De la casa-taller al taller-red: flexibilidad productiva en la industria de la confección de Moroleón y Uriangato, Guanajuato


The House-Workshop and the Workshop-Network: Productive Flexibility in the Garment Industry of Moroleón and Uriangato, Guanajuato




MARISA JOSEFINA VALADEZ MONTES

Universidad Autónoma de Querétaro, México




Resumen

El artículo expone los procesos de flexibilización productiva en la industria de la confección de Moroleón y Uriangato, Gto. El tema se aborda mediante el análisis de las “casa-taller”, que son espacios caseros ubicados en el interior de los hogares de estas localidades. Ahí se confeccionan prendas de vestir, ya sea maquila o diseños hechos por las propias familias. Esta forma de organización nos permite observar la combinación de distintas dinámicas de producción donde se conjuntan elementos del trabajo formal e informal que permiten tejer relaciones que les articulan como empresas-red. Tales colaboraciones no se establecen de forma permanente, sino que hay una variación de tipos e intensidades, según se requiera. A partir de este caso se muestra, por una parte, cómo ello permite alcanzar relaciones productivas con empresas y marcas de ropa de mayor dimensión. Por otra parte, se explica cómo esta relación es constitutiva de las maneras de acumulación del capitalismo contemporáneo.

Palabras clave: trabajo formal-informal; flexibilización; empresa red.




Abstract

The article exposes the processes of productive flexibility in the clothing industry of Moroleón and Uriangato, Gto. The subject is approached through the analysis of the "house-workshop", which are domestic spaces located inside the homes of these localities. Garments are made there, either maquila or designs made by the families themselves. This form of organization allows us to observe the combination of different production dynamics where elements of formal and informal work come together that allow us to weave relationships that articulate them as network companies. Such collaborations are not established permanently, but there is a variation of types and intensities, as required. This case shows on one hand, how this allows to achieve productive relationships with companies and clothing brands of greater dimension. On the other hand, the way in which this relationship is constitutive of the forms of accumulation of contemporary capitalism is explained.

Keywords: formal-informal work; flexibility; network.









El objetivo de este artículo es exponer los procesos y vínculos de la casa-taller en el marco de la flexibilización productiva, que les permite articularse con empresas de mayor magnitud dedicadas a la confección. A través de información recabada en campo, analizamos cómo pequeños y medianos talleres tradicionales se abren paso ante las nuevas condiciones que impone el capitalismo, asimismo, observamos cómo estos procesos se cimientan sobre relaciones locales basadas en la confianza.

Moroleón y Uriangato son dos localidades ubicadas al sur del estado de Guanajuato. Desde hace poco más de un centenar de años se ha forjado una vocación alrededor de la fabricación de prendas de vestir, basada predominantemente en el trabajo familiar que se lleva a cabo en las “casas-taller”. La experiencia productiva en ambos municipios tiene su origen en la hilatura de rebozos, colchas, ropa infantil, y variedad de ropa de tejido de punto que permite competir a nivel nacional con los principales productores del país. Este ha sido un proceso histórico económico y social a nivel local. Durante las décadas de 1960 y 1970 la producción de esta prenda propició la expansión de la industria en la zona, durante la cual también se incorporó la fabricación de otros tipos de prendas de telas “planas” de algodón. Hacia la década de los 1980 se introdujeron telas sintéticas, lo que llevó a ampliar la producción de ropa al rubro deportivo. Con esta inercia, en el transcurso de los años noventa la producción textil de Moroleón y Uriangato se diversificó con el fin de confeccionar ropa para mujer, hombre e infantil. No obstante, la sobrevivencia de su mercado ha enfrentado crisis relativas a la apertura de nuevos mercados textiles y la globalización, que a pesar de las tendencias macroeconómicas se han sorteado con elementos de la economía local. De ellos, llama la atención la fuerte relación que hay entre las relaciones productivas formales e informales. Sobre todo en un contexto en el que la expansión de la flexibilidad laboral en México sucede con mayor magnitud después de 1982, cuando la economía nacional experimentó las medidas de desprotección y entró en una nueva etapa en la que eventualmente se insertó de forma más dinámica en las economías globales mediante la adopción de lineamientos como el mejoramiento de las finanzas públicas del Estado, revisar precios deficitarios y servicios prestados por el Estado, combatir de la evasión fiscal, controlar el gasto público, reducir subsidios, fomentar el mercado de valores, flexibilizar la política de precios y el control del cambio, la apertura a las mercancías de exterior y eliminar el proteccionismo a la industria mexicana (Ortiz, 1994, pág. 54).

