Percepción social de la masturbación femenina


Social Perception of Female Masturbation




BÁRBARA ROSAS ROJAS

MARÍA GUADALUPE ORTEGA CÁRDENAS

ITZEL GUADALUPE GONZÁLEZ ARRIAGA

Universidad de Guanajuato, México




Resumen

A lo largo de los años la masturbación femenina se ha visto como una conducta inapropiada dado que la tradición religiosa la ha asociado a un acto impuro que no cumple con el fin de las relaciones sexuales que es la procreación, minimizando así, el placer sexual en las mujeres (Rocha, 2016). No obstante, la masturbación femenina conlleva una serie de beneficios que no han sido considerados para llevarla a cabo y promoverla. Con el objetivo de analizar cuál es la percepción social de la masturbación femenina en población mayor de 18 años, participaron 739 personas (49.93% hombres, 49.39% mujeres y 0.67% prefirieron no especificar). Se aplicó la técnica de Redes Semánticas Modificadas (Reyes-Lagunes, 1993) con 3 frases estímulo. Las principales definidoras asociadas a la práctica fueron: normal, autoconocimiento y placer, resultados que difieren de la teoría revisada posiblemente por las influencias históricas actuales como es el feminismo.

Palabras clave: masturbación; mujeres; percepción; sexualidad; placer.




Abstract

Throughout the years, female masturbation has been seen as inappropriate behavior since the religious tradition has associated it to an impure act that breaks with the ultimate goal of sexual relations which is procreation, discouraging the sexual pleasure in women (Rocha, 2016). Nevertheless, female masturbation drives towards a series of benefits that have not been considered to promote its practice. With the objective of analyzing the social perception of female masturbation in people over 18 years of age, 739 people were interviewed (49.93% men, 49.93% women, and 0.67% unspecified). The Modified Network of Semantics technique (Reyes-Lagunes, 1993) was applied with 3 stimuli phrases. The 3 main delimiters associated to the practice were: normal, self-exploration, and pleasure, results that differ from the revised theory possibly by the current historical influences as is feminism.

Keywords: masturbation; women; perception; sexuality; pleasure.









De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011), la sexualidad es un aspecto central del ser humano, el cual se encuentra presente durante toda su vida. Ésta incluye las identidades sexuales, sexo, roles de género, placer, intimidad, reproducción, erotismo, así como la orientación sexual. Además, llega a expresarse y vivirse por medio de fantasías, pensamientos, valores, deseos, conductas, creencias, actitudes, papeles, prácticas y a través de las relaciones interpersonales.

Por otro lado, para Bantman (como se citó en Pérez, 2008) la sexualidad es percibida como algo innato de los seres humanos, una parte de su desarrollo es aprendida y la otra es instintiva. A través de ella, como se mencionó anteriormente, las personas llegan a expresarse y experimentar como seres sexuados, esto como producto de la interacción entre los factores psicológicos, biológicos, éticos, religiosos, culturales y socioeconómicos. Ahora bien, además del sexo, se encuentra la orientación sexual, el género, la identidad de género, la vinculación afectiva, el erotismo, la reproducción y el amor (González, González-Arratia y Valdez, 2016).

Entonces, por lo que se describe, la sexualidad tiene una gran influencia en una variedad de áreas; por lo tanto, una alteración de ella podría impactar en el ámbito de la salud, en lo social, en lo psicológico, etc. (García et al., 2019). En algún momento de la vida, todo ser humano ha experimentado la necesidad de liberar su energía sexual, para lo cual, sin embargo, tiene que enfrentarse con las demandas de la cultura establecidas acerca de la orientación que se debe tener con respecto a su sexualidad (Pérez, 2008).

Aunado a lo anterior, se entiende que con base en la forma en que la persona haga el manejo de estos dos aspectos, se logrará relacionar en otros ámbitos de su individualidad, lo cual definirá la manera en la que vivirá su sexualidad, así como la posibilidad tanto de establecer como de mantener relaciones, de comunicar gustos, conflictos y necesidades, el tipo de pareja que se quiera tener, el grado de aceptación de la propia imagen corporal y el nivel de satisfacción social (Pérez, 2008).

Componentes de la sexualidad humana

Al hablar de sexualidad, es necesario abordar aquellos aspectos que la conforman, es decir, sus componentes. Una de las categorías más representativas y utilizadas al respecto hace referencia a 3 elementos básicos que anteriormente se mencionaron: biológico, psicológico y social (Pérez, 2008; Corona y Funes, 2015). Es importante señalar que cada sociedad cuenta con una manera diferente de comprender y vivir la sexualidad, ya que en cada una se crean normas para llegar a regular y mantener un control de la conducta sexual de sus integrantes, así como los roles de género, los cuales al mismo tiempo determinan lo que es ser mujer y hombre (Cerviño et al., 2009).

Así mismo, Pérez (2008) menciona que, la afectividad, la identidad y la personalidad siempre irán de la mano con el desarrollo de la sexualidad, por lo que se consideran componentes accesorios a los aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Sin embargo, otros autores como Corona y Funes (2015) consideran a estos tres últimos como un medio interaccionista donde bien podría incluirse lo económico, lo político, lo cultural, lo ético, lo legal, lo histórico, lo religioso y los factores espirituales.

La segunda categoría definida por Diamond en 1999, está conformada por los siguientes componentes: patrones de género, reproducción, identidad de género, mecanismos sexuales y orientación sexual. Siguiendo la idea de Corona y Funes (2015) a dicha categoría debería de agregarse la conducta sexual, ya que ésta es la forma en que los sentimientos sexuales podrían representarse, la cual puede incluir besos, caricias, masturbación, sexo oral, vaginal y anal, sexo por teléfono, sexting, entre otros. A pesar de que existen conductas sexuales específicas, es preciso aclarar que ninguna de ellas está estrechamente relacionada con alguna orientación sexual como se ha creído hasta ahora.

Fines de la sexualidad: reproducción, comunicación afectiva y placer

De acuerdo con los componentes y la sexualidad en general, se puede establecer que todos satisfacen a ciertos fines, como lo son la reproducción, comunicación- afectiva y placer entendido de manera relacional y erótica (Abella, 2014). Dichos fines se pueden alcanzar a través del coito vaginal, el sexo oral o la masturbación, entre otras conductas (Pérez, 2008).

El fin reproductivo hace referencia a la posibilidad del hombre y de la mujer de trascender y procrear seres biológicos. Este fin mplica entonces, afectos, actitudes, conocimientos y decisiones ligadas a la paternidad, así como los compromisos que esto requiere como es la atención, protección, los lazos afectivos y la educación de la descendencia. Anteriormente, éste se consideraba el único fin que justificaba cualquier actividad sexual (Sánchez, 2009; Crooks y Baur, 2010).

En segundo lugar, la función comunicativa-afectiva, según Sánchez (2009), nos habla sobre un encuentro entre dos seres humanos en el que se experimentan situaciones de contacto, de relaciones intersubjetivas, intimidades y especialmente, se establecen vínculos emocionales y sentimentales con el otro. Por último, el mismo autor refiere que, la función erótico-placentera nace a partir de que la persona logra distinguir de manera consciente entre la función de reproducción y del disfrute sexual, aceptándolo como una actividad abierta al goce y sin culpa, además de atribuirle un valor en sí mismo.

La masturbación como conducta sexual autoplacentera

La Real Academia Española (2020) define a la masturbación como la estimulación realizada por medio de la mano o bien, a través de otro medio, en las zonas erógenas u órganos genitales, lo cual produce goce sexual. Por otro lado, Alzate (como se citó en Guarín-Serrano, Mujica-Rodríguez, Cadena-Afanador y Useche-Aldana, 2019) define a la masturbación como la autoestimulación manual o instrumental de los genitales para lograr el orgasmo.

Godoy (2006) menciona que la masturbación tiene como objetivo llegar al orgasmo mediante caricias y frotes en los órganos genitales, siendo habitual tocar algunas zonas erógenas para el aumento del goce sexual. Alvarado (2015) refiere que, cuando se presenta un deseo erótico, la masturbación es el comportamiento sexual que busca satisfacer el placer erótico manifestado. Dentro de la investigación de Trejo y Díaz (2017) el concepto de masturbación entra en las palabras definitorias del placer sexual.

Antecedentes de la masturbación

El término masturbación se origina del latín manus struprare, lo cual significa mano que contamina. Otra manera de llamar a la masturbación es onanismo, proveniente de Onán; a este personaje bíblico se le ordenó por mandato divino tener relaciones sexuales con la viuda de su hermano y, para no embarazarla, eyaculó fuera de la vagina, siendo castigado por dicho acto. Este el primer caso registrado de coito interrumpido, dándole a la masturbación un sentido de hostilidad por parte de la cultura occidental cristiana (Bardi, Leyton y Martínez, 2003; Guarín-Serrano et al., 2019).

Ahora bien, según Martos (como se citó en Espitia y Torres, 2017) en Grecia, Galeno predicaba la masturbación como terapia, pues permitía mantener al cuerpo saludable. De acuerdo con Bardi et al (como se citó en Espitia y Torres, 2017) para el griego Aristófanes, la masturbación era un acto digno para las personas, a excepción de los que eran esclavos, los niños y las mujeres. Con esto, se puede inferir que desde ese tiempo la masturbación era una actividad propia de ciertas personas, y, para quienes no eran dignos de ella, la masturbación se convertía en un acto que se castigaba, lo que provocaba tanto pena como culpa en la humanidad (Sierra, Perla y Gutiérrez-Quintanilla, 2010).

En la Edad Media, la masturbación era vista como un pecado, ya que se consideraba una actividad en contra de la ley de Dios (Ponce, Mora, Perdomo, González y Delgado, 2012). En las sociedades occidentales se reprimió la masturbación a partir de siglo XVII, con la finalidad de suprimir los deseos sexuales en las personas, esto de acuerdo con la religión o por algunas razones médicas (Wang, Huang y Lin, 2007).

Según Martos (como se citó en Espitia y Torres, 2017) al inicio del siglo XIX llegó la era de los dos sexos; así se descubrió que el clítoris no tenía como función la reproducción, por lo tanto, se volvió un órgano que se debía evitar, pues sólo llevaba al placer, y, por ende, al pecado y a la depravación moral y física. A finales del mismo siglo, se empieza a considerar la masturbación como consecuencia de trastornos mentales en casos compulsivos y se le acusó de ser el origen de malestares físicos como la depresión y psicosis delirantes (Sierra et al., 2010). Burgos refiere (como se citó en Espitia y Torres, 2017) que para el siglo XX, Havelock Ellis, quien fue uno de los primeros “sexólogos” de la modernidad, indicaba que masturbarse era una manera de poderse relajar mentalmente, por consiguiente, propuso que la masturbación no se relacionaba con enfermedades físicas o mentales.

Como se describió, la masturbación desde inicios de la historia se ha considerado una conducta tabú; por parte de la iglesia se encuentra marcada como un acto inadecuado ya que considera que está alejada del objetivo principal que tiene la sexualidad en las personas, es decir, el procrear (Ponce et al., 2012). Por lo tanto, las diferentes religiones, en especial la cristiana y la católica, a través de la historia han tenido gran influencia en el entendimiento y la vivencia de la sexualidad en las personas (Hernández, 2002).

Bardi et al. (como se citó en Espitia y Torres, 2017) refieren que en ciertas sociedades como la precolombina o la grecorromana, así como la egipcia, la masturbación se tolera y la libertad sexual se considera como algo cotidiano. Entonces, con ello se puede suponer que la sexualidad en general, y en específico la de las mujeres, puede determinarse por la época y los valores que son parte de la cultura y de la sociedad en sí (Santos, Sierra y Monge, 2013).

La masturbación femenina

Según Parra (2018), la masturbación femenina es la forma en que las mujeres se proporcionan placer a sí mismas mediante la estimulación directa, así como la estimulación de sus sentidos del cuerpo y fantasías, sin tener obligatoriamente la finalidad del orgasmo, contrario a lo mencionado por Godoy (2006). En esta conducta, cada mujer tiene su propia manera de estimularse dependiendo sus deseos, su particularidad genital y el significado que le otorga a lo erótico. Muchas mujeres llegan al orgasmo juntando la estimulación de diversas partes de su cuerpo, con el desarrollo de sus fantasías (ICI, 2018).

De acuerdo con Bullough (como se citó en Rowland, Kolba, McNabney y Hevesi, 2020) la masturbación femenina se ha estigmatizado a lo largo del tiempo, siendo prohibida o disuadida por la ideología religiosa y durante años el área médica la consideró como la razón de diversos trastornos mentales y físicos. Las tradiciones cristianas mencionan que las relaciones sexuales son únicamente para la procreación, por lo que se reprime el placer sexual en las mujeres a través del acto masturbatorio (Rocha, 2016). Aparte de los prejuicios sociales hacia la masturbación femenina, también existen obstáculos como son las opiniones externas, que pueden generar culpabilidad sexual, las cuales limitan a la mujer a conocer su propio cuerpo, sus necesidades e intereses (Cruz, Romero y Gil-Bernal, 2013).

De acuerdo con Ramos (2005) las mujeres presentan sensaciones genitales eróticas desde edades tempranas y llegan a la madurez sexual antes que los hombres; por esta razón, tienen deseos y sensaciones de buscar satisfacerse para liberar la frustración, acto que es totalmente normal. Dicho lo anterior, la conducta masturbatoria no es propia de los hombres, sin embargo, erróneamente se considera que ellos descubren la masturbación antes que las mujeres y normalizan la práctica debido a que sus órganos sexuales son externos, mientras que a las mujeres les resulta más difícil conocer su cuerpo ya que sus órganos genitales son internos.

Es por ello que, según Ramos (2005), las mujeres sí practican la masturbación, pero en menor frecuencia comparada con la de los hombres, debido a la creencia errónea internalizada de que, las mujeres presentan menos impulsos sexuales, tienen mayor madurez y se interesan en el compromiso y emparejamiento. En cambio, Kraus (2017), en su investigación, demuestra que, recientemente, la acción de la masturbación en mujeres se acerca bastante a la de los hombres.

Así mismo, Petersen y Hyde (2010) en su estudio no encontraron diferencias significativas entre sexos en la práctica masturbatoria, no obstante, se encontró que las mujeres presentaban actitudes relacionadas al miedo, ansiedad y culpa hacia las conductas sexuales. Es por esto que los autores argumentan que las niñas y las mujeres pueden ser menos propensas a informar de manera honesta la frecuencia con la que realizan conductas como la masturbación. Sin embargo, esto no significa que no la practiquen.

Práctica de la masturbación femenina

La mujer es capaz de idear distintas formas para cubrir las necesidades de placer que puedan suscitarse; sin embargo, siempre será de suma importancia un ambiente seguro y una determinada preparación para encontrar dicho placer que, como se sabe, ella misma puede otorgarse (Estrada, Borges, Pérez y Quijano, 2008).

No es un secreto el hecho de que la masturbación se puede ejercer a solas, con la pareja o de manera colectiva. Además de las personas que pueden participar en esta práctica también existen distintas formas de ejercer la masturbación femenina. La principal y más usada desde tiempo atrás es con la mano, estimulando la vagina, o alguna otra zona erógena, con uno o más dedos. Sin embargo, existen otros tipos de métodos que involucran los músculos de las piernas, técnicas de frotamiento (Estrada et al., 2008) o bien, como indica Arnott (como se citó en Estrada et al., 2008), la introducción de diferentes objetos en la vagina. Al final, independientemente de la manera en que sea practicada la masturbación femenina, siempre será ésta la actividad sexual que mejor garantiza el orgasmo sin que necesariamente sea su finalidad (Estrada et al., 2008).

Beneficios que trae consigo el acto de masturbarse

FIRTSPAR Primeramente, la frecuencia de esta práctica en la adolescencia permite que las y los jóvenes conozcan de mejor manera las características y necesidades de su propio cuerpo. De igual forma, la masturbación permite la liberación de la tensión acumulada de una manera individual, es decir, tener placer sexual sin necesidad de la participación de otra persona. Debido a que es un acto individual, puede llevarse a cabo en el momento que se desee, obteniendo motivación mediante imágenes o simples fantasías (Godoy, 2006).

Para Taylor y Sharkey (como se citó en Estrada et al., 2008) la masturbación trae consigo un aumento en el rendimiento físico y mental del individuo. Es un método totalmente seguro de autosatisfacción, puesto que no existe riesgo de contraer una infección de transmisión sexual o provocar un embarazo. Asimismo, ayuda a aumentar la libido y la relajación, disminuyendo el estrés. Debido al sentimiento de tranquilidad que genera el acto, es común que ayude a conciliar el sueño y quite el aburrimiento, además de propiciar el autodescubrimiento sin exigir demasiado tiempo o dinero. Al masturbarse se liberan endorfinas, sustancia que alivia el dolor y hace que la persona se encuentre alegre.

Ahora bien, específicamente la masturbación femenina ayuda a desarrollar la genitalidad de manera sensitiva, permitiendo la integración en el ámbito erótico y haciéndolo consciente, generando mayor experiencia y autonomía en esta actividad (ICI, 2018). Según Coleman (como se citó en Guarín-Serrano et al., 2019) la masturbación tiene impacto en la salud sexual ya que puede tomarse como indicador de la apropiada función sexual femenina.

Actualmente se insiste en la importancia del derecho al placer sexual, al considerarse como fuente de beneficio físico, psicológico, intelectual y espiritual. La masturbación es recomendada por sexólogos y feministas para que la mujer aprenda sobre su cuerpo y sus propios placeres. Así mismo, esta conducta ha llegado a ser considerada completamente normal, ya que ayuda al desarrollo sexual saludable e incrementa la autoestima. Algunas mujeres han declarado tener orgasmos más placenteros con la masturbación que con el coito, porque así la mujer puede estimular de manera más eficiente las áreas más sensibles con el tiempo que requiera para llegar al orgasmo (Guarín-Serrano et al., 2019).

Percepción social

Desde un enfoque tradicional, la percepción se centraba en el área psicológica, como un mecanismo de recepción de estimulación. Con la llegada de la corriente de la teoría de los estados directivos se puso en interés considerar los factores “funcionales” de los procesos receptivos. Esto quiere decir que la percepción no sólo llega a depender de la naturaleza de los estímulos, sino también de las disposiciones y los estados del organismo. Percibir es llegar a seleccionar, hacer hipótesis, tomar decisiones y procesar la estimulación, ya sea eliminando, disminuyendo o aumentando determinados aspectos de la estimulación (Salazar et al., 2012).

A partir de la percepción se hacen inferencias acerca de los estados no observacionales y de las características que conforman a las demás personas; esto permite generar expectativas acerca de las mismas, por medio de las conductas que manifiestan; por lo tanto, se trata de hacer predicciones de su comportamiento. Por otro lado, se han identificado factores que influyen en el proceso perceptual, tales como el factor cultural, que se refiere al total de las producciones que ha realizado el ser humano y también el factor social, que no es más que la interacción entre las personas (Salazar et al., 2012).

Ahora bien, en un inicio, “percepción social” era un término usado para referir la influencia de los factores culturales y sociales en la percepción. Más adelante, en este término se incluyeron los mecanismos de percepción de los otros, el reconocimiento de las emociones, la creación de impresiones, la percepción que la persona tiene de su contexto social y físico, así como el mecanismo de atribución (Salazar et al., 2012). Por su parte, la American Psychological Association (como se citó en Espinoza, Correa y García, 2014) define la percepción social como la conciencia que la persona crea sobre los acontecimientos que surgen a su alrededor, su capacidad para deducir las actitudes, valores o motivaciones, por medio del comportamiento social de las demás personas o grupos.

Por otro lado, Penn, Corrigan, Bentall, Racenstein y Newman (como se citó en Ruiz-Ruiz, García-Ferrer y Fuentes-Durá, 2006) relacionan la percepción social con la capacidad para valorar el medio social, así como con los roles y a las reglas de la sociedad. Dichas valoraciones se crean principalmente a partir de los procesos perceptivos, los cuales orientan la atención de los sujetos hacia señales sociales que llegan ser clave, además, les permiten ubicar e interpretar de forma óptima de las situaciones en las cuales pueden verse envueltos.

En la percepción social se encuentran en mayor medida los juicios evaluativos y las inferencias que se hacen acerca de las intenciones y los estados de las demás personas. Sin embargo, la validez de dichos juicios llega a ser complicado de demostrar. Actualmente, el énfasis dentro de la percepción social se encuentra en la percepción de la persona, los mecanismos de atribución y la formación de impresiones (Salazar et al., 2012).

Efectos de la percepción social en la masturbación femenina

La percepción social ha traído consigo diversos efectos, uno de ellos es la creación y reproducción de estereotipos y prejuicios que, aunque aparentemente hacen referencia a lo mismo, se distinguen el uno del otro. En este punto, es de suma importancia tomar en cuenta el concepto de cultura subjetiva, entendida como la manera en que algún grupo cultural específico es capaz de concebir el ambiente formado por el ser humano (Salazar et al., 2015).

Estereotipo: categorización social

Inicialmente se define al estereotipo como una preconcepción, la cual es parte de un proceso mental que es responsable de organizar la información que se recoge. A partir del mismo, se generan categorías sociales o económicas, se predicen acontecimientos y en general hace más sencilla la percepción de generalizaciones, de construcciones y de la realidad (Fernández, 2011).

Por su parte, Del Olmo (2005) habla del estereotipo como ideas semejantes a los prejuicios, los cuales tendrán utilidad en la comunicación humana y, por lo tanto, son adquiridos, creados y transmitidos. Además, los estereotipos son importantes ya que son capaces de originar tradiciones culturales que, al final, cumplen con funciones perceptivas, de categorización y cognitivas (Fernández, 2011).

Se ha tenido la concepción de que existen estereotipos neutros, negativos y positivos, así como auto-estereotipos y hetero-estereotipos, entre otros. Una clasificación que es especialmente importante para este tema son los estereotipos de género, entendidos como la adjudicación sociocultural de algunas características diferenciales que pueden crearse a partir de las actitudes, el sexo y los valores construidos social e históricamente. El género femenino normalmente es el más señalado en temas de sexualidad y los estereotipos de género suelen reducir la valoración tanto social como pública y la autoestima personal (Cook y Cusack, 2011; Fernández, 2011).

¿A qué llamamos prejuicio?

La Real Academia Española (2020) puntualiza que los prejuicios son una opinión previa y tenaz acerca de algo que se conoce mal y que, por lo general, es visto de forma desfavorable. Los prejuicios pueden definirse como aquel conjunto de ideas que son adquiridas por medio de los demás, sin necesidad de que pasen por la propia experiencia. Estas ideas son empleadas para realizar categorías que permitan predecir comportamientos de los elementos integrados en dichas categorías y, en consecuencia, pueden orientar la conducta (Del Olmo, 2005).

Fernández (2011) habla del prejuicio como una opinión negativa, normalmente sin fundamento, cuyo componente principal remite a expectativas de carácter emocional y evaluativo, es decir, se tiene una predisposición negativa de tipo emocional con base en atributos negativos y creencias que han sido estereotipadas. Este autor nos refiere que los prejuicios son capaces de conducir al rechazo y a la exclusión social de manera sutil o directa. Las fuentes de dichos prejuicios pueden ser desde medios de comunicación, hasta la familia, los amigos, los compañeros, la literatura o la publicidad, entre muchos otros (Lippmann, 2003).

Prejuicios en la masturbación femenina

Hasta la fecha, la masturbación es considerada un tema tabú en el que los factores sociales llegan a intervenir directamente en la actitud que tienen las personas hacia ella (Avedaño, 2009). Hite (como se citó en Avedaño, 2009) menciona que, lamentablemente, todos son víctimas de la idea que asegura que la gente no debería de masturbarse, considerando sin embargo que la masturbación, como se señaló con anterioridad, parece tener muchos aspectos a su favor para poder recomendarla. En la misma línea, Gutiérrez (como se citó en Avedaño, 2009) afirma que la masturbación es la práctica sexual que provoca más culpa y temor y que estas manifestaciones provienen del ambiente social.

Alrededor del tema de la masturbación femenina ha existido una creación infinita de prejuicios dirigidos a la misma y a las personas que la practican. Algunos de los prejuicios que van dirigidos hacia aspectos relacionados con la edad son: (1) si las adolescentes que no han iniciado su vida sexual en pareja se masturban, después no tendrán la capacidad de sentir placer con un hombre; (2) la sexualidad culmina con la menopausia y en realidad se goza de buena sexualidad únicamente en la juventud; y (3) la masturbación es una forma infantil de sexualidad que debe abandonarse en la madurez (Estrada et al., 2008).

Por otro lado, Estrada et al. (2008) refieren algunos prejuicios relacionados con el orgasmo. Entre ellos, las creencias de que: (a) la mujer que se masturba y no logra tener orgasmos debe resignarse a que nunca los tendrá; (b) se necesita tener muchos orgasmos para ser una verdadera mujer; (c) la mujer es más lenta en la excitación y en lograr un orgasmo; (d) los orgasmos que se presentan al masturbarse son inferiores a los que provoca el coito; y (e) cuando la mujer se acostumbra a los orgasmos que proporciona la masturbación, luego no puede alcanzar la culminación en el acto sexual.

Se piensa que la única manera de excitar a una mujer es a través de la penetración vaginal, a pesar de que muchas mujeres afirman que se alcanza mejor el orgasmo a través de la estimulación del clítoris durante la masturbación. Así pues, el mismo autor presenta prejuicios relacionados con la fertilidad que refieren que la masturbación provoca infertilidad, frigidez y deformación de los genitales e incluso es capaz de hacer crecer el clítoris (Estrada et al., 2008).

Por último, se presentan los estereotipos de género, éstos mencionan que el deseo y la capacidad sexual de la mujer son menores que las del varón y por lo tanto las mujeres deben ser sexualmente pasivas, limitándose a conservarse puras, dignas, sumisas, dadoras de placer y resignadas. Así mismo, se considera que, únicamente los hombres se masturban, dado que las mujeres no sienten deseos de ello o no lo requieren (Estrada et al., 2008; Avedaño, 2009).

Razones para explorar la percepción social de la masturbación femenina

A lo largo de los años, la masturbación ha sido juzgada por la sociedad como una práctica sexual que afecta a dos de los fines de la sexualidad que son: la reproducción y la comunicación-afectiva. Esto ha convertido a la masturbación en una conducta tabú de la cual no se habla ni se le otorga la importancia en el desarrollo sexual de la persona. En los hombres, esta conducta es percibida como un efecto natural de su sexo, en cambio, en las mujeres, la sociedad percibe que ésta no es una práctica de interés y deseo para las mismas. Tal y como lo menciona Avedaño (2009) se considera que solamente los varones se masturban puesto que, las mujeres no tienen deseo de realizar dicha actividad o simplemente no lo necesitan.

Aunado a esta idea, en un estudio se encontró que un 95% de hombres, se masturba (Gerressu, Mercer, Graham, Wellings y Johnson, 2008). Clifford (como se citó en Rowland et al., 2020) refiere que las mujeres usualmente reportan porcentajes mucho más bajos y tasas menos consistentes en comparación con la de los hombres. Por otro lado, en Avedaño (2009), se reporta que sólo un 9 % de los hombres no se masturba, mientras que en las mujeres la práctica sexual es poco frecuente, refiriendo que el 74 % de ellas no se ha masturbado. Ahora bien, las investigaciones realizadas por Cruz, Romero y Erari indican que un 63% de las mujeres y un 92% de los hombres aceptaron se habían masturbado en al menos una ocasión (Sierra et al., 2010).

Como puede observarse en las cifras anteriores, las mujeres reportan un menor porcentaje en la práctica masturbatoria, debido quizá a que el autoerotismo es una conducta sexual que usualmente llega a ser asociada con un sentimiento de culpabilidad sexual (Sierra et al., 2010). Dicho sentimiento está presente en la sociedad, lo cual intimidaría a las mujeres interesadas en masturbarse (Baumeister, Catanese y Vohs, 2001).

Se puede decir entonces que los distintos prejuicios en torno a la masturbación femenina relacionados con la edad, los orgasmos, la fertilidad y el deseo, han provocado que, además de la sociedad, la mujer perciba dicha actividad como un acto culposo. Sería por esto que muchas mujeres optarían por reprimir la actividad a pesar de presentar el deseo de realizarla. Sin embargo, la masturbación femenina trae consigo beneficios que no han sido considerados para llevarla a cabo y promoverla.

De acuerdo con Taylor y Sharkey (como se citó en Estrada et al., 2008) entre los beneficios se encuentran la prevención de embarazos y la prevención de distintas infecciones de transmisión sexual, ya que es un método seguro para autosatisfacerse. Esto es un punto importante debido a que, según las estadísticas, el VIH continúa siendo uno de los mayores problemas para la salud pública mundial.

De acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el SIDA, Vigilancia Epidemiológica de casos de VIH/SIDA en México (CENSIDA, 2019) los casos diagnosticados en México con VIH Sida incluyen a 4,936 hombres y a 889 mujeres de los cuales 93 hombres y 16 mujeres residen en el estado de Guanajuato. El mismo centro refiere cifras donde los casos afectados totales en Guanajuato desde 1983 hasta 2019 son de 3,475 hombres y 661 mujeres.

A su vez, en 2018 se registró un total de 23,094 nuevos casos sobre virus de papiloma humano (VPH) en todo el país (Secretaría de Salud, 2015). Como se sabe, el VPH es un virus que puede desencadenar cáncer cervicouterino. Desde el año 2006, el cáncer cervicouterino es la segunda causa de muerte entre las mujeres de 25 años o más. Se calcula una ocurrencia de 13,900 casos con una incidencia de 23.3 por cada 100,000 mujeres (Secretaría de Salud, 2019). En el año 2013 se registraron 3,771 defunciones en mujeres mexicanas con una tasa de 11.3 defunciones por 100,000 mujeres (Secretaría de Salud, 2019b).

Pasando a la enfermedad de herpes genital, en el 2019 se registraron 1.255 (Las enfermedades de transmisión sexual más comunes en México, 2019). Por otro lado, entre 2003 y 2013 hubo un incremento de sífilis adquirida de 0.08 casos por cada 100,000 habitantes, pasando de 2.13 casos en 2003 a 3.25 casos en 2013 (Herrera-Ortiz et al., 2015).

Con respecto al embarazo, en 2018 la tasa fue de 77 adolescentes embarazadas por cada 1,000 jóvenes de 15 a 19 años. El 23% de este segmento comenzó a tener relaciones sexuales entre los 12 y 17 años (México, el país de OCDE con más adolescentes embarazadas, 2019). Aunado a esto, según la ENAPEA, cada año en México, ocurren 340 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años. Además, el 15% de los hombres y 33% de las mujeres no utilizaron algún método anticonceptivo en su primera relación sexual (México, el país de OCDE con más adolescentes embarazadas, 2019). En Guanajuato la tasa global de fecundidad es de 2.14 hijos por mujer (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2018).

Además de los beneficios descritos anteriormente, otro beneficio que trae consigo la masturbación femenina es el autoconocimiento, es decir, que la mujer con base en su experiencia personal conozca su cuerpo, así como lo que le genera mayor placer y, de este modo, en el momento que comparta su sexualidad, pueda obtener un mayor disfrute del acto o simplemente sea capaz de generar el placer sexual de manera autónoma. Además, algunas mujeres han referido que a través de la masturbación obtienen un orgasmo placentero, inclusive mejor que en el coito (Guarín-Serrano et al., 2019).

A pesar de los beneficios mencionados anteriormente y el impacto social que tiene este tema, no hay suficientes investigaciones que expongan información relevante de cómo se percibe en la sociedad la masturbación, específicamente la femenina. Es entonces necesario crear consciencia de la importancia y la normalidad de esta práctica, dando a conocer los aspectos positivos que ésta aporta, así como desmintiendo los prejuicios y estereotipos que han sido creados por la sociedad alrededor del tema. Por lo tanto, esta investigación se realiza con el fin de conocer la percepción social que hay de la masturbación femenina en la población mexicana mayor de 18 años, considerando, según sexo y edad, el conocimiento y los prejuicios que se tienen al respecto.

Método

Participantes

En el presente estudio se contó con la colaboración de 739 participantes de nacionalidad mexicana, todos con 18 años o más y con habilidades de lecto-escritura, seleccionados bajo un procedimiento no probabilístico por conveniencia. Del total de participantes, 369 (49.93%) corresponden a la población de hombres, 365 (49.39%) a la población de mujeres y 5 participantes (0.67%) prefirieron no especificar su sexo. El rango de edad reportado fue de 18 a 70 años (M = 25.26 años; DE = 8.16).

De los 32 estados que se encuentran en el país, 24 se reportaron dentro de la muestra, destacando la participación del estado de Guanajuato con un porcentaje de 81.19%. El resto de los estados obtuvo una participación menor al 5% del total de la misma. Por otro lado, la mayoría de los participantes eran estudiantes universitarios, destacando con el 55.75%, siguiéndoles los participantes que concluyeron la universidad con el 26.38%.

Además, de acuerdo con el estado civil, el 60.21% de los participantes eran solteros, el 25.30% mantenían una relación de noviazgo, el 12.99% eran casados, 1.35% divorciados y 0.13% viudos. Asimismo, las orientaciones sexuales más representativas fueron la heterosexual con el 84.03% y la bisexual con el 8.93%. En la religión, destacó la católica con el 55.75%, siguiéndole el 30.58% de quienes refirieron no profesar alguna religión.

