Deslices en la búsqueda de sentido. De la netnografia en facebook a rtweet
Slips in the search of meaning. From nethnography on facebook to rtweet
ROSARIO BARBA GONZÁLEZ
GABRIEL A. CORRAL VELÁZQUEZ
Universidad Autónoma de Querétaro, México
Resumen
La cultura digital ha supuesto un cambio en la significación de prácticas y discursos cotidianos. Nuestro entorno se ha visto modificado por una serie de referencias y actuaciones que han supuesto una adecuación a nuestro ecosistema mediático. Dar cuenta de ello ha requerido buscar estrategias para interpretar qué habilidades hemos desarrollado para interactuar en estos espacios. Se presentan dos ejercicios de la búsqueda de sentidos que se construyen en la mediación de las redes sociodigitales. La propuesta es contrastar las posibilidades de ambas y retar sus limitaciones, así como los imbricados caminos de descubrimiento de sus potencialidades. Se trata de exponer las complicaciones y asombros que han formado parte de las exploraciones en estos caminos. Se proponen tres caminos que se vinculan por medio de su interés en la búsqueda de sentidos en el intercambio comunicativo cotidiano. Al mismo tiempo, se diferencian en mucho más que su enfoque cualitativo-cuantitativo.
Palabras clave: Metodología; cultura digital; redes sociodigitales.
Abstract
Digital culture has meant a change in the meaning of everyday practices and discourses. Our environment has been modified by a series of references and actions that have meant an adaptation to our media ecosystem. Realizing this has meant looking for strategies to interpret what skills we have developed to interact in these spaces. Two exercises of the search for meanings that are built in the mediation of socio-digital networks are presented. The proposal is to contrast the possibilities of both and challenge their limitations, as well as the intertwined paths of discovery of their potentials. It is about exposing the complications and wonders that have been part of the explorations on these roads. Three paths are proposed that are linked through their interest in the search for meanings in the daily communicative exchange. At the same time, they differ in much more than their qualitative-quantitative approach.
Keywords: Methodology; digital culture; socio-digital networks.
Estudiar internet en internet significa aceptar que se trata, a la vez, de un canal, un medio, un contexto y un territorio en el que la vida social se extiende y se desarrolla. No significa, solamente, llegar ahí como un objeto cada vez menos novedoso, sino que se recurre porque ahí es donde concurren los individuos y ocurren sus eventos (Ruiz, 2008). Resulta imperativa su observación en un mundo en el que las prácticas de interacción social han ido inundando espacios que no están fundamentados en un territorio geográfico.
A partir de una búsqueda de sentido y explicar la manera en cómo se han desarrollado la participación, el discurso y las prácticas en las redes sociodigitales este trabajo da cuenta de los avatares metodológicos en los que se han visto envueltos los ejercicios de exploración en Facebook y Twitter.
Es importante definir qué la comunicación como producción social de sentido tiene por definición la relación de significados compartidos a partir de referencias simbólicas compartidas en un entorno sociocultural. La importancia de entenderlo de esta manera permite la comprensión de la comunicación y de los significados a partir de la acción colectiva de los sujetos y la relación con las estructuras sociales a las que se hace referencia en lo simbólico
En al menos tres ejercicios de investigación (Barba, 2017, 2021; Corral y Barba, 2021) se ha buscado definir la manera en que se construyen sentidos en las plataformas digitales. Aquello que se denomina cultura digital ha encontrado un espacio cómodo en la conversación cotidiana y adquiere sentido si se refiere como una serie de referentes simbólicos que definen nuestra apropiación del entono virtual adecuándolo a nuestra cotidianidad. Con esta directriz, se ha buscado definir de qué manera estamos construyendo nuestros propios significados de aquello en lo cual los usuarios se desenvuelven con cierta naturalidad expresando sentires, buscando acompañamiento o generando debate público.
El reto ha supuesto construir herramientas de alcance metodológico que acerquen y enfoquen esas particularidades que hace de cada espacio un entorno reconocible y que permite establecer un diálogo que ya hemos apropiado y que permite la interacción como cosa de toda la vida. Con esa inquietud se han desarrollado algunas ideas que se muestran en este documento y plantean ejemplos sobre cómo ha sido ese acercamiento y de qué manera se han encontrado diferencias y similitudes en las redes sociodigitales Facebook y Twitter.
Lo digital se ha constituido como un espacio fundamental para el desarrollo de las actividades humanas, lo que ha significado el desarrollo de una cultura característicamente digital. Esto ha traído sus propios retos en cuanto a la edificación de estrategias metodológicas que permitan trabajar lo que pasa en internet, desde internet, aunque sin perder de vista los entretejidos que se han hilado entre lo offline y lo online. Tal complejidad amerita la búsqueda de una comprensión holística que permita el análisis urdido entre las múltiples capas de la hipertextualidad (Ruiz, 2008).
Para la aproximación que se presenta en este artículo se ha abordado internet, precisamente, desde la interacción social que ocurre entre sus actores. Es decir, se pone en el centro de discusión a los agentes, lo que ha implicado consideraciones fundamentales desde una visión interpretativa que aprovecha los discursos de actores situados en contextos sociohistóricos específicos. Voltear al análisis de la discursividad supone la búsqueda de la significación a partir del contexto, así como las estrategias que los actores recrean para dar sentido a su expresión (Reguillo, 2000).
El enfoque desde los actores obliga a pensar al medio desde la perspectiva de la relación que la gente construye con él. Esto es posible mediante el análisis de sus prácticas en, con y a partir del medio. Se supone que estas prácticas son manifestaciones de la estructura social que las moldea y habilita. En estas expresiones, por lo tanto, se plantea buscar las huellas de lo social entre las consideraciones complejas de las mediaciones que atraviesan su anclaje y subjetividad en su caso específico (Padilla, 2012, p. 88). La base es que todo discurso está cargado de intenciones.
Las expresiones y prácticas de los actores son manifestaciones de sus sistemas de significados, siempre situados. Por lo tanto, la atención en las secuencias de quehaceres cotidianos permite la reconstrucción analítica de posibilidades a las que tiene acceso el sujeto y que efectivamente aprovecha para la producción de expresiones creativas que aparecen en un espacio y un tiempo (De Certeau, 2000).