Los altos niveles de inflación, la devaluación del peso, las modificaciones en los salarios, y la privatización de empresas paraestatales contribuyeron a una modificación estructural de la economía y particularmente, de diversas industrias. De esta manera, surgió una nueva configuración en la relación capital-trabajo derivada de los cambios experimentados en el mercado, la incorporación de tecnología y la organización de procesos productivos (Bensunsán, 1992).

Graciela Bensusán (1992) apunta que el modelo de regulación laboral combinó zonas de rigidez en la protección de los asalariados con otras donde se deja un margen importante a la discrecionalidad estatal, y en menor medida, patronal. Para ella, el resultado fue un modo particular de adaptación de los niveles de protección reconocidos a los imperativos cambiantes de la acumulación capitalista. Según ella, esta particularidad atañe a los mecanismos mediante los cuales se contrarrestan los factores de rigidez legal tanto en el campo de los derechos individuales como colectivos y que configuraron un caso de flexibilidad corporativa. Señala que la flexibilidad corporativa propicia la utilización de estrategias de competitividad sustentadas en el abatimiento de los costos laborales, en la precarización del empleo y el debilitamiento de los sindicatos (flexibilidad externa). Así, se desalientan los esfuerzos encaminados a configurar una fuerza laboral con las calificaciones y habilidades necesarias para adaptarse a los cambios. En el caso de la industria del vestido, el caso de la flexibilidad implica abordar su peculiar condición entre ser un trabajo artesanal y tecnificado en el que la determinación de los salarios resulta en un híbrido de los principios artesanales y sectoriales (Piore, 1990).

Como se ha visto en distintos casos, la remuneración de cada oficio relativo a la fabricación de prendas se basa en el volumen de producción para lo cual se valora cada una de las operaciones para confeccionar una prenda. Entonces:

dado que las cualificaciones constituyen el principal determinante del ritmo de trabajo del trabajador, el sistema de trabajo premia la experiencia en el oficio. Pero este sistema hace que la remuneración sea mucho más sensible a las cualificaciones, por lo que el sistema de trabajo a destajo concede a factores como el grado de esfuerzo un papel importante en la determinación de las ganancias. (Piore, 1990, p. 171)

En ese contexto, analizar la flexibilidad productiva no sólo depende de factores como el propio proceso de producción y la tecnología disponible para ello, sino también del tipo de relaciones laborales sobre las que residen estos procesos. En un marco en el que la formalidad y la informalidad no tienen límites claros, el tipo de relaciones productivas suelen ser variadas y arraigadas en valoraciones locales, como la confianza con quien se encadena el proceso de confección. Las casas-taller se vinculan con talleres de mayor capacidad, incluso con empresas formales a las que les maquilan algunas prendas. Clasificar el tipo de relaciones generadas es una tarea compleja debido a la multiplicidad de talleres existentes en los municipios. Los vínculos entre estos generalmente están regidos por la colaboración con quienes fueron sus empleadores o viceversa, así como la identificación del nivel de confiabilidad en su trabajo la cual depende de la puntualidad para entregar pedidos y la calidad de la confección.

Los vínculos de la casa-taller: tejer la red con el capital

Actualmente, el encadenamiento de la confección de prendas no sólo responde a las necesidades de un mercado local y regional, como sucedía en los años ochenta, ahora han surgido especificaciones de control de calidad que son impuestas por marcas que tienen contratos con algunos grandes talleres en Moroleón y Uriangato, de manera que, el espacio geográfico y tipo de capital con los que se interactúa se ha modificado.

Antonio Martín Artiles (1995) recupera la noción de “empresa-red” con el objetivo de analizar las estrategias de las empresas y sus vínculos para explicar la “malla de relaciones” resultado de la política de descentralización.

