El Capital De La Libertad En La Sociedad De Consumo

Mariann Arantxa Hern�ndez G�mez

mariannhdz12@gmail.com

Resumen

El ejercicio de la libertad tiene como fin el desarrollo de capacidades, mediante servicios instrumentales b�sicos que permitan su expansi�n. En la sociedad de consumo estos servicios se expanden con el �nico prop�sito de adquirir la libertad convertida en capital, que guarda la posibilidad de ser cosificada, adquirida y desechada. En la sociedad de consumo la libertad se cosifica en la manera en la que sus fines y medios se confunden, su importancia se limita a su papel en los medios de producci�n y se coacciona al servicio de la din�mica y conveniencia del capital.

Palabras clave: libertad, sociedad de consumo, capital, capacidad.

 

Abstract

The exercise of freedom is aimed at the development of capacities, through basic instrumental services that allow its expansion. In the consumer society these services are expanded with the sole purpose of acquiring freedom converted into capital, which keeps the possibility of being reified, acquired and discarded. In the consumer society, freedom is reified in the way in which its ends and means are confused, its importance is limited to its role in the means of production, and it is coerced in the service of the dynamics and convenience of capital.

Key words: freedom, consume society, Capital, capabilities.

 

 

Introducci�n

El mundo en el que vivimos est� acostumbrado a presenciar escenarios sociales diametralmente opuestos, la opulencia desfila mientras que la carencia se estanca. Estos escenarios los confundimos con determinantes, en espec�fico los servicios econ�micos o las oportunidades sociales. �stas en realidad podr�an ser oportunidades din�micas, que nos ayuden a expandir y desarrollar nuestra libertad.

Este desarrollo es cada vez m�s ut�pico. Mientras personas carecen por completo de libertades b�sicas, la sociedad moderna ha construido necesidