Reseña de Zalpa (2011) Cultura y acción social. Teoría(s) de la cultura
Review of Zalpa (2011) Cultura y acción social. Teoría(s) de la cultura
HÉCTOR MANUEL RODRÍGUEZ-FIGUEROA1
Zalpa Ramírez, Genaro (2011).
Cultura y acción social. Teoría(s) de la cultura.
Aguascalientes: Universidad Autónoma de Aguascalientes; Plaza y Valdés.
Siendo estudiante de la Licenciatura en Sociología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, a principios de 2006, conocí a Genaro Zalpa Ramírez cuando me invitó a formar parte de su equipo de becarios en torno a una investigación sobre corrupción y cultura que se publicó años más tarde (Zalpa, 2013). Desde entonces, me impresionaron sus vastos conocimientos en diversas áreas de las ciencias sociales y su claridad para explicarlos. Ambas cualidades se manifiestan a través del libro que nos ocupa en la presente reseña. Cultura y acción social. Teoría(s) de la cultura es un mapa, metáfora aplicada con un sentido doble: tanto en el entendido de que una teoría es una representación de la realidad que, por más detalles que incluya, la simplifica, pero que sólo al simplificarla es que se convierte en instrumento heurístico; es un mapa también en el sentido de ser una guía para las y los investigadores de la cultura sobre los niveles de análisis empleados, ya sea las estructuras de significado, los habitus, las prácticas, las estrategias de significación o sus efectos (buscados o no). El objetivo del libro queda expuesto de manera sintética en el siguiente párrafo:
Propongo una teoría de la cultura en el marco de una teoría general de la acción social. La definición de cultura que adopto es: “el significado social de la realidad”, aunque tiene sus particularidades, no es novedosa […]. Mi aportación consiste en colocarla en el marco de una teoría de la acción social que busca resolver el problema de las relaciones entre las estructuras y las prácticas de significación por medio de un esquema conceptual que permita pensar de una forma no mecánica la determinación de las prácticas por las estructuras, y también las estructuras como resultado no voluntarista de las prácticas (p. 12).
La estructura del libro consiste en una introducción, cuatro apartados y una breve conclusión. En el primer apartado, Zalpa (2011) expone la teoría de la ciencia que subyace a su propuesta teórica de la cultura, que corresponde al primer sentido de la metáfora del mapa, donde la teoría es un mapa que asemeja la realidad, de la cual es ontológicamente diferente pero que en esa diferencia radica su potencial heurístico. El segundo aparatado contiene una condensada y clara exposición crítica de diversas teorías de la cultura (y similares) dividida en cuatro subapartados: las teorías antropológicas; las teorías sociológicas; la sociología del conocimiento junto a la teoría de la ideología y algunas teorías transdiciplinarias, específicamente los cultural studies y las teorías de la cultura organizacional. En el tercer apartado, el autor se basa en el estructuralismo genético de Bourdieu y en la teoría de la acción racional para exponer una teoría de la acción social, la cual sirve de base para su propuesta teórica de la cultura que desarrolla en el cuarto apartado del libro.
En el texto se explora el polisémico término de cultura: (a) el indoeuropeo de la palabra kwel, que significaba surcar un lugar; (b) el sentido de habitar derivado de la palabra “colono”, como “colonizar”; (c) el término del latín colere, más conocido para las ciencias sociales, que quiere decir "cultivar" y (d) el uso común y contemporáneo del término en el que se emplea prácticamente como sinónimo de costumbres, valores, hábitos, creencias, usos, entre otros, así como para hablar, por ejemplo, de la cultura del agua, la cultura de la calidad e incluso en el fútbol, de la cultura del penalti. En ciencias sociales, Zalpa distingue tres formas de emplear el término. El primero se asemeja al uso común, ya que se utiliza sin especificar su significado, lo cual no necesariamente es problemático, por ejemplo, cuando su sentido es marginal para la teoría en cuestión. El segundo es cuando se hacen definiciones descriptivas de éste pero no es central en la teoría. El tercero, como es el caso de este libro, cuando se utiliza como un concepto central, donde su definición está estrechamente relacionada con la teoría de tal forma que modificar una implica modificar la otra. El autor aclara que, si bien todo puede ser estudiado desde la perspectiva cultural—porque todo puede significar—no todo debería estudiarse desde esta perspectiva porque no todo es significación.