Según Artiles, es posible estar de acuerdo en que las pequeñas empresas pueden producir series cortas debido a la tecnología y al trabajo artesanal, con la cual se pueden adaptar más fácilmente a las fluctuaciones de los mercados. Por ello, tienen más facilidades para ajustar el volumen de empleo necesario según las variaciones de la producción. Ofrecen bajos costes salariales y en la medida que las relaciones laborales no están regladas de facto; por la debilidad o inexistencia de sindicatos, la gestión de la mano de obra es más dúctil. Esta es la razón por la cual pueden tener mayor flexibilidad en términos de la jornada, horas extra y movilidad de plantilla. Asimismo, permiten movilizar pautas culturales de la comunidad donde se hallan asentadas por cuestiones como la etnia, el parentesco, la amistad o la vecindad (1995, p. 48).

No obstante, para Artiles es necesario distinguir con mayor precisión las formas de flexibilidad vinculadas a los procesos de descentralización de empresas. Para ello, reflexiona sobre la empresa-red y distingue cinco tipos de colaboraciones:

Colaboración entre pequeñas empresas con una grande para subdividir el ciclo productivo. Todas las empresas son jurídicamente independientes, especializadas en la ejecución de un segmento del ciclo, pero al mismo tiempo están unidas a través de lazos como las cualificaciones laborales, conocimiento del oficio, estilo de trabajo, relaciones de subordinación económica, concesiones de máquinas y herramientas, incluso lazos de parentesco amistad y vecindad.

Como distrito industrial y conglomerado regional: con dichos términos se designa a la entidad socioterritorial en el que la comunidad y un conjunto de pequeñas empresas se interrelacionan de forma activa lo que permite la movilización de la pericia artesanal local. En este modelo el ciclo de producción también está subdividido y el producto final resulta de la colaboración entre pequeñas empresas.

En la “empresa cabeza y empresas mano”, la que la flexibilidad consiste en que la empresa cabeza se diseña y ejecuta la parte más importante del proceso, mientras que en las empresas mano se realizan las tareas más intensivas en mano de obra.

La descentralización productiva apoyada en el trabajo a domicilio, el cual es una actividad productiva con su propio campo y una racionalidad económica no necesariamente incompatible con el dinamismo empresarial y el desarrollo técnico.

Teletrabajo o trabajo electrónico a domicilio en el que el operario está en casa trabajando con un ordenador o terminal conectado con el ordenador de la casa central, la cual tiene ventajas como economización del espacio, reducción de costes fijos por alquiler, gastos de mantenimiento, así como control por parte de las empresas hacia los operarios en las terminales.

Para Artiles (1995), en un marco de crisis económica, políticas descentralizadoras de la producción y el declive de la gran empresa, cobra importancia la pequeña empresa, de manera que se cuestiona el viejo paradigma basado en la gran empresa y la atribución de papel residual (fruto del atraso tecnológico) a las pequeñas unidades. Según este autor, los factores que impulsan a poner en marcha un modelo de empresa-red son: (a) adecuar la capacidad productiva de la empresa a la elasticidad de la demanda, que generalmente es oscilante; (b) descentralizar sistemáticamente las tareas más intensivas y que no se puedan automatizar mediante grandes máquinas. Esta estrategia permite externalizar los costes laborales y aminorar la presión reivindicativa de la mano de obra; (c) abaratar costes de producción mediante la informalización indirecta de la economí; (d) estimular nuevos recursos de flexibilidad mediante la movilización de la ideología de la familia, el parentesco, amistad y vecindad; (e) construir un sistema de relaciones con pequeñas empresas articulado y flexible aprovechando la malla de medianas y pequeñas empresas preexistentes; y (f) reducir y recolocar al personal excedente derivado de la integración de procesos que comportan las nuevas máquinas (p. 146).

Aunque el modelo de la empresa red supone, en la mayoría de los casos, la existencia de una gran empresa ordenadora, en nuestro caso, permite cuestionar la formación de este tipo de colaboraciones en el ámbito de lo informal-formal para insertarse en el mercado de ropa tanto local como, regional y nacional.

