como la radio o las oficinas de gobierno.

Principalmente, las relaciones sociales se basan en la confianza que existe entre trabajadores y patrones, así como entre productores familiares y sus proveedores y entre los fabricantes y sus compradores. En su mayor parte, las mujeres participan activamente en el trabajo de la confección, pero con presencia de los hombres en ciertos procesos en la producción. Las mujeres mantienen un estatus elevado por las habilidades en la confección y por la forma de coordinar y organizar la producción, este escenario les genera ventaja porque les permite generar ingresos –que suelen ser más altos que los que reciben los hombres- y mantener los cuidados en el espacio doméstico, ya que es un valor muy importante para las mujeres de las regiones.

Tal como se mencionó, existen diversas formas de llevar a cabo la producción y el trabajo, en ese sentido, se diferencian por las relaciones salariales y las condiciones laborales. Los pagos suelen ser a destajo, los horarios suelen ser cambiantes y en ocasiones aparecen periodos de baja producción, situación que produce desempleo temporal. No obstante, este periodo de tiempo tiene como soporte el ahorro que se produce en la temporada alta de la producción, lo que les permite dosificar los ingresos económicos en los tiempos carentes del trabajo. Las formas que adquieren las relaciones salariales en las regiones productivas son producto de un proceso histórico que considera y antecede las actividades del campo, las tradiciones y costumbres construidas en cada lugar, mismas que nos remiten a formas específicas de interacción social y del trabajo. Estos aspectos también permiten que se comprenda que se trata de espacios productivos basados en el trabajo familiar, en donde las relaciones informales se razonan como una forma de vida social. A lo que se debe añadir que las jornadas de trabajo para numerosas personas del lugar pueden significar que se trabaje todo el día, desde que sale el sol hasta que se oculta.

Finalmente, en los casos brasileño y mexicano, además de las relaciones familiares e informales, hay un proceso de formalización e institucionalización que corre a la par de proceso de modernización. Una mayor presencia del Estado se hace evidente, sea en la esfera municipal, estatal o federal, tanto en el plano de la fiscalización, del soporte en infraestructura y de la regulación. En este sentido a la fecha no es posible comprender los resultados de los procesos de legalización de los establecimientos y, por consiguiente, de las relaciones laborales. En esta compleja red, crece también la presencia de agentes no estatales, como asociaciones empresariales, agencias de soporte técnico, instituciones educativas, entre otras. Por eso, se habla cada vez más en una "disposición productiva local".

Procesos de producción y comercialización

Los espacios de la producción en estas regiones se sitúan en casas-habitación, en algunas se realiza todo el proceso de producción (desde la compra de insumos, hasta la confección, venta y distribución). En otros talleres se realiza sólo una parte del proceso de fabricación, funcionando de esta manera como una unidad que forma parte de una cadena productiva familiar o por encargo de alguna empresa de mayor tamaño. En el caso del Agreste de Pernambuco (Brasil), los mecanismos de compra de insumos, producción y comercialización se dan por medio de las ferias de Sulanca y en zonas comerciales de exhibición y venta de las prendas de vestir. En el caso mexicano, la organización productiva y comercial en las regiones sigue el ritmo de las temporadas de la moda y mediante la venta de prendas de vestir en días específicos de la semana (Maza y Pasillas, 2014). En este último, se observa una amplia infraestructura comercial y una notable diferencia en tanto que la producción y comercialización se mantiene a lo largo de todo el año. No obstante, los dos lugares se sujetan a lógicas que se basan en las temporadas climáticas y festivas y por las tendencias de la moda, escenario que en cierta medida modifica los volúmenes de la producción, en la generación de empleos y en cierta medida determina los márgenes de crecimiento económico de las regiones.

Los emprendimientos productivos se remontan a los orígenes de estas regiones, en tanto que los fabricantes y comerciantes solían vender diversos productos dos o tres veces por semana o sólo en días festivos y fines de semana. En el caso brasileño, las instalaciones de las ferias cuentan con largos pasillos, en los cuales los comerciantes colocan las prendas sobre tablones o mesas y las enganchan en armazones. Los espacios de venta suelen ser improvisados debido a que son pocos días de la semana cuando se acude a “poner el negocio”. Es distinto para el caso mexicano puesto que la mayoría de los comercios se ubican en establecimientos permanentes, esto les genera ciertas ventajas porque les permite guardar las mercancías (en las casas o bodegas) cuando acaba la jornada y les evita los traslados de la ropa de un lugar a otro. En ambos casos es común el arrendamiento de los espacios de comercialización y venta.

El tipo de prendas que se fabrica es muy variado: ropa de mujer, hombre, niño y niña. En el Cuadro 3 se observan la mayoría de los tipos de prenda que se comercializa específicamente en cada lugar. La presencia del mercado chino no sólo se observa en el comercio de diversas prendas de vestir como calcetines y gorras, sino también, por la presencia en la región de fábricas comandadas por empresarios de origen chino, escenario que genera otro tipo de relación y condiciones laborales para los trabajadores (esto se observa fuertemente en el caso mexicano) (Peralta, 2015). Este es un tema que debe ser analizado, debido a los efectos que puede tener en el mercado de trabajo, tal como lo deja ver Pieraccini (2010) para el caso italiano. En los dos casos es posible observar diferentes calidades y tipos de ropa, lo que abarca un amplio segmento de mercado. Es decir, se fabrica y vende ropa que puede vestir a distintas clases sociales, aunque dirigida de manera preponderante a los mercados con menor poder adquisitivo y que es un proveedor al mayoreo para múltiples comerciantes que trascienden las fronteras de las regiones, se trata de compradores que viajan al lugar, se abastecen y regresan a su lugar de origen para vender (García y Maza, 2019).

Estos espacios productivos abarcan los mercados regionales y nacionales, pero debido a la gran cantidad de modelos y calidades también consiguen expandirse a otros países. En el caso mexicano más del 70% de las empresas vende sus productos en los tres niveles; local, nacional e internacional, siendo en este último los Estados Unidos su principal comprador (Maza y Ortiz, 2015).



Cuadro 3. Tipos de prenda


Brasil:
• Principalmente jeans, ropa de mujer y de hombre (Véras, 2011).
• Con cierta presencia de productos chinos.
• Se observa predominantemente la copia de mercancías, pero comienza a surgir la producción de modelos originales.
• Se nota también una creciente presencia de productos chinos, pero no predominante aún.


México:
• Rebozo, ropa para dama, para niños y caballeros; pantalón, suéter, camisa, playera, blusa, vestidos y ropa de bebé.
• Con cierta presencia de productos chinos.
• Se observa la copia de mercancías.



La producción en estos lugares se basa principalmente en talleres familiares o en micro unidades económicas en las cuales se confecciona diversidad de prendas de vestir. Estos procesos se sustentan en relaciones laborales informales que se originan al margen de la disponibilidad y propiedad de los medios de producción, pero también, por el uso de un espacio arrendado para la comercialización, esto evidencia una presencia importante de las redes sociales que les permite insertarse en los mercados. En ese sentido, se observa una relación comercial que accede a la movilidad y distribución de mercancías de los talleres a los comercios a partir de canales formales e informales y en las cuales aparecen diversos actores que participan en este proceso, incluyendo funcionarios del gobierno.

En los dos casos, se observa una alta proporción de talleres familiares ubicados en casas-habitación, situación que permite algunas ventajas para el desarrollo del negocio, tales como: no pagar alquiler, la participación de los miembros de la familia en las labores de la confección, flexibilidad de las jornadas de trabajo, así como del tipo de prenda que se decide fabricar. Por su parte, el tema del cuidado de los hijos es fundamental para numerosas mujeres porque significa que pueden laborar y al mismo tiempo hacerse cargo de las actividades domésticas – lo que se traduce en incremento en la intensidad del trabajo, al traslapar jornadas laborales–. Los dueños de talleres familiares, en su mayoría, no cuentan con instalaciones fijas para comerciar sus productos y, por lo tanto, tienen que alquilar el uso del espacio por día, por jornada o por un tiempo determinado, esto de acuerdo con los convenios entablados con los dueños del área arrendada. En el caso mexicano, se observa que algunos empresarios también cuentan con instalaciones para vender sus productos, lo que facilita el comercio y les genera una mayor ganancia puesto que evitan la paga de alquiler. Para los brasileños, con la emergencia de los nuevos centros comerciales que desplazaron a un segundo plano las antiguas "ferias de la Sulanca", hay un grupo “seleccionado” de los productores familiares que adquirieron su propio puesto de venta, conocidos como los “bancos”, mientras que las empresas de mayor tamaño adquirieron tiendas. Es decir, la modernización del mercado brasileño se realiza en función de la capacidad económica de los productores/comerciantes.

En los espacios productivos acuden compradores de las propias localidades y regiones aledañas quienes buscan adquirir prendas tanto al menudeo como al mayoreo. Estos últimos logran acuerdos con los fabricantes en cuanto a los precios de los productos, la fecha y hora de entrega. En ese sentido aparece una serie de compradores y revendedores que trasladan mercancías a otras localidades y/o ciudades grandes con la finalidad de venderlas a otros comerciantes o bien para su venta por cuenta propia. En Brasil estos son popularmente conocidos como sacoleiros derivado de la palabra “saco” que es bolsa. Finalmente, en las zonas comerciales proliferan diversidad de marcas, diseños, modelos, calidades, pero también se observan semejanzas en cuanto a que las reproducciones de ropa (copia) son recurrentes en los lugares. En el caso mexicano, algunos talleres medianos producen para tiendas que comercializan en centros comerciales de ciudades, sin embargo, las condiciones desfavorecen a los talleres pues no se les paga hasta que las grandes empresas vendan los productos “comprados”, y si llegan a sobrar se los devuelven sin paga alguna.

División del trabajo y familia

Los dos casos muestran semejanzas con relación a la forma de producir y en la organización y división del trabajo, pues como ya se ha señalado son espacios productivos en donde la familia juega un papel fundamental para el desarrollo económico de las regiones, la producción y reproducción social de la actividad laboral. En la mayoría de los casos, las mujeres constituyen el principal soporte para la producción, coordinación y organización dentro de las fábricas y talleres, mientras que los hombres participan en otras actividades como es la comercialización, distribución, gestión financiera y en el establecimiento de las relaciones y transacciones “fuera del espacio del trabajo”. La mujer ha generado espacios de control de la gestión empresarial y productiva.

En el caso mexicano, la coordinación de la producción en su mayoría se ejerce por las mujeres, puesto que está más enfocada en lo técnico, mientras que el hombre en la cuestión administrativa (Maza y Ortiz, 2015). El caso brasileño configura la división del trabajo al asignar a los varones el control financiero y de relaciones hacia fuera, mientras que a las mujeres se destinan las tareas dirigidas hacia dentro y de gestión de personal. En ambos lugares, la participación familiar se vuelve importante para la realización completa de la cadena productiva (incluso de los niños), ya que los miembros se involucran en ese proceso, es decir, desde que se inicia la compra de los insumos para confeccionar, hasta en el traslado de las mercancías a los puntos de venta.

La mayoría de los espacios de la producción están conformados por pequeños talleres familiares, los cuales están ubicados en casas habitación particulares. Las observaciones y los testimonios recabados dan cuenta de que son espacios en donde se mezcla las labores domésticas con el trabajo. Las diferentes áreas del hogar se reconfiguran para dar lugar a un espacio de trabajo el cual se adapta para colocar máquinas, mesas de trabajo o anaqueles para ubicar diversos materiales. De manera general, las regiones indican semejanzas en cuanto al establecimiento de las casas-taller y al número de trabajadores que las integran, las cuales van desde tres hasta 15 trabajadores en promedio, aunque en otros llegan hasta los 30. Existen talleres en los cuales únicamente se involucran los miembros de la familia, pero también aquellos en donde se tiende a reclutar trabajadores. En el caso mexicano hemos registrado desde los conformados de 5 trabajadoras y algunos hasta con 30. En el caso brasileño, son muchos los talleres que funcionan con hasta 4 personas de la familia, pudiendo haber uno o más contratados de fuera, pero varias de ellas cuentan con una docena de contratados. Además, existen establecimientos que tienden a la actividad de tipo empresarial, que funcionan fuera de la casa y que cuenta con una condición de semi-formalización.

En los casos analizados predomina el trabajo familiar y con cierta presencia del infantil y de los jóvenes. El trabajo por parte de los menores puede tener dos connotaciones: la primera refiere en el sentido de que la producción se realiza en talleres familiares lo cual permite la participación de los menores en la realización de algunas tareas y, por otro lado, en la cuestión de la explotación laboral. Este último aspecto no lo hemos detectado al menos en los casos estudiados. De acuerdo con Véras (2011), para el caso brasileño existen tres tipos de espacios productivos (traducción de los autores):

Fabricos, es un nombre común entre los que hacen el Polo de confecciones, son unidades productivas familiares, con un funcionamiento que no separa el hogar del trabajo, es de carácter informal y puede tener dimensiones variadas. En cuanto al número de trabajadores asalariados, puede no tener ninguno (usando solo trabajo familiar) o llegar a decenas de contratados (de manera informal).