El traslado de estas observaciones, desde pretensiones de complejidad al entorno de internet ha supuesto la experimentación con metodologías y técnicas que permitan observar e interpretar la producción y análisis de los datos que producen tanto actores como los observadores. Este recorrido no se ha puesto como uno fácil. Huelga decir que el deslizamiento entre procesos y plataformas ha sido lioso. La adaptación de las técnicas acarrea problemáticas, limitaciones y sesgos de sus formatos originales. Entre otros, el alud de datos que se genera en Internet requiere de matrices analíticas sólidas y específicas que dirijan la mirada. El nivel de participación o involucramiento con los entornos con los que se generan, siguen presentando retos para el investigador. Y las críticas a las técnicas cualitativas y cuantitativas siguen manifestándose.
Por otro lado, ofrece brillantes oportunidades y facilidades. Por sus características, los espacios digitales permiten asir las voces de los participantes en sus propias expresiones de sentir entre unos y otros. En línea se comparten dificultades, proyecciones, experiencias, emociones en afirmaciones, discusiones y debates sobre sus los sentidos que les otorgan. La observación en internet permite acceder a toda esta información de manera multisituada y multiaccesada. Al mismo tiempo, el entorno permite la validación de los datos al crear nuevos cruzamientos para contrastar las fuentes pues permite vincular las producciones (texto, fotografía, vídeo, sonido, etc.) que crean y recrean los actores en sus intercambios. Es decir, los participantes no solo describen sus prácticas, sino que las discuten, las ejemplifican, se burlan o se suscriben en comentarios verbales y frecuentemente complementados con imágenes y videos. Aún más interesante, aprovechan las propuestas de sentido de otros usuarios, los apropian y los integran como parte de su argumento, lo que permite observar no solo las expresiones del agente aislado, sino a partir de su interrelación con otros. La red permite que el investigador observe, sin necesariamente ser observado, el contenido compartido y re-compartido por los participantes del entorno.
Además, se facilita el registro de las intervenciones dado que ya “están ahí” escrita y asequible de forma permanente, dispuestas para su recolección y conversión en datos de investigación. En general, ni siquiera existe una pérdida en la transición de la oralidad al escrito, ya que las conversaciones son directamente escritas, con sus propias reglas y requisitos (Ruiz, 2008). Desde luego vale la pena insistir en las dificultades que todas estas características presentan pues implica vérselas con distintas necesidades de análisis e interpretación de una diversidad abrumadora de formas en la que se expresan los sentidos.
En este tránsito de posibilidades y dificultades se inserta el trabajo que se describe. El mundo de las publicaciones, artículos, indexaciones, etcétera, se ha rodeado de un halo de pureza y pulcritud como si la investigación fuera un proceso en fases discernibles, limpias y siempre armónicas. Frente a ello, aprovechamos este espacio para develar, precisamente los experimentos en la búsqueda del sentido que las personas crean y expresan en las redes sociodigitales, como puntos de encuentro en internet. Hemos transitado entre Facebook y Twitter en esta búsqueda y lo que se presenta es esta travesía hasta llegar a las posibilidades y dificultades que estas dos presentan para la investigación de actores que se encuentran en línea.
Estudiar las redes sociodigitales no es lo mismo que observar todo internet o todo el mundo. Valga la aceptación. Sin embargo, dentro del entorno de internet, las redes sociodigitales se constituyen como un espacio de interacción colectiva en el que se condensan y concurren múltiples redes de poder y de producción cultural (Martín-Barbero, 2003). Se trata de una de las pruebas de la progresiva mediatización de la cultura colectiva. En estos entornos se construyen interacciones que toman distintas formas. En Twitter se dan intercambios relativamente públicos a partir de temáticas afines. En Facebook se instauran grupos, seguidores y comunidades. Ambos, como espacios de interacción que se abren como parte de un proceso histórico a largo plazo que está en marcha, relacionado con la emergencia de los medios cada vez más interactivos y su institucionalización.
La irrupción de los medios sociodigitales en la vida cotidiana esta evidentemente atravesada por las posibilidades de acceso a ellas. En México, la penetración de Internet ha venido en ascenso marcado. Para 2020, 7 de cada 10 mexicanos contaban con acceso a la red. De tal manera que se estima que el país tiene, al menos, 80 millones de usuarios navegando, en promedio, en casi cinco dispositivos, entre teléfonos inteligentes (93%), computadoras (75%) y otros. Las fluctuaciones en estas proporciones con respecto de otros dispositivos recuerdan la complejidad y variabilidad de la relación entre las audiencias y sus medios. (iab México, 2020).
Como puerta a Internet, las aplicaciones que más emplean los mexicanos las redes sociales (90%), el correo electrónico (84%), los buscadores (76%), herramientas de mensajería instantánea (61%) y para aquellas destinadas a la reproducción de música (56%). A raíz de la situación mundial en 2020, se ha visto un incremento en el uso de todas y se ha extendido a las aplicaciones bancarias (47%) (iab México, 2020). Estas cifras reiteran la importancia tanto como la creciente confianza que se tiene por la traslación de actividades desde entornos fuera de línea hacia las plataformas online.
Así, las redes sociales como espacios en la red son campos complejos de intersección entre cuerpo, máquinas y discursos humanos. La cultura que ahí se desarrolla se manifiesta en patrones comportamiento y significados simbólicos compartidos, expresados principalmente a través de comunicaciones mediadas por la computadora (Kozinets, 1998). Además, permiten la indagación de campos que, aunque parezcan extraordinariamente dinámicos dado lo efímero de los contenidos que en ellos se produce, los espacios con los que interactúan los usuarios permanecen relativamente estables a lo largo del tiempo. Se van construyendo a partir de ideales gustos preferencias y valoraciones que permanecen por periodos considerables (Calvo, 2015).
Así, estos informes dan muestra de comportamientos de internautas mexicanos que describen la relevancia de las redes sociales para la socialización y para la estancia en línea, tanto como de la dificultad que implica, siquiera, contabilizarlos. En promedio, los usuarios mexicanos cuentan con más de cinco perfiles en distintas redes. La principal es Facebook con una cobertura casi absoluta del país, en la que 99% de todos los internautas de México poseen un perfil. Después, 93% de los usuarios cuentan con un perfil de Whatsapp, 82% con uno de YouTube y 63% con uno de Instagram. Abajo en esta lista se encuentra la red social Twitter, con un reservado 39% de los usuarios de internet de México. Esto significa que, en México, Twitter contaba, en agosto de 2020, con 9.5 millones de usuarios (Burgueño, 2020).
En estos espacios se prefieren distintos niveles de involucramiento. La actividad preferida es ver a través de la ventana digital (64%). En segundo término, a las redes se va a compartir (56%) en específico, memes de humor. Esto describe las posibilidades de involucramiento con los contenidos que se comparten en redes sociales. En un nivel mínimo de compromiso e interacción encontramos el ver o leer las publicaciones y sus comentarios, clicar en vínculos referidos o ver fotos y videos. Es decir, acciones que denotan niveles superficiales de interacción. En cambio, demostraciones más intensas son las de “me gusta”, “favorito” o como se denomine en la red social de estudio. Después, compartir y comentar (en este orden) o una combinación de ambas en la que el usuario se apropia del contenido. El “like”, como la forma más fácil de participar y las siguientes como niveles crecientes de compromiso con lo que se propone (Ballesteros, 2018).
Así, el camino de indagación nos ha llevado, en Facebook, a través de la etnografía virtual (o cualquiera de los términos que se emplean para denominar el ejercicio). De ahí hacia la búsqueda de generalizaciones con encuestas en línea. Y finalmente, los retos que ofrece Twitter para la demostración de significados puestos en común. El concepto que interesaba desentrañar fue el de las prácticas entorno a la cultura participativa en entornos digitales (Jenkins, 1992) este concepto funciona como hilo para articular, en Facebook, sobre los significados de la maternidad y en Twitter, las expresiones y asociaciones en torno a la cultura política.
La investigación netnográfica en Facebook
Como objeto de aproximación a las interacciones sociales que ocurren en entornos en línea se ha indagado en los grupos de Facebook relacionados con la crianza y la maternidad. Se observa su emergencia como parte del proceso en el cual el uso de los medios de comunicación en soportes digitales ha permitido la reorganización de las relaciones entre las organizaciones de medios y sus públicos. Es decir, su presencia discurre entre el mundo online y offline, como parte de la construcción de la cotidianidad y que permite la interacción colectiva y la construcción de comunidades a partir de repertorios significativos compartidos.
A través de la contrastación de lo que se observa en estos grupos con su contexto, se ha plantead o reconocer cómo se construye sentido en las relaciones sociales. Así, el propósito es buscar precisamente el componente relacional de la construcción de identidades, que se ancla en un contexto y que se materializa en prácticas y discursos.
La forma que mejor encontramos para esta aproximación fue la etnografía situada en espacios en línea, en particular, la técnica de la observación participante. Como ocurre con frecuencia, el objeto de estudio apareció en el camino de la experiencia cotidiana. Por lo tanto, esta ruta permitió aprovechar la inmersión que ya se tenía por parte de la investigadora. Esta circunstancia requiere de un compromiso de vigilancia epistemológica particular, para alertar sobre sesgos de interpretación a partir de la experiencia personal y no del contexto y la bibliografía. Sin embargo, la previa inmersión ha habilitado a la investigadora para comprender dinámicas y lenguajes que pueden solo estar abiertas para quienes forman parte de los grupos. Así, es necesario el conocimiento del objeto, pero, igualmente, flexibilidad para llegar a comprender qué es lo que el grupo significa con ello y trascender prejuicios (Galindo, 1998).
Bajo estas premisas, se aprovecha la netnografía como una opción cercana a la etnografía multisituada. Directamente se enfocan las propuestas de Kozinets (2010) en combinación con la de Turpo (2008) en aras de investigar el comportamiento en las comunidades construidas dentro de Internet a partir de la estancia y los diarios de campo, así como en los artefactos generados en la comunidad. Esto, para el caso, se traduce en comentarios, fotografías, videos, memes y demás contenido que se produce o comparte, etiquetas para nombrarse en el grupo, sus reglamentos y jerarquías.
Con el traslado al Internet, tanto el potencial y limitantes de la técnica tradicional se replican y, quizá, se incrementan. El trabajo de producción de datos a través de técnicas etnográficas implica el reconocimiento de que el espacio en línea es un canal, un medio, un contexto y un territorio al que la vida social se extiende y en el cual se desenvuelve (Ruiz 2008).
Se eligió la generación de datos desde este enfoque para profundizar en la comprensión de las formas en las que se percibe y experimenta la vida cotidiana. Estar ahí y observar las interacciones orgánicas del entorno permite interpretaciones las especificidades, las complejidades y las diversidades que se manifiestan en las experiencias del mundo cotidiano. El ejercicio habilita la investigación sobre el entretejido que estructura la producción de sentido en la interacción. Implica partir de que las construcciones de sentido que realizan los actores se dan sobre la alteridad y el encuentro con el otro y siempre enmarcadas en un contexto que le confiere particularidades. Por lo tanto, se decidió ejecutar técnicas etnográficas para la observación participante contextualizada en procesos más amplios sociales, económicos y políticos que permitieron interpretar la participación en los grupos como parte de un tejido social más amplio.
Internet, por medio de la plataforma Facebook, es el campo en el que las madres han elegido participar con otras desde su rol de madres. En esta posición crean y forman comunidades en donde comparten experiencias cotidianas que provienen tanto del mundo real como del virtual. Ambos espacios nutren las percepciones y las prácticas y en ambos espacios se manifiestan, cada uno con sus reglas (Zurawski, 1999).