Instrumento

para este estudio se utilizó la técnica de redes semánticas naturales modificadas de Reyes-Lagunes (1993). El procedimiento de evaluación utilizado dentro de esta técnica consiste en pedir a los examinados que completen la frase estímulo por medio de sustantivos, adjetivos o verbos, sin utilizar artículos, preposiciones, pronombres u otras partículas gramaticales (Cabrero y Vidal, 1996). A través de tales términos emergen las percepciones sociales.

El instrumento se compone de dos secciones, la primera de datos de identificación y la segunda, en la que se exponen las frases estímulo, que son las siguientes: 1) “La masturbación femenina es…”; 2) “Las mujeres que se masturban son...” y 3) “La masturbación femenina provoca...”.

Procedimiento

Se trabajó a través un diseño transversal con alcance descriptivo. El instrumento se compartió a través de un enlace que direccionaba a los y las participantes a un formulario de Google Forms, en donde se encontraban todas las frases estímulo. Dicho enlace se difundió por medio de redes sociales: Facebook, Instagram y Whatsapp.

En principio, se explicaba el objetivo de la investigación y se solicitaba el consentimiento de cada persona para participar. Una vez que aceptaban participar se les pedían algunos datos de identificación y posteriormente se desglosaban las siguientes instrucciones: “Completa con un mínimo de cinco palabras sueltas que pueden ser adverbios, verbos, sustantivos, adjetivos, etc., sin usar partículas gramaticales como preposiciones o artículos, cada una de las frases estímulo”. Posteriormente se solicitaba jerarquizar cada una de las palabras, asignándole el número 1 a aquella que consideraban que mejor complementaba la frase estímulo, el número 2 a la que le seguía en relación, el 3 a la siguiente y así respectivamente hasta terminar de jerarquizar todas las palabras complementarias. Finalmente, se agradecía a los y las participantes su contribución y se ofrecían datos de contacto (correo electrónico) para que pudieran comunicarse en caso de que tuvieran alguna duda, aclaración, o bien, quisieran dar seguimiento a los resultados de la investigación.

Al finalizar la recolección de datos, se realizó el vaciado de éstos en el programa Excel, donde se procedió a realizar el análisis de datos. Se realizaron tres análisis, el primero con la población general, mientras que el segundo y tercero con la población de hombres y mujeres respectivamente. En cada una de estas poblaciones, se siguieron los pasos planteados por Reyes-Lagunes (1993) para el análisis de redes semánticas naturales modificadas obteniendo así el núcleo de la red (NR) y peso semántico (PS).

Resultados

En la Figura 1 se presenta el núcleo de red de las palabras que la población general utilizó para completar la frase “la masturbación femenina es…”. En este núcleo se puede observar que la palabra “Placentera” tiene el peso semántico (ps) más alto con respecto al resto de las palabras, es decir, 1,568. Por otro lado, “Normal” se encuentra en el segundo lugar, con un PS de 767 y “Autoconocimiento” ocupa el tercer lugar del núcleo de la red teniendo 585 como PS.



Figura 1. Pesos semánticos para “La masturbación femenina es…” en población general.



Haciendo el análisis entre sexos, se encontró que, en las mujeres, la palabra “Placentera” ocupa el primer puesto con un PS de 842, el cual resulta significativamente mayor con respecto al resto de las palabras. “Autoconocimiento” se encuentra en la segunda posición y “Satisfactoria” en la tercera, con un PS de 399 y 244 respectivamente. Por otro lado, en los hombres, la palabra “Placentera”, al igual que en las mujeres, ocupa el primer lugar con un con PS de 722, posteriormente se encuentra la palabra “Normal” con 539 de PS y le sigue la palabra “Natural” con un PS de 328.

En cuanto al núcleo de red de las palabras que complementan mejor la frase “las mujeres que se masturban son…” de acuerdo con la población general (Figura 2), se puede observar que la palabra “Libres” se encuentra en primer lugar, con un peso semántico igual a 1,079, lo que permite afirmar que esta palabra está fuertemente asociada con la frase anterior. Posteriormente, “Normales” ocupa el segundo lugar teniendo un PS de 911 y “Felices” se coloca en el tercer puesto del núcleo de red con un PS de 765.



Figura 2. Pesos semánticos para “Las mujeres que se masturban son…” en población general.



En los resultados del análisis por sexos, encontramos que en las mujeres, la palabra “Libres” es la de primer lugar con un PS de 613, seguida de “Felices” con un PS de 452 y posteriormente “Seguras” con un PS de 315. En cambio, en los hombres la palabra “Normales” se encuentra en el primer puesto con un PS de 632 y al igual que en las mujeres, las palabras “Felices” y “Seguras” ocupan el segundo y tercer puesto en tal orden con PS de 480 y 330 respectivamente.

En la Figura 3 se expone el núcleo de red de las palabras complementarias de la frase “la masturbación femenina provoca…” de la población general. En dicho núcleo es posible apreciar que la palabra “Placer” tiene el mayor peso semántico, específicamente de 2,179, mostrando que esta palabra se encuentra estrechamente relacionada con la frase. Posteriormente, sigue la palabra “Autoconocimiento” ocupando el segundo lugar y “Satisfacción” en tercer lugar, con PS de 1011 y 700 respectivamente.



Figura 3. Pesos semánticos para “La masturbación femenina provoca…” en población general.



En el análisis entre los sexos, se encontró que, en las mujeres, la palabra “Placer” ocupa el primer puesto de forma significativa con un PS de 1,054; le sigue la palabra “Autoconocimiento” con 606 de PS y en tercer puesto se encuentra “Satisfacción” con un PS igual a 381. En lo que respecta a los hombres, nuevamente la palabra “Placer” se posiciona con “1,125” como la de mayor PS, de la misma manera, la palabra “Autoconocimiento” ocupa el segundo lugar con un PS de 446 y por otro lado, la palabra “Orgasmos” se coloca en el tercer lugar con 372 de PS.