Fabricas se caracterizan por estar constituidas de manera formal, tienen una base operativa separada del domicilio de los propietarios (aunque el carácter familiar se mantiene), se basa en el trabajo asalariado (en muchos casos formalizados, al mismo tiempo que preservan como regle general la contratación en condiciones informales, o subcontratando, las facções.

Facções, son unidades productivas que en general están constituidas en las condiciones aún más precarias que los fabricos y se caracterizan por atender, mediante la subcontratación, las demandas específicas de las fábricas y de los fabricos. Se especializan en una o dos tareas de la confección, principalmente costura, corte o bordado, fijado de adornos o botones.

Los “Fabricos”:

conforme denomina-se comumente entre os que fazem o Polo, são unidades produtivas familiares, com funcionamento indissociado do local de moradia dos proprietários, de caráter informal, mas que incorporam dimensões variadas. Tomando-se o número de trabalhadores assalariados, pode não ter nenhum (realizando o trabalho apenas com a família) ou chegar a dezenas de contratados (em bases informais). Quanto às “fábricas”, daqueles se diferenciam por se constituírem formalmente, por serem dotadas de uma base operativa destacada do domicílio dos proprietários (embora o caráter familiar da propriedade quase sempre seja mantido), baseando-se na contratação de trabalho assalariado (em muitos casos, formalizados, ao mesmo tempo em que preservam como regra geral a contratação, em condições informais, de terceiros – as “facções”). Sobre as “facções”, são unidades produtivas em geral constituídas em condições ainda mais precárias, quando comparadas aos “fabricos”, e que se caracterizam por atender, sob a condição de subcontratadas, as demandas pontuais das “fábricas” e “fabricos”, se especializando na realização de uma ou poucas tarefas do processo de produção, com destaque para a costura, o corte, o bordado, o travete (no caso do jeans), a implantação de casas e botões etc. (Véras, 2012).

Este modelo de trabajo se asemeja a los espacios de trabajo y a la forma de organización de la producción en el caso mexicano puesto que algunas de estas características han sido observadas en el trabajo de campo. En el análisis de los espacios productivos, se observa que el trabajo es predominantemente familiar y con una alta presencia del trabajo a domicilio el cual mantiene altas condiciones precarias, en el sentido de las instalaciones y herramientas en los espacios de trabajo.

Otro aspecto fundamental es la división entre tiempo de trabajo doméstico y tiempo de trabajo fabril y comercial. Este aspecto nos plantea una de las características principales de las formas de trabajo que se han dado por llamar no clásico (De la Garza, 2011) o nos remite a las definiciones de trabajo informal (Hart, 1971); sin embargo, es en los desarrollos del trabajo precario donde encuentra su mejor explicación y nos permite reconocer una forma de trabajo que remite a lo arcaico y acepta y aprovecha el trabajo de la familia y las ventajas que da la articulación de tiempos, espacios y recursos. Otro aspecto que resulta relevante es la actividad infantil, entendida como parte de la educación de los más jóvenes, aspecto que afecta la escolaridad de la comunidad y los valores que se dan a la educación formal.

Uno de los componentes que hace posible el desarrollo y “éxito” de estas economías se debe a la flexibilidad laboral y tercerización de las actividades. En ese sentido, es común que los empresarios no solo gestionen la producción en sus talleres, sino que transiten frecuentemente de empresario a trabajador, comerciante y vendedor, incluso incursionando en ámbitos formales o informales al mismo tiempo. En esta tesitura es preciso apuntar que esta condición se fortalece por la presencia de las mujeres, ya para el caso mexicano el rechazo que tienen con las formas del empleo asalariado (especialmente en carácter formal), ya que la flexibilidad que perciben por medio del trabajo a domicilio les permite generar estrategias para articular el cuidado de la prole con el trabajo extra doméstico, lo que construye certezas y seguridades, que en numerosos casos resultan mejores que tener un empleo “formal” (considerando las bajas condiciones locales y regionales de los respectivos mercados de trabajo).