Se trata de grupos de encuentro que nacieron en línea y que son reunidos a partir de un único interés o tema en común y que, de otra forma, en su mayoría no hubieran coincidido. Las participantes encuentran en estos grupos soporte, reconocimiento, intercambio e interacción que complementan o sustituyen aquellos de su entorno físico. La netnografía tiene la facilidad de aprehender los intercambios que ocurren en este tipo de comunidades que comparten la crianza, la maternidad e intercambios que indirectamente se relacionan con estas actividades.
Esta característica fue aprovechada mediante la discontinuidad de las intervenciones. En ocasiones se evidenció la presencia del investigador presentándose y proponiendo preguntas en los grupos. Otra buena parte del tiempo se aprovechó la dinámica natural de las comunidades para recabar información sobre su cotidianeidad (Del Fresno, 2011).
Las categorías analíticas correspondieron a la afiliación, la expresión, la participación y la movilización de los participantes, de acuerdo con la definición de Jenkins (2009) y la aplicación en el trabajo de Shresthova y Kligler-Vilenchik (2012). Estas cuatro categorías han bastado para recoger las distintas expresiones de códigos y narrativas que se construyen para delimitar y edificar la comunidad de pertenencia.
La captación de estos indicios se comienza por la localización de grupos. Para el caso, se identificaron aquellos grupos de Facebook que emplearan alguna autodenominación relacionada con la maternidad: mamás, mamis, moms, como por ejemplo. De esta forma se buscó cercar el interés en común que sostienen estas participantes con respecto de otros grupos. El paso siguiente es filtrar todos estos grupos según (Turpo, 2008)
Así el nombre del grupo se postula como una categoría relevante en la identificación, en tanto que son las mismas madres o participantes las que se identifican con el nombre. Es la categoría nominal la que las atrae como referente de pertenencia. A él se asocian y desde él se significan, constituyéndose como expresión de su identidad.
En esta búsqueda se encontró que, además del nombre se emplea cierta referencia a la ciudad o a una zona, de un país o ciudad. Así, a pesar de que una de las principales características de las comunidades en línea es, precisamente, su desterritorialización, se muestra la relevancia del anclaje territorial en esta construcción identificatoria (Ruiz, 2008). El espacio físico se vuelve una particularidad contingente, aunque no determinante pues el encuentro sigue siendo centrado en el interés común.
Posteriormente, se realizó un filtro selectivo y se eliminaron los grupos con pocos usuarios y de escaso o nulo nivel de actividad (Turpo, 2008). Con los restantes se observaron aspectos de las relaciones entre los miembros (Ruiz, 2008). Primero, la verificación de la identidad en la que las integrantes muestran sus nombres o apodos y la mayoría de ellas proyecta en sus perfiles las fotografías con los hijos que las vuelven mamás, mamis o moms. Las participantes se integran, con frecuencia, invitados por otros por medio de recomendaciones y sugerencias. Aunque se trata de comunidades de miles de integrantes, es viable ser reconocido. La comunicación sin anonimato permite construir un ambiente de confianza.
Para delimitar los grupos, son relevantes dos características: el lenguaje y las normas compartidas. Se trata de códigos que son empleados dentro de la comunidad. En particular las normas son relativamente fáciles de ubicar puesto que cada vez más grupos, exigen la aceptación de normas para solicitad la adscripción. Más complicado es rescatar las formas de expresión y los símbolos usados para transmitir emociones a través de un lenguaje compartido al interior de la comunidad. Incluso los temas que se tratan en cada comunidad son relevantes para la netnografía. Hay grupos más flexibles en los que la comunicación puede discurrir de manera más orgánica. Por otro lado, existen aquellos con temas de interés más particularmente cercados y en los cuales, los administradores y miembros impiden la discusión de cuestiones ajenas.
Estos elementos operan para aplicar y mantener los límites de quienes forman parte y no del grupo. La forma que Facebook permite para esto es la aprobación de solicitudes de nuevos miembros, así como el estatus de privacidad, que permite mantenerlo, incluso, secreto para agentes externos.
Otra categoría de análisis fue el nivel de agregación social que se presenta entre las participantes del grupo. Este se muestra en los comentarios en respuesta, tanto como en los temas que abarcan las preguntas que se hacen. Como ejemplo, en algún grupo se publicaron fotografías de atuendos formales para que el grupo comentara cuál se veía mejor. Esto describe un grado alto de confianza porque expresa una pregunta que normalmente se hace en el entorno directo, que va más allá de recomendaciones de restaurantes. Denota intimidad, abrir las puertas de la privacidad.
Su emergencia y mantenimiento dentro de la red requiere de suficientes personas que se involucren y participen. Así, las discusiones que ocurran son accesibles para sus miembros. Para la observación etnográfica son particularmente relevantes dado que en ellas se manifiestan los puntos de vista que concurren en el grupo.
Las características previas se relacionan con el tiempo que lleva montada la comunidad y el sentimiento compartido. Con frecuencia, los grupos caen en desuso o son creados por un lapso específico. Los grupos que interesan a la etnografía en espacios virtuales permanecen disponibles por un tiempo suficiente. A través del tiempo se establecen relaciones y sentimientos de auténtico contacto con otras participantes. Estos incluyen emociones como la clausura, honestidad, apoyo recíproco, confianza y expresiones de afiliación. Esta caracterización da muestra de un establecimiento social entre las miembros del grupo que en ocasiones extiende los vínculos online hacia otros aspectos de la vida.
Los datos de las categorías anteriores fueron producidos y posteriormente organizados en las cuatro categorías más amplias que se designan desde la cultura participativa: expresión, afiliación, movilización y participación. Se agruparon y evaluaron de acuerdo con cinco líneas de observación en las interacciones grupales:
1. La cantidad y el tipo de reacciones, de acuerdo con las posibilidades que ofrece Facebook;
2. Los comentarios en cantidad e hilado, para identificar los temas que detonaban mayor respuesta en los grupos y cómo se expresaban frente a ellos;
3. La diversidad de comentaristas para dejar ver si la conversación se sostenía entre unos pocos o más participantes se integraban a la discusión. Esto implicaría que el grupo es un espacio que facilita la percepción de que la opinión de sus participantes es relevante;
4. Los contenidos de las respuestas en forma textual e icónica y;
5. Las manifestaciones de acuerdos y desacuerdos del grupo con respecto a un tema.
Este trabajo discurrió sin inconvenientes y dio pie para pensar en nuevas posibilidades. Las limitaciones de esta aproximación incluyen la dificultad para la generalización y el trabajo casi artesanal de recuperar las interacciones. De ahí, se procuraron formas de acercarse a corpus de datos que pudieran ser más amplios y observar discursos y sentidos de la maternidad de manera extensiva.