En los últimos años, las relaciones productivas que se dan en Moroleón y Uriangato se han diversificado. Desde que el mercado se ha expandido a otros lugares, la geografía de los negocios ya no se localiza en un territorio determinado, no existe una empresa dominante pero sí se apoya en unas determinadas características sociales y culturales del entorno. Si bien el contexto que analiza Artiles está dominado por una atmósfera en la que predominan las pautas de lo formal, esta categoría permite visibilizar los procesos de colaboración que se incorporan a la forma de producción en un medio informal. Esto es, más allá de suponer que la producción formal e informal están divididas por una frontera legal, nos aproximamos a esta relación bajo el supuesto de que esta depende de una interacción continua entre la pequeña empresa y los talleres, los cuales juegan un papel clave al permitir la rápida movilidad de la mano de obra y relaciones sociales que permiten hacer flexible ciertos tipos de producción.

En suma, la categoría empresa-red es oportuna para explicar las formas de trabajo que no requieren describir trabajadoras y trabajadores que no representan la figura del obrero–masa (Artiles, 1995). Este concepto, permite articular figuras de trabajadores heterogéneos con dinámicas de integración al trabajo distintas, múltiples actividades y habilidades, lo cual también da oportunidad de observar al subempleo como parte de las dinámicas del capitalismo y del sector informal.

Flexibilización productiva: el sistema de submaquila de ropa en Moroleón y Uriangato

Durante la década de los ochenta proliferaron muchos talleres familiares de confección en Moroleón y Uriangato. Se dice que fue la época de mayor bonanza para las localidades. Este crecimiento coincide con la diversificación de las prendas de vestir que se producían en ambos lugares. De fabricar una reducida gama de ropa, se incorporó ropa de mujer, pants y ropa infantil a la producción local. Durante esa década algunos talleres de tejido de punto también tuvieron un importante despunte económico, de forma que la adquisición de tecnología importada para la producción de lienzos creció. Así, surgió una diferenciación entre los talleres dedicados a la producción de tejido de punto y de tela plana. En la mayor parte de estos últimos, se optó por un modo de producción en el que se incorporaron varios elementos “de moda”, debido a la rapidez y variedad de modelos que tenían que producir para competir en un mercado local y regional de ropa “barata” (ver Tabla 1).



Tabla 1. Diferencias productivas entre talleres de tejido de punto y tela plana


Taller de tejido de punto

Taller de tela plana

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Menor cantidad de accesorios (adornos, estoperoles, pedrería).
Costura recta y over.

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Uso de accesorios, telas y tecnología de impresión.
Costura recta, over y collareta.

Nota: con base en notas de trabajo de campo y entrevistas.



Las copias de marcas de ropa prestigiadas, el uso de telas llamativas, las impresiones digitales, así como las aplicaciones conformaron una nueva forma de producción que confecciona la ropa con insumos importados, —por ser “más vistosos”—, lo que en esta lógica comercial significaba mayor competitividad y comercialización de las prendas. Asimismo, surgieron talleres especializados en ojales, fijación de cierre, maquila de costura, etcétera (ver Tabla 2).

Hacia finales de esta década también se intensificaron las relaciones con comerciantes del Estado de México, debido a que el consumo de insumos para la confección de incrementó. Derivado de ello, durante la segunda mitad de los años ochenta un buen número de comerciantes foráneos se instalaron en estos dos municipios, ya que habían descubierto un nicho comercial para la venta de todo tipo de material utilizado en industria textil y de la confección. De forma gradual se instaló un mercado de insumos como tecnología de tejido de punto, máquinas de coser, hilos, mercería en general, telas nacionales e importadas de variados tipos.

Algunos de ellos establecieron talleres de confección, otros se dedicaron al comercio de prendas que, en su mayoría, eran llevadas desde Chiconcuac y sus alrededores. La capacidad y experiencia comercial de “los chilangos” (Usado como categoría local para señalar peyorativamente a los comerciantes provenientes del Estado de México, la cual señala deslealtades en la forma de competencia comercial) lograron modificar algunas pautas del comercio tradicional. La forma de vender (con créditos basados en la confianza), la variedad de modelos de ropa y hasta el incremento del precio de las rentas de locales comerciales implicaron importantes cambios para los productores locales. Entonces, las nociones de competencia y competitividad se transformaron: había que producir más y vender más barato, lo cual, a la postre se tradujo en formas de producción y comercialización “desleales” en relación con las valoraciones que hasta entonces eran comunes en la producción local. Producir a bajo costo implicaba una inversión de la que no disponían ya que había que disponer de telas, accesorios y mano de obra.