La teoría general de la acción social de Zalpa formula un vínculo doble entre estructuras y prácticas, un tanto en el sentido de la dualidad de la estructura planteada por Giddens (1995), con quien Zalpa tiene sus diferencias en tanto que prefiere la propuesta bourdiana complementada con la teoría de la acción racional. Tal vínculo, por parte de la determinación estructural sobre las prácticas, se propone como mediador al concepto de habitus, entendido como “esquemas de pensamiento, de percepción y de acción que posibilitan las prácticas propias de un grupo social y no otras” (p. 125–126), postura sobre la estructura y las prácticas a la que Bourdieu llama constructivismo estructuralista, en la que los momentos objetivista y subjetivista están en una relación dialéctica, ya que las estructuras objetivas que construye el sociólogo
son el fundamento de las representaciones subjetivas y constituyen las coacciones estructurales que pesan sobre las interacciones; pero, por otro lado, esas representaciones también deben ser consideradas si se quiere dar cuenta especialmente de las luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar o a conservar esas estructuras (Bourdieu, 1988, p. 127).
No obstante la cita anterior, Zalpa considera necesario hacer explícito en su propuesta de la acción social el concepto de estrategia, tomado de la teoría de la acción racional, el cual el autor supone que fue omitido de la propuesta de Bourdieu por sus disputas con Raymond Boudon más que por incompatibilidad con sus planeamientos teóricos. De tal manera que Zalpa introduce el concepto de estrategia que le permite entender a las prácticas sociales como interacciones estratégicas productoras de estructuras, es decir, la flecha apuntando de las prácticas hacia las estructuras, lo que “hace posible pensar las prácticas sociales como elecciones de los actores que producen efectos sobre la estructura social” (p. 131). El autor agrega que para pensar la reproducción y el cambio de las estructuras sin caer en el voluntarismo o determinismo es conveniente utilizar el concepto de efectos no deseados asociado al de estrategias, ya que el resultado de las acciones no depende de las acciones individuales sino de las acciones de los demás y el resultado puede no ser el buscado.
Esta teoría de la acción social sirve como marco para la propuesta de teoría de la cultura de Zalpa. El autor parte de la afirmación de que se adhiere a la definición semiótica de la cultura como la significación social de la realidad, en la que el adjetivo “social” tiene el sentido tanto de que la significación es un fenómeno social como de que la significación construye la realidad. La cultura no es algo externo a la acción sino que es la acción en cuanto a que significa, es la realidad misma en tanto que es construida y definida socialmente como tal. Una de las aportaciones más relevantes del autor a la concepción semiótica de la cultura es que en la relación entre las estructuras significativas y actuación social no basta su conocimiento o incluso su comprensión por parte de los agentes, sino que tal relación está mediada por la creencia, la cual tiene la función de enlazar la cosmovisión (cultura como modelo de) con el ethos (cultura como modelo para): “la cultura como significación es al mismo tiempo creadora de sentido como ‘modelo de’, y determinante de la acción como ‘modelo para’ cuando el conocimiento se convierte en creencia” (p. 160). Tal aportación a la definición semiótica de la cultura está estrechamente relacionada con las religiones—el objeto de estudio preferido del autor—en el que las creencias tienen un papel central.
Trasladando el esquema [de la teoría de la acción social] al concepto de cultura, este se piensa como una estructura de significados que, a través de códigos conceptualizados como habitus, produce las prácticas de significación de los actores que, a su vez, producen las estructuras por medio de estrategias de significación que al sumarse, o confrontarse, con las significaciones de otros actores, pueden producir o reforzar significados buscados, pero también no buscados… (p. 249).
Para finalizar, Zalpa enfatiza cuatro ideas: (a) que la cultura cambia lentamente, pero cambia; (b) que dicho cambio no siempre es el buscado por los agentes; (c) que los cambios no buscados no son siempre no deseados y (d) que las profecías se cumplen a sí mismas.
Referencias
Bourdieu, P. (1988). Cosas Dichas. Buenos Aires: Gedisa.
Giddens, A. (1995). La constitución de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración. Buenos Aires: Amorrortu.
Zalpa, G. (2013). ¿No habrá manera de arreglarnos?: corrupción y cultura en México. Aguascalientes: Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Notas
Cómo citar esta reseña
Rodríguez, H. (2018). Reseña de Zalpa (2011) Cultura y acción social. Teoría(s) de la cultura. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 22(39), 149-153. doi:10.33064/39crscsh1324