Los métodos cuantitativos estadísticos aparecían como una buena opción, sin embargo, la recolección de los datos aún implicaba un trabajo manual. Ante esta necesidad, se realizó un acercamiento mediante a las encuestas distribuidas a través de redes sociales. Adelantamos uno de los principales resultados que se obtuvo fue el cuestionamiento de los datos producidos. La reflexión abrió las puertas a otro tipo de ejercicios en búsqueda de amplitud en los resultados.
El tránsito de una red a otra: Encuesta en redes sociales
Dado que interesaba la expresión en las redes sociales, la encuesta se impulsó por medio de las redes sociales de Facebook y Twitter. La prevalencia de Facebook como la red social con mayor amplitud de usuarios en México condiciona el intercambio y los vínculos entre personas. Por el mismo algoritmo de la plataforma, las funciones que se ofrecen son altamente diferenciadas según las preferencias, hábitos e intereses particulares en grupos de usuarios. Se aprovecharon estas condiciones para distribuir el cuestionario de perfiles personales y en grupos de distintas características de manera que se recuperaran la mayor diversidad posible de visiones. En este esfuerzo se obtuvieron sesenta respuestas.
Las encuestas fueron diseñadas para recuperar la cultura participativa en vinculación con la cultura política. Se trató de quince preguntas articuladas en torno a dos áreas. Por un lado, la cultura política en la que se desenvuelven los encuestados, es decir, en dónde y con quién conversan sobre política, el interés que mantienen en ella, la auto percepción de su grado de participación, la propaganda electoral a la que se ven expuestos, situaciones por las que se ven motivados a participar, relevancia adjudicada distintas formas de participar, credibilidad en instituciones e involucramiento cívico. Por otro lado, se encuestará sobre el uso político que hacen de los medios digitales y de comunicación masiva, lo que incluye el uso de redes sociales, frecuencia de compartir artículos o contenido político (por ejemplo, memes), reacciones a publicaciones políticas, interacciones con cuentas de representantes políticos, tanto oficiales como paródicas, la creación de contenido y la discusión con otros usuarios de redes sociales sobre temas políticos. La ficha técnica de los participantes rescató las características socio demográficas, de equipamiento en internet y de participación electoral, tales como la simpatía partidista y la filiación ideológica. Estas tres servirán de referentes contextuales para la actividad política en línea y fuera de ella.
El análisis de las respuestas permitió apuntar el conjunto de prácticas políticas y de participación en la esfera de lo público, teniendo como parámetro de referencia el nivel nacional. Con esto se observó la presencia de prácticas arraigadas a una cultura política autoritaria en las formas de participación que permiten las redes sociales y el mundo en línea.
La encuesta construye conocimiento a partir de las declaraciones de determinada población. Sus resultados tienen que ver con el establecimiento de patrones. En México, generalmente, las aproximaciones a la política en Internet referencian la Encuesta Nacional de Cultura Política y Práctica Ciudadana (ENCUP) y la Encuesta sobre la Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH). No hay trabajos como estos en plataformas virtuales a nivel nacional.
Por supuesto, la aproximación a la cultura participativa mediante encuesta aprovechó ambas como referentes. Además, se echó mano de las experiencias de la Secretaría de Gobernación (2013), García (2018), Fix-Fierro, Flores y Valadés (2017) y Ortega y Urbina (2014). Estos antecedentes se integraron para la elaboración de preguntas, así como sus resultados para reconstruir el universo en el que se insertan las prácticas políticas. La combinación de estos antecedentes permitió adaptar de manera crítica la ENCUP y la ENDUTIH a contextos particulares, considerando las posibles peculiaridades ni preguntas específicas de investigación.
Las encuestas presentan sus propios retos. Al tratarse de conjuntos, invisibilizan algunas dimensiones de involucramiento de sectores específicos, así como de prácticas arraigadas en determinados estratos poblacionales. Particularmente, en la ENCUP se reduce la observación de prácticas y hábitos a cuatro elementos: la organización en torno a problemas individuales o comunitarios; la pertenencia a organizaciones vinculadas al tratamiento de asuntos públicos; la realización de actividades de carácter cívico, militante o contencioso, y acciones de involucramiento altruista asistencia la filantrópica. La encuesta no incorpora actividades de carácter emergente como lo que se suscita en línea (excepto en la edición de 2012, cuando se incorporan actividades como el envío de mensajes por redes sociales).
Actualmente las encuestas en Internet son empleadas cada vez más, probablemente debido a las características que le permiten la rapidez, el bajo coste y la textualidad de las repuestas, entre otros (Díaz de Rada, 2012). Es considerada una de las principales formas de conseguir información a través de internet, a pesar de sus limitaciones metodológicas que incluyen el problema de la cobertura para el acceso a la encuesta y la posibilidad de no respuesta.
Se discute que la encuesta en línea tiene la misma validez que una encuesta realizada por medio de los métodos tradicionales. De acuerdo con Díaz de Rada (2012), la emergencia de las encuestas por Internet es consecuencia del gran desarrollo experimentado en las modalidades de recogida de información que tuvo lugar en los últimos veinte años. Para De Marchis (2012) la validez se obtiene no tanto a través de la representatividad sino de la repetición y de grandes volúmenes de respuestas. Es decir, el aumento de la muestra aumenta la potencia estadística por lo que se trata de observaciones finalmente válidas (p. 265). Otra forma en la que es posible superar el sesgo es describiendo de manera adecuada a la población que se estudió.