Tabla 2. Cambios en el Proceso de Confección de Ropa en Moroleón y Uriangato 1970-2014


Origen de abastecimiento

Insumos

Prendas

Proceso productivo

1970-1990

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Local-regional:
Aguascalientes
León
Guadalajara

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Hilo
Telas
Botones…

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Blusa dama
Ropa infantil
Pants
Suéter

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Diseño (1-5 diseños)
Patronaje
Corte
Confección

1994-2002

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Local-regional:
León
Chiconcuac
Aguascalientes
Guadalajara

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Hilo
“Telas llamativas”
Botones
Estoperoles
Ropa hecha de origen asiático

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Blusa dama
Ropa infantil
Pants de licra
Ropa de hombre
(piratería)
Suéter

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Diseño (1-10 diseños)
Patronaje
Corte
Confección

2005-2014

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Local-regional- internacional:
Aguascalientes
Guadalajara
León
Chiconcuac
Los Ángeles
China
Corea

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Hilo(s)
Telas
Botones
Estoperoles
Ropa hecha de origen asiático

Producción por temporada.
Disposición de tecnología digital.
Blusa dama
Ropa infantil
Pants de licra
Ropa de hombre (piratería)
Suéter

Variedad de modelos.
Variedad de producción durante todo el año.
Diseño (1-15 diseños)
Patronaje
Corte
Confección

Nota: con base en notas de trabajo de campo y entrevistas.



Pese a ello, las relaciones con la gente que comerciaba textiles provenientes del Estado de México se convirtieron casi indispensables porque “facilitaban” la adquisición de telas económicas que llegaban en grandes contenedores desde los puertos del Pacífico a Chiconcuac.

De esta manera, la relación con los “chilangos” significó, por un lado, la incorporación de una competencia comercial extra-local, y por otro, la posibilidad de producir a un menor costo.

En este contexto, durante la década de los noventa se produjo un cambio en el ámbito comercial en Moroleón y Uriangato: numerosos talleres que no soportaron la dura competencia y las condiciones de producción que se imponían fueron cerrados.

Por su parte, las narrativas institucionales locales que circulaban en las localidades mediante boletines del gobierno municipal se perfilaban hacia un discurso en el que exaltaban la necesidad de nuevas formas de organización para el logro del éxito de los talleres:

Al terminar la época de las mejores ventas de algunos talleres que se dedicaron a la confección de ropa notamos una gran diferenciación entre sus respectivos resultados, cuando los medimos en términos de ganancias.

En algunos talleres el mayor éxito se debió a la superación del producto, el cual se pudo adaptar más y mejor a las necesidades de la temporada. En otros talleres el mayor grado de éxito dependió de la mejor dirección financiera y en los terceros se debió a que emplearon métodos de producción más eficientes a causa de que su sistema de distribución y de venta fue mejor. Todos los talleres en sí trataron de obtener el mismo grado de éxito, sin embargo, los resultados variaron mucho entre sí.

En un caso como este muchos habrían de pensar que las diferencias se debieron a que los talleres obtuvieron una “buena administración”, fue porque desarrollaron magnifica experiencia en la organización, planificación y control de los diferentes aspectos industriales que generalmente son factores muy importantes para lograr un resultado mucho mejor que el de los competidores.

Y efectivamente, pudimos comprobar que los negocios de menor éxito se valieron de métodos y formas anticuadas de encarar los problemas, porque sólo se administraron “por tradición”, “por intuición” o “por rutina”. La razón de hacer las cosas como las hicieron no es otra “porque siempre se ha venido haciendo así”. Sus procedimientos no fueron el mejor resultado de análisis y estudios cuidadosos, aún a sabiendas que los negocios modernos deben ser dinámicos y continuamente cambiantes. Cualquier negocio que no se adapte a esos cambios, buscando la superación y la novedad, será dejado atrás invariablemente por sus competidores que están alerta y que hayan aprendido tan importante lección comercial.