Discusión y conclusiones

De acuerdo con el objetivo general, se puede decir que la población percibe a esta práctica como: placentera, normal y de autoconocimiento y percibe a las mujeres que se masturban como: libres, normales, felices y seguras.

Avedaño en 2009 señala que, la masturbación femenina se asocia con prejuicios, entre ellos los de género, en donde además según Ponce et al. 2012, la iglesia juega un papel importante al considerar que la masturbación va en contra de la ley de Dios; por ello en este estudio se tenía la expectativa de encontrar algún tipo de prejuicio hacia esta práctica en ambos sexos, sin embargo, no se identificaron palabras con el peso semántico suficiente más que la referencia a que es un tema tabú, para aparecer en el núcleo de la red a pesar de que más de la mitad de la muestra se refirió como católica. A pesar de dichos resultados, es importante señalar que este tipo de prejuicios (pecado, culpa, pena, lujuria, promiscuidad, entre otras) sí estuvieron presentes en la periferia de la red.

Por otro lado, dentro del contraste entre hombres y mujeres, se encontraron beneficios de esta práctica relacionados con los señalados por los autores Taylor y Sharky (como se citó en Estrada et al., 2008) como los son placer, autoconocimiento, salud, satisfacción, relajación, felicidad, seguridad y libertad tanto en la muestra de hombres como en la de mujeres. De manera más específica en cuanto al objetivo de identificar lo que los hombres y mujeres consideran de las mujeres que se masturban podemos observar que en ambas poblaciones las perciben como mujeres libres, felices, seguras, inteligentes, independientes, abiertas, entre otras palabras. Por último, los hombres y las mujeres atribuyen a la masturbación femenina atributos como placentera, normal, saludable, necesaria, autoconocimiento o satisfactoria.

Estos resultados, en los que, contrario a lo que dicen otros estudios, destaca la percepción social hacia lo positivo o lo benéfico de la práctica, muestran que la percepción hacia la masturbación femenina ha evolucionado a lo largo del tiempo, debido quizá a que existen otros factores en el momento histórico actual que están contribuyendo a la formación de ideas y pensamientos sobre este tema como lo es el auge de los movimientos feminista, considerados como una serie de movimientos culturales, políticos y económicos que tienen el objetivo de obtener la igualdad de los derechos de las mujeres en relación con los hombres (Duarte y García-Horta, 2016). Otro de los factores que ha aportado a esta evolución, de acuerdo con la propuesta de Cooper, Boies, Maheu y Greenfield (2000), es la influencia que el internet ha tenido, ya que permite el acceso a información sin limitantes y abre la pauta para otras actividades como puede ser el sexting.

Asimismo, se empiezan a cuestionar todos aquellos estereotipos de género, que pueden llegar a discriminar o violentar a las personas, especialmente al género femenino. Además, se tiene una mayor tolerancia y respeto a la dignificación y al reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas.

No obstante, es necesario considerar que, aunque se contó con una población grande, en su mayoría eran estudiantes universitarios. Éstos en la actualidad están envueltos en movimientos sociales como los descritos previamente, participando en ellos y siendo reeducados bajo esta vertiente. Por lo tanto, son jóvenes que están en proceso de deconstrucción de muchos de los estereotipos y prejuicios que se han tenido por años, entre ellos los relacionados con la sexualidad y el placer de las mujeres.

Una de las limitaciones a las que nos vimos enfrentadas es que en la cultura heterocentrista se carece de información respecto a las mujeres transgénero, por lo que no podíamos incluir diferencias o similitudes entre las mismas y las mujeres cisgénero, siendo esto una gran puerta para investigaciones futuras.

A partir del estudio realizado y los resultados arrojados, se propone la realización de un inventario cuantitativo, el cual mida la actitud hacia la masturbación femenina considerando las palabras que aparecen en los núcleos de las redes. Asimismo, se propone una aplicación más heterogénea en cuanto a las edades y el nivel educativo para poder esclarecer si dichos elementos fueron determinantes en nuestros resultados.


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Acerca de las autoras

Bárbara Rosas Rojas (barbara.rr24@outlook.com ) es estudiante de la Licenciatura en Psicología dentro de la Universidad de Guanajuato. Participaciones como ponente en congresos a nivel nacional referente a temas de violencia de pareja en universitarios. Dentro de sus intereses en investigación se encuentran la violencia de género, feminismo y masculinidades. Contribución al artículo: conceptualización, escritura, revisión y edición (ORCID 0000-0002-1108-7709).

María Guadalupe Ortega Cárdenas (OrtegaCardenas2019@gmail.com) es estudiante de la Licenciatura en Psicología dentro de la Universidad de Guanajuato. Participó en el Congreso Nacional de Psicología (CNEIP) en el año 2019. Dentro de sus intereses en investigación se encuentran los temas relacionados al desarrollo de la infancia, la violencia de género y el feminismo. Contribución al artículo: conceptualización, escritura, revisión y edición (ORCID 0000-0003-1106-5814).

Itzel Guadalupe González Arriaga (iarriaga290899@gmail.com) es estudiante de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de Guanajuato. Interesada en la investigación sobre temas de equidad social, feminismo e igualdad de género. Actualmente apoyando en el estudio e implementación de nuevas herramientas para mejoría del ambiente laboral dentro de las contrataciones del nuevo personal del sector público de Guanajuato. Contribución al artículo: conceptualización, escritura, revisión y edición (ORCID 0000-0002-0675-9902).




Recibido: 11/06/2021

Aceptado: 05/03/2022









Cómo citar este artículo

Rosas, B., Ortega, M. G. y González, I. G. (2022). Percepción social de la masturbación femenina. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 26(47). https://doi.org/10.33064/47crscsh3252











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