Ortega y Urbina (2014) recuperan que la respuesta en encuestas en línea tiende a ser variable conforme a cuatro factores que incluyen el grueso de la población, el contexto del levantamiento, la vigencia del instrumento en línea y la extensión del cuestionario. Las tasas de respuesta promedio tienden a concentrarse en torno al 32.52%, en promedio, y con una mediana de 26.45 en promedio. Como las investigadoras, aquí se define como piso operativo una respuesta esperada del 15%. La encuesta se ejecutará por la plataforma Google Drive que algunas ventajas, como la familiaridad del entorno y las posibilidades de distribución. Lo mismo ofrece algunas desventajas que incluyen la dificultad para traducir los resultados hacia plataformas de análisis estadístico complejo como SPSS (Ortega Gutiérrez et al., 2014).
Con estas condiciones se optó por un diseño muestral no probabilístico o por conveniencia que, aunque obstaculiza las posibilidades de generalización, permite centrar la mirada sobre procesos, y dejar abierta la inclusión y tipificación de individuos y comunidades específicas. Las dos condiciones de selección será ser residente en el área metropolitana de la ciudad de Querétaro y contar con INE. Con ello será posible la construcción de nuevas hipótesis sobre la diversidad de participaciones que se ejercen en línea, incluyendo una encuesta como esta sobre participación política.
Conscientes de las limitaciones de la técnica y las herramientas, se pretende que los resultados de esta encuesta auto administrada por internet se integraron a un estudio más amplio, con estrategias de recolección de datos cualitativos. De esta manera, se llevó a los patrones estadísticos a una indagación más profunda sobre la diversidad de prácticas políticas, así como un examen de las percepciones y significados que las personas otorgan a su práctica política, tanto en línea como fuera de ella.
La encuesta, recuperó los sesenta casos en un tiempo largo, resultando en un tipo de datos que, a pesar del tiempo se mantuvieron más o menos consistentes. La muestra recogida replica los resultados que usualmente se obtienen de encuestas por internet: principalmente mujeres alrededor de 35 años. Una vez más se evidencia que esta es la población que con más frecuencia atiende estas solicitudes (De Marchis, 2012). La participación en política, en general, tiende a ser escasa, a pesar de que se percibe cierta comodidad para expresar la propia opinión en redes sociales, sobre todo en Facebook y Twitter.
Con esta herramienta se obtuvieron una cantidad relativamente amplia de respuestas que nos dieron datos generales de comportamientos y prácticas que las personas emprenden con respecto de los significados compartidos sobre política. Si la observación netnográfica daba muestra de las articulaciones a partir de significados compartidos, la encuesta por medios sociales permitió recabar directamente las motivaciones y percepciones que detonan prácticas particulares.
Frente a estas respuestas sobre las prácticas de participación en la cultura política, el interés se volteó a los discursos detrás de ellas. A cómo las personas buscan articularse en la discusión sobre el poder y su incidencia en los temas de interés común. Esta pretensión se complica en la red social Facebook dado que se trata de un lugar que requiere de autorización de los usuarios para intercambiar opiniones. Por lo tanto, es más bien con junto de espacios privados. Twitter, sin embargo, es una herramienta de comunicación abierta (Calvo, 2015) que apareció como un espacio interesante para indagar, precisamente, los intercambios y discusiones que dejaran ver los discursos detrás de ellos.
El tropiezo con la minería de datos en Twitter
Si bien, Facebook es la red social más utilizada, la red microblogging Twitter ha tenido un ascenso durante los últimos años. La muestra poblacional hacia la que permite aproximarse Twitter presenta algunas particularidades o sesgos. Como para las previas aproximaciones, es menester no solo tomarlas en cuenta sino valorarlas como información en la producción de datos.
Twitter es utilizado de forma activa por apenas 0.8% de la población de México, particularmente en la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara y sobre todo en dispositivos móviles. La mayoría de la población en esta red social es hombre, lo que contrasta con la tendencia de respuesta en encuestas. Los perfiles de estos usuarios son algo más jóvenes que los de Facebook, entre los 24 y los 36 años y de niveles socioeconómicos B y B+ (Islas, 2021). La mayor actividad en la red social proviene de presentan más usuarios con mayor actividad en el espacio de Twitter. Al final son perfiles ligeramente diferentes que en todo caso presentan sus formas particulares de participar en la conversación. Dan muestra de un interés por participar y ser incluido. Se trata de expresiones que, aunque incipientes, describen espacios y formatos de participación que emergen en la conversación.
El potencial de Twitter recae en su reproducción de lo público. Al contrario de Facebook, permite asimetría, puesto que se pueden seguir cuentas sin autorización ni reciprocidad. Esta característica permite articular se entre cuentas oficiales y seguidores. Ello explica que 97% de los representantes de Estados miembros de las Naciones Unidas cuenten con un dirigente que publique informes a través de una cuenta de Twitter. Otra evidencia es que 951 cabezas de Estado o de Gobierno de 187 países también aprovechan la plataforma para exponer sus actividades (Lüfkens, 2018). Como estos datos, hay evidencia que sostiene la percepción compartida de que Twitter es la red social más política de todas. Por ello pareció el lugar en donde se podría percibir algo como una arena pública en donde distintas voces de encuentran discuten, debaten y comparten ideas (Wojcik y Hughes, 2019).
Una característica que dispone las condiciones específicas para que los intercambios se presenten de determinada forma es la limitación del mensaje, o el twit. La escasez de caracteres que distinguen a la red de microblogging (con énfasis en el micro), requiere tal precisión en el mensaje que permite la capacidad de propagación entre seguidores, pero además exige, de los productores del mensaje, un discurso enfático que con frecuencia se manifiesta en una posición combativa o de agresión. Cada mensaje puede recibir aprobación por medio de un fav o, aún mejor para fines analíticos, retransmitirse y acompañarse de comentarios, así como enlaces a vídeos, imágenes o documentos. Todas las acciones implican posicionarse con respecto de ese discurso en el debate, aunque expresan distintos niveles de compromiso.