Sin embargo, no debe confundirse que por el solo hecho de que un sistema de producción y de venta haya sido por largo tiempo conservador, tenga que ser necesariamente equivocado. El éxito de un procedimiento no está por su antigüedad, sino más bien porque pudo adaptarse a las condiciones de oferta y demanda, y por la buena voluntad y el interés de los dueños de esos negocios para alcanzar los mejores objetivos. Por lo tanto, tratando de obtener las mejores utilidades en las próximas temporadas de súper venta será muy necesario que los administradores o dueños de los talleres, examinen constantemente sus sistemas, métodos y procedimientos de acuerdo con las condiciones que existen en la actualidad (Boletín informativo de la presidencia municipal de Moroleón, 2001).

El periodo de crisis económica sufrido desde 1994 en los pequeños y medianos talleres se recrudeció alrededor de 2005, cuando la venta de ropa importada de origen asiático se convirtió en una opción comercial cada vez más viable, ya que muchos de los talleres no contaban con la tecnología, la mano de obra calificada, la capacidad de diseño y los insumos textiles necesarios para producir prendas “más llamativas”. Una opción para acceder a nuevos y más amplios mercados fue crear diseños de ropa más novedosos, lo cual hizo necesario fortalecer el abastecimiento de telas e insumos de origen asiático, así como recurrir de forma cotidiana al encadenamiento de la producción con otros talleres. Esto permitiría el acceso a recursos tecnológicos y de mano de obra de otros talleres bajo el modelo de producción por volumen. Asimismo, deslindaba a los productores, de la relación patronal, incluso, del conocimiento detallado sobre las maniobras de confección. Así, surgió una forma basada en la articulación de talleres chicos, medianos y grandes que producen prendas a menor costo.

La Casa-Taller y el Taller-Red

Debido a la popularidad que Moroleón y Uriangato habían adquirido como nichos comerciales, a finales de la década de los noventa y la primera década de este siglo también arribaron comerciantes coreanos y chinos que ofertaban telas, maquinaria y ropa confeccionada. Algunos de ellos establecieron locales comerciales en los que empleaban gente de la localidad para facilitar las transacciones comerciales, de forma que pronto hicieron competencia a los propios lugareños, así como a los comerciantes del Estado de México, con quienes ya tenían interacciones comerciales en Chiconcuac y Zapotlanejo, de donde también se lleva ropa a estos dos municipios. La opción de vender ropa de origen asiático fue tan atractiva que después de la llegada de los comerciantes provenientes del Estado de México y Asia surgió un estrato de comerciantes que comenzó a viajar de forma frecuente a Los Ángeles, California, para ir al área conocida como “Los Callejones” y el “mall” San Pedro para adquirir directamente prendas de bajo costo que se venden por mayoreo. Cuatro factores se conjuntaron en la competencia comercial:

- La venta local de prendas de origen asiático que presumiblemente abatió los costos productivos de los talleres locales.

- La presencia de nuevos comerciantes nacionales y asiáticos que impusieron nuevos ritmos productivos debido a su capacidad de diseño, adquisición de materiales, distribución comercial, crédito y acumulación de capital económico.

- La débil capacidad de compra, tecnología y diseño de las casas taller.

- Clima de desconfianza entre los propietarios de las casas-taller de las dos localidades.

Estos factores contribuyeron a la diferenciación y reorganización de los talleres, de manera que para finales de los noventa y principios de este siglo se encuentran cuatro tipos:

- Talleres medianos ubicados en grandes y medianas casas que producen copias de marcas internacionales y prendas de diseño propio. A su vez, maquilan a las fábricas más grandes con mano de obra base y domiciliada que, además, tienen una capacidad de distribución regional.

- La casa-taller tradicional que fabrica una variedad reducida de modelos, con un reducido número de empleados que, por lo general, son los propietarios de este. Maquilan a los talleres medianos y grandes.