El argumento anterior se acompaña por semejanzas en la forma de producir en tanto que aparece una fuerte implicación del trabajo de la familia (entera) y en sólidas relaciones de confianza entre los agentes económicos, estas últimas resultan ser uno de los soportes sociales y económicos más importantes (al lado del carácter familiar de las actividades) para la sobrevivencia y éxito de los negocios. Estas se reconfiguran por los roles de género que coadyuvan a una división del trabajo que les permite a los actores situarse en un determinado puesto de trabajo. El tipo de confianza al que nos referimos se da con mayor frecuencia al interior de los espacios de trabajo (entre trabajadores y patrones) que en espacios institucionales. La colaboración, reciprocidad y el apoyo mutuo, son valores que implican en las relaciones laborales en los lugares, así como de las redes familiares y de amistad las cuales juegan un papel importante para que en estos espacios productivos se reduzca la incertidumbre causada por las irregularidades en la demanda de productos, o incluso por el desempleo temporal que aparece en diversos momentos durante cada año (Pasillas, 2016). Lo que se traduce en la confluencia de diversas lógicas en el lugar de trabajo.

En el caso mexicano, tanto trabajadores como patrones reconocen tener una buena relación, misma que ellos definen como “amigable”, esto se traduce en fuertes lazos de confianza. Esto último es parte de los mecanismos que se traducen en el mantenimiento de relaciones laborales informales, las cuales se combinan con otros espacios de la vida, dando lugar a un modelo en el que la producción y lo doméstico están imbricados (Maza y Ortíz, 2015). En cuanto al caso brasileño se observan algunas semejanzas respecto al modelo mexicano, aunque con mayor presencia de relaciones laborales basadas en lo semiformal y formal. Pero en ambos casos la confianza existente entre el dueño del taller y sus proveedores también juega un papel decisivo en la dinámica de los negocios.

Comparación

Las formas de producir que hemos presentado en este documento dan cuenta de una gran diversidad: Los procesos de producción atraviesan una lógica en donde los espacios del hogar se traslapan con los del trabajo y están adaptados para aglutinar 3 o 4 trabajadores, aunque pueden llegar a los 30. Los talleres son de diferentes tamaños y operan de acuerdo con la capacidad productiva y estrategias de comercialización establecidas, y la producción de prendas de vestir va desde el armado de una pieza -en la prenda- hasta la terminación completa de la misma. La comercialización de los productos se realiza por canales informales, esto se da mayormente en el nivel local y a veces nacional, no obstante, en algunos momentos del proceso –y algunos casos- se observa cierta formalización en los acuerdos y procesos comerciales, esto lo hemos detectado en tanto que empresas de mayor nivel –con vínculos formales- establecen arreglos para la producción masiva de mercancías. Esto representa ciertas desventajas para la economía de los talleres ya que les genera incertidumbre en las formas de pago y ganancias que reciben. Sin embargo, todo esto se articula ante formas de trabajo informales que se tejen a partir de acuerdos extralegales que configuran un mercado de trabajo específico. Las características concluyentes que encontramos más relevantes y divergentes en las regiones se exponen la Tabla 2:



Tabla 2. Divergencias-Similitudes


Polo de Pernambuco (Brasil)

Zona metropolitana Moroleón Uriangato (México)

El productor posee los instrumentos de trabajo y asume el papel de patrón y trabajador.
Se trata de autoempleados que eventualmente contratan mano de obra como extensión de su propio trabajo, utiliza en particular de la familia, pero que centralmente combinan la producción con la gestión.
El productor vende sus propios productos, el monto que recibe se utiliza para el consumo familiar. Aunque se pretenda acumular, el propio modelo no lo permite.
La actividad es dirigida por el flujo del efectivo, del propio ingreso se pagan salarios y gastos.
Esta forma de producir implica lazos personales entre patrón y trabajador, los cuales a menudo son familiares.
Aunque la producción sea fragmentada el trabajador tiene la posibilidad de conocer todo el proceso.
El proceso puede ser discontinuo en función del productor, de la actividad o del mercado.

Es difícil reconocer la diferencia entre trabajadores y patrones.
Predominio de autoempleo, relacionado con trabajo familiar y notable facilidad para mudar de trabajador a empresarios.
Predomina la casa taller a pesar de que algunos de estos sean de tamaño grande.
Existe una administración basada en los conocimientos tácitos. Muy pragmática.
Se detectan fuertes lazos sociales entre trabajadores y patrones, basados en relaciones familiares.
Los trabajadores conocen buena parte del proceso, lo que les permite una fácil transición a ser empresarios.
El trabajo se regula por las temporadas, con ciertas suspensiones.