Como parte de esta autorreferenciación en el debate, Twitter facilita las menciones (por medio del @). Este recurso permitió reconocer a los perfiles que funcionan como señales orientadoras en el tejido de hilos y narraciones. Aún más relevante para el estudio fueron los hashtags (#) o etiquetas que coma en la red, permiten encontrar temas, pero para el debate operan también como referencias para ubicarse a favor o en contra de distintas posiciones en torno a un tema.
Dadas las características abiertas de la red social coma es más fácil aproximarse a los datos que en ella se producen de manera orgánica. Su propia configuración ofrece menos privacidad a los usuarios, pero mayor alcance a las investigaciones. Fue necesario, sin embargo, ser validado por la red social como investigadores después de haber expuesto los propósitos del estudio.
El acceso a los datos se realiza aprovechando las API propias de la red. Estas son las que permiten ejercicios de minería de datos a través de software estadísticos como R o Python pisan en este caso se emplearon las integraciones Rtweet. Las API son conjuntos de definiciones y protocolos que permiten integrar el software de distintas aplicaciones, es decir permite la integración de las interfaces para que distintas aplicaciones puedan comunicarse entre ellas. Pueden concebirse como traductores para conectar sistemas software o aplicaciones. Un ejemplo de ellas es la habilitación del botón de Whatsapp en Facebook.
Twitter, como una amplia mayoría de empresas y redes sociales, monetizan debido a una API Rest, que recaba información reconociendo patrones de datos. Esta se encuentra integrada con una API de streaming mediante la cual se accede a un inmenso volumen de tuits. Su uso principal es automatizar procesos y facilitar funcionalidades entre aplicaciones. Pero nuestro estudio las aprovecha para que el software de RTweet pueda indagar dentro de la aplicación de Twitter y extraer los datos a partir de variables específicas punto las variables que se eligieron fueron palabras clave señaladas por hashtags.
Rtweet es un paquete informático estadístico diseñado para proveer un conjunto de funciones que nos facilitan interactuar con Twitter. Su función es la de estructurar solicitudes en forma de protocolos de transferencia de hipertexto, así como estructurar la respuesta del formato de intercambio JSON en la forma de datos de marco simple. Esto significa que permite “traducir” la forma de los datos de Twitter en un formato lineal, más parecido al orden tradicional de ordenar los datos para su análisis (Samuel, et al, 2019).
La API de Twitter que es posible rescatar a través de RTweet, rastrea cuatro objetos principales: tweets, usuarios, entidades y lugares. Limita la cantidad de datos sobre la cual se puede hacer minería a los producidos en los últimos nueve días y no devuelve todos los datos de una solicitud, sino que realiza un muestreo de lo que se ha producido en torno a una variable. Si bien nunca ha explicado cómo se realiza esta muestra, varios autores han probado la representatividad de la muestra frente a lo producido por el universo de Twitter.
Para el estudio se eligieron dos etiquetas que parecían describir posiciones opuestas en el debate y a partir de ellas, el programa genero 90 variables para cada tuit. Incluyen elementos identificadores del usuario generador y del tuit, tales como, el nombre, ubicación, vigencia del perfil, fecha y hora, si es un retuit, un original o una respuesta, entre otras. Estas variables se filtraron para obtener 18 variables mediante la función de subset acorde con los estudios más generalizados de este tipo (IDG TECHTalk, 2020).
Para visualizar los resultados se aprovecharon las construcciones de nubes de palabras y gráficas. Las nubes de palabras permitieron observar asociaciones entre actores y valores de palabras clave. A través de esta selección y sus entrecruces se analizaron los tipos de interacción, la visibilidad y la posición con respecto del debate. Los resultados dieron muestra de la concentración del debate que ocurre en las redes sociales, particularmente Twitter. Se encontraron cuentas que quintuplicaban la producción de tuits de un usuario común, lo que es una evidencia del trabajo de operadores políticos e influencers en la discusión. “En el espacio virtual, no todos los tweets son iguales” (Calvo, 2015, p. 21).
La participación de los usuarios “orgánicos” se relaciona más con la apropiación y propagación de las posturas de partidos políticos, periodistas, funcionarios, agencias, líderes, y candidatos. Se redistribuyen las posturas que son afines o las contrarias a forma de diputa. En todo caso, los productores de contenido ganan pues los usuarios, los favs, comentarios, menciones y retuits son mercancía política (Calvo, 2015).
Así, se muestra que la participación de los usuarios en redes sociales no es de una agencia pura y potente, sino que sigue transitando por estructuras de poder que los habilitan tanto como los limitan. Sin embargo, también confirma el compromiso que tienen los usuarios con la discusión. A través de la producción de contenidos, aunque de consecuencias limitadas, los usuarios se muestran visibles y se adhieren a narrativas y discursos que les son acordes a sus esquemas de significados. A partir de ellos se vinculan y crean o recrean (tuitean o retuitean) su participación.
Los resultados del estudio abrieron una puerta a la indagación en donde se asoma particularmente interesante las muestras de polarización de un debate en el que no parece haber intercambios sino soliloquios de facciones hablando mal de la otra, alimentando, nuevamente, el aparato político más arraigado que buscan visibilizar sus propias narrativas.
Al mismo tiempo se abrieron una serie de problemas que corresponden al uso de las API y su manifestación estadística por medio de los programas y recursos de R, es decir, la integración en los paquetes estadísticos. Por ejemplo, a pesar de que sería sumamente interesante e ilustrador ver qué tipo de imágenes se utilizan para expresar puntos de vista en la red social Twitter, el software aún no lo facilita y se tendría que hacer una excavación individual, que en el caso de volúmenes grandes de datos es, por decirlo menos, complicado. Implicaría, en el caso de nuestra muestra, 400 imágenes o vídeos que se tendrían que explorar de manera particular.
Otro de los recursos que podría ser interesante conocer es la conformación de hilos de discusión. Nuevamente el programa no facilita estas distinciones de hilado en la discusión, que podría expresar más a la hora de describir un comportamiento de debate de la esfera pública. Por último y esta es una de las principales discusiones que se tiene en torno a Twitter es el uso de cuentas compradas o de bots. Ni en los propios algoritmos de Twitter han sido capaces de detectar tendencias generales que ayuden a identificarlos, aunque haya integraciones a navegadores que ofrecen estas, se tendrían que analizar las posibilidades de integración.
Así, distintas posibilidades y dificultades se abren en cada plataforma. Siempre como respuesta al objeto, Internet y las redes sociodigitales aparecen como espacios dignos y necesarios de ser explorados. Aparecen con no menos retos que los entornos fuera de línea, pero también con extensas posibilidades de recabar información sobre las formas emergentes en las que las personas participan ara satisfacer necesidades de vinculación y de visibilizarse en el tiempo y el espacio.
Algunas reflexiones finales
En el contexto de la cultura digital el estudio y análisis de las redes sociodigitales se ha convertido en un elemento indispensable para reconocer qué interacciones estamos construyendo en esos espacios que complementan nuestra cotidianidad.
La relevancia de explorar las prácticas y los discursos que ya no solo emergen sino se han vuelto habituales responde a la construcción de nuevas redes y formas de socialización en las que participamos y que, de alguna manera, vamos solidificando en la medida en que éstas se han convertido en lugares comunes para los entornos en los que nos desenvolvemos.
No obstante, no hay que perder de vista que estos espacios cuentan con particularidades de intercambio simbólico de los cuales participamos y alentamos a la vez. Aspectos que, si bien en la práctica, no consideramos en realidad son relevantes al momento de analizar las redes sociodigitales como espacios de interacción social.
Metodológicamente, el componente holístico de las redes es importante en tanto considera, discurso y prácticas socioculturales en un espacio de intercambio simbólico que representa nuestra interacción a través de dispositivos que generan su propio leguaje, su propio algoritmo, significando la cotidianidad a través de plataformas digitales.
Es de esta manera que, por ejemplo, en Facebook, se considera la mejor forma de observar la actividad e interacción cotidiana a través de referirla como parte de un entorno “natural” en los grupos que, en el caso de los otakus, ellos mismos han creado, en donde están habituados y en donde la convocatoria y la participación eran mayores y más cotidianas. Esta decisión resulta una producción de información mucho más provechosa que crear una comunidad virtual de la nada. Estas comunidades ya están cimentadas en meses o años que llevan activas y reconocidas dentro del espacio virtual.
Esto permite observar las prácticas que tienen que ver con la visibilidad se relacionan con el soporte comunicativo individual y grupal. Pertenece al ejercicio de una cultura participativa que busca tejer redes en distintos niveles. Por un lado, observan las conexiones y el flujo e información al interior de los grupos o la comunidad y, por el otro, concibe la vinculación con elementos externos (Kligler-Vilenchik y Shresthova, 2012). Es la búsqueda de visibilidad, adentro y afuera. En el grupo y como grupo por su interrelación con otros.
Por otro lado, el estudio de Facebook permite analizar la participación que permite la narración de las historias de sus miembros y del grupo, es que permite comprender cómo los espacios se convierten en parte de la experiencia propia digna de ser compartida. Al ser eminentemente una experiencia narrada, la exposición en las redes sociodigitales se construye por medio de hipertextos vinculados a la propia narrativa. En Facebook, esto se recrea por medio de la modificación y la creación de historias, textos literarios, comics, canciones o temas musicales, fotografías, etc. Por vía de estas producciones se aporta una mirada propia que enriquece al producto existente. Es decir, las prácticas se centran en la creación, divulgación y construcción de lazos en la comunidad precipitadas a través de la propia red.
El carácter de Twitter es diferente. En esta red, la visibilidad y el debate es lo que prevalece. La narrativa se construye de otra manera y en términos metodológicos el acercamiento es distinto. Si bien se constituyen, en conjunto con Facebook e Instagram, como el universo de redes; Twitter tiene su propio lenguaje y sus propias formas de interacción. el debate dentro de esta red ha trastocado la forma en la que se construye los intercambios discursivos en entornos fuera de línea. Lo cierto es que dentro y fuera, los discursos tienden hacia la polarización en niveles maniqueos y aquellos que apuestan por lo antagónico son los que parecen “ganar” en el debate público.
El acercamiento en esta plataforma permite observar las formas en las que se está desarrollando la discusión en espacios digitales emergentes. No obstante, sus características como empresa privada y sesgo, tanto de acceso como de normatividad, facilita la intervención y el intercambio entre usuarios de manera directa, indirecta y medianamente abierta en una diversidad de temas.
El análisis de los usuarios es diferente a Facebook y supone retos diferentes ya que también en su configuración tienen particularidades que intervienen en su posicionamiento y visibilización en el espacio de la red. Los significados que los usuarios recrean sobre la plataforma constituyen un primer filtro que, en principio, se manifiesta en una mayoría de varones. Además, median las condiciones de acceso, en conocimientos y recursos que son necesarios para aprovechar las posibilidades de la plataforma.
Al final, lo que hemos observado son formas de participar en el encuentro con otros. Lo que hemos encontrado son manifestaciones de la búsqueda de los agentes por ser visibles y tomados en cuenta en una narrativa común. Las redes en internet prometen este espacio de mutua consideración, pero, sobre todo, de encuentro con otros que piensan, sienten y expresan. Millones de actores han saltado a aprehender de ese encuentro.
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Acerca de la autora y el autor
Rosario Barba González (rosario.barba@uaq.mx) es maestra en Comunicación por la Universidad de Guadalajara y Doctora en Estudios Socioculturales por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Docente en la Universidad Autónoma de Querétaro. (ORCID 0000-0003-2285-2522).
Gabriel A. Corral Velázquez (corral@uaq.mx) es doctor en Estudios Científico Sociales por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Docente en la Universidad Autónoma de Querétaro (ORCID 0000-0002-6885-4913).
Recibido: 15/10/2021
Aceptado: 07/01/2022
Cómo citar este artículo
Barba González, R. y Corral Velázquez, G. A. (2022). Deslices en la búsqueda de sentido. De la netnografia en facebook a rtweet. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 24(46). https://doi.org/10.33064/46crscsh3381
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