- Talleres dedicados a la maquila de procesos especializados como fijado de cierres, elaboración de ojal, costuras rectas, over y collaretas.

Los talleres que no cuentan con recursos tecnológicos para alcanzar grandes contratos con empresas, tiendas departamentales o una producción de línea propia tejieron una red de interacciones productivas basadas en relaciones de confianza. Este tipo de “taller–red” se distingue por un mayor grado de flexibilidad, de forma que trabaja para empresas con estándares de calidad verificados por las marcas prestigiadas, así como con talleres de su propio tipo, incluso, con particulares que se aventuran en la confección de alguna prenda para comercializar temporalmente. De manera que emergió la producción de prendas a partir de intermediarios, es decir, personas que emprendían la producción de modelos de ropa utilizando los servicios de submaquila disponibles como el de corte y confección.

A diferencia de la casa-taller, el taller-red cuenta con algún proceso especializado como: fijar cierres, hacer ojales, la impresión digital de telas y prendas, entre otros. Asimismo, algunos de ellos sólo funcionan en épocas de alta demanda, mientras que el resto del año, los propietarios pueden formar parte de la plantilla de trabajo de alguna casa-taller. En cambio, la casa-taller preserva una forma de producción que permite que prenda sea producida completamente en el mismo taller. Asimismo, se distinguen por tener una producción constante de modelos, ya sea de blusa para dama, ropa para bebé o ropa deportiva. Usualmente, cada casa-taller cuenta con un local comercial ubicado en la parte de enfrente de las casas, lo que permite una mejor identificación de la demanda de prendas. Por otro lado, su mano de obra es fija ya que usualmente emplean a costureras de confianza que han trabajado durante décadas, incluso generaciones, para los mismos propietarios (ver Tabla 3).

Por otra parte, se verticalizaron algunos procesos que antes eran hechos en un solo taller, de forma que una prenda puede recorrer dos o tres talleres antes de ser terminada. Además, se contribuyó a la generación de un sentido productivo asociado con las nociones de grandes volúmenes, ya que las relaciones con talleres más grandes algunas veces implicaban la maquila de prendas dirigidas a mercados más amplios.



Tabla 3. Diferencias entre la producción casa-taller y taller-red


Casa-taller

Taller-red

Producción completa de la prenda.
Producción constante.
Uno o varios tipos de prendas.
Tienda de fábrica.
Posiciones fijas de los trabajadores.

Trabajo especializado (fijar cierres, hacer ojales, impresiones digitales).
Por épocas del año o alta demanda.
Por tipo de prenda y/o dificultad para confeccionar tela(s).
Movilidad en las posiciones (de trabajadoras a patronas o viceversa).

Nota: con base en notas de trabajo de campo y entrevistas.



Cuando la comercialización de “ropa importada” (categoría local para designar a la ropa de origen asiático que es comprada en Los Ángeles, California, o a intermediarios locales) creció de manera exponencial en Moroleón y Uriangato una buena parte de los talleres locales también reorganizaron su forma de producción. En ese sentido, un aspecto relevante de la dinámica laboral local es la negociación del sueldo y su variación a partir del rendimiento de las trabajadoras o las relaciones de confianza entabladas con ellas. Aproximadamente desde mediados de la década de los noventa muchos de los talleres cancelaron la remuneración “fija” para reemplazarla por el pago “a destajo”, por lo que la remuneración por las jornadas depende de la habilidad y la rapidez estimadas por la supervisora o entrevistadora. Así, los talleres vuelven “elástico” el gasto fijo de nómina a partir de criterios “personales” que son reflejo de la valoración del trabajo en relación con la experiencia demostrada.

Algunos comerciantes utilizaron la “tela de combate” para fabricar blusa juvenil y venderla a un costo de 3 piezas por 100 pesos. Así lograron economizar la producción y el sueldo ya que solo pagaban por movimientos de costura realizados, en lugar de remunerar por prenda entera.