Nota: Con base en los datos de entrevistas, discusiones y reflexiones colectivas con investigadores del tema en México y Brasil.



Conclusiones

El panorama presentado en este artículo nos permite analizar de manera comparativa dos modelos productivos, a partir del trabajo de campo realizado por diversos investigadores los cuales hicieron trabajo de campo en ambos países. Si bien podemos encontrar semejanzas y diferencias tanto entre los casos como entre las dos regiones, consideramos que se comparte una forma de trabajo centrada en los pequeños talleres y en las relaciones familiares, se plantea una forma de trabajo, la cual se inserta en la competencia capitalista, además de cumplir con las condiciones de la distinción entre trabajo y capital, sin embargo, los sujetos logran acuerdos diferenciados.

Al margen de los mecanismos de la producción y las relaciones familiares analizadas en el artículo, detectamos cuatro componentes que cruzan similarmente los casos. El primero refiere al inicio casual –en la producción de ropa- como una actividad colateral, pero que hoy en día presentan un alto nivel de competitividad y con un uso simultáneo de tecnologías tradicionales y modernas. La segunda trata sobre el aprovechamiento de los saberes tácitos, esto debido a los aprendizajes del oficio por medio de la experiencia y práctica –en el trabajo- lo que les permite a los trabajadores y empresarios transitar paralelamente de un cargo a otro, así como en cambiar el tipo de prenda que se fabrica en relación con los márgenes temporales de la moda. El tercer componente gira alrededor de la movilización productiva de toda o la mayor parte de los miembros de las familias en las actividades productivas. En definitiva, una consideración relevante es que ambas regiones partieron de estructuras indígenas o por lo menos rurales –de origen agrícola- para el desarrollo de la producción textil y del vestido y que hoy día se mantienen como un mercado importante en América Latina.

Hoy día, se vuelve necesario realizar nuevos acercamientos a los lugares para reflexionar sobre su situación en los tiempos de la pandemia, ya que se han acrecentado los niveles de desempleo, por lo que se torna central observar las estrategias de sobrevivencias, no sólo empleadas por las personas para cubrir las necesidades básicas, sino también en aquellas estrategias de cambio que trascienden a los mercados, es decir; en la reconfiguración laboral y organizacional de estos espacios.


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Acerca de los autores

Octavio Martín Maza Díaz Cortés (octaviomazadc@gmail.com) es Profesor-investigador del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Es especialista en estudios del trabajo y pobreza. Actualmente forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel 1. Contribución al texto: aportes empíricos sobre el caso mexicano y aportes teórico-metodológicos (ORCID 0000-0002-3991-7751).

Mtro. Omar Pasillas López (omar.pasillas@uqroo.edu.mx) es Profesor-investigador en el Departamento de Seguridad Pública de la División de Ciencias Sociales y Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo. Es especialista en estudios de la seguridad pública y otros temas de sociología. Es integrante del Cuerpo Académico denominado Educación Cultural y Comunitaria para la Seguridad Pública. Contribución al texto: aportes empíricos sobre el caso mexicano y aportes metodológicos (ORCID 0000-0003-0179-5119).

Roberto Véras de Oliveira (roberto.veras.2002@gmail.com ) es Profesor Titular del Departamento de Ciências Sociais y del Programa de Pós-Graduação em Sociologia de la Universidade Federal da Paraíba. Es especialista en estudios del trabajo. Es becario de productividad del Conselho Nacional de Pesquisa de Desenvolvimento Científico e Tecnológico – CNPQ y miembro de la coordinación de la Rede de Estudos e Monitoramento Interdisciplinar da Reforma Trabalhista – REMIR. Contribución al texto: aportes empíricos sobre el caso brasileño y aportes teórico-metodológicos (ORCID 0000-0001-7751-6863).




Recibido: 03/06/2022

Aceptado: 29/07/2022









Cómo citar este artículo

Maza, O., Pasillas, O. y Véras, R. (2022). Formas de trabajo más allá de la formalidad laboral. Un análisis comparado de dos regiones especializadas de la industria textil y del vestido en México e Brasil. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 26(47). https://doi.org/10.33064/47crscsh3743











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