Como indica Piore (1990), los tiempos productivos y el volumen en la industria de la confección hacen que este tipo de estrato abarate costos a partir de los salarios bajo el supuesto de un trabajo artesanal cualificado. Las jerarquías entre los trabajadores son flexibles, de forma que el control del trabajo se esgrime de maneras dinámicas, de manera que:

el sistema de determinación de los salarios de la industria de la confección es por sí solo un factor que frena la creación de una maquinaria de reclamación que no se base en los salarios. Dado que los trabajadores son remunerados por piezas, la empresa está dispuesta a dejarlos libres para que puedan decidir cómo quieren trabajar […] Al mismo tiempo, las elevadas tasas de creación y desaparición de empresas de confección femenina hacen que muchos trabajadores de esta industria pasen a ser supervisores, patronos y de nuevo trabajadores. También se registra una gran cantidad de subcontrataciones que colocan a los patronos en un papel subordinado y la jerarquía de los contratistas cambia de un año a otro. (p. 171)

El crecimiento comercial que sucedió desde mediados de la década de los ochenta y los primeros cinco años de los noventa también dio pie a un fuerte sentido de competencia. Mucha gente expresa que prácticas como el robo de modelos (entre propietarios de talleres, así como de empleados a patrones) y la disminución de los precios se volvieron recurrentes, el propietario de un taller comentaba que:

El que roba siempre va a ser el trabajador. Porque aparte de su sueldo de 800 pesos o 500 pesos, se puede llevar desarmadores, se puede llevar prendas armadas, desarmadas, piezas de maquinaria. Se puede llevar clientes. Se puede llevar tu personal. Te puede meter al bote por decir una mala palabra. Ninguna trabajadora de aquí te firma un contrato, mejor no trabaja. (Entrevista a propietario de taller de ropa infantil, 2016)

La convergencia de la gran demanda de ropa y las relaciones de confianza entabladas entre patronas y costureras permitieron que algunos talleres prosperaran tanto como el de sus propios expatrones, igualando así la capacidad productiva de los lugares donde las mujeres habían sido empleadas.

Comentarios Finales

La flexibilización productiva, además de consistir en la capacidad de los productores para responder a las demandas del mercado, también se explica en términos de las trayectorias sociales de las localidades. La relación entre el mercado y la producción requiere una discusión acerca de cómo la fuerza de trabajo y los medios de producción son adecuados para satisfacer las cambiantes necesidades comerciales. Tejer una malla de relaciones productivas que permita alcanzar mercados más amplios se ha convertido en una de las preocupaciones para los pequeños y medianos talleres familiares, para ello se han generado una serie de estrategias basadas predominantemente en relaciones de confianza que permiten articular trabajo artesanal con trabajaos especializados. Así han logrado reducir la incertidumbre y eventualmente han acumulado una experiencia colectiva entorno a la fluctuación de los mercados. Tales talleres han logrado reorganizarse en medio de la división de ciclos productivos y mercantiles, creando así redes de confección sumamente flexibles

Una dimensión elemental en este proceso es la gestión de la mano de obra y la forma como se organizan las formas de trabajo. En un contexto como el de Moroleón y Uriangato vemos que la acumulación del capital económico y social se da gracias a la capacidad de movilidad de los sujetos y la capacidad de flexibilidad en las que las relaciones de reciprocidad e identificación cobran relevancia. Así, las casa-taller y su capacidad de convertirse en taller-red sirve como espacio de acumulación de distintos tipos: relaciones familiares, laborales y mercantiles que articulan elementos de lo formal e informal.


Referencias

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Wilson, F.(1990). De la casa al taller. El Colegio de Michoacán.




Acerca de la autora

Marisa Josefina Valadez Montes (marisa.valadezm@gmail.com) es candidata a doctora en Estudios Interdisciplinarios Sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad por la Universidad Autónoma de Querétaro (México). Maestra en Antropología Social por el Colegio de Michoacán A.C (México). Licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (México). Actualmente es profesora asociada al Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (ORCID 0000-0002-3317-5638).




Recibido: 15/05/2022

Aceptado: 24/06/2022









Cómo citar este artículo

Valadez Montes, M. J. (2022). De la casa-taller al taller-red: flexibilidad productiva en la industria de la confección de Moroleón y Uriangato, Guanajuato. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 26(47). https://doi.org/10.33064/47crscsh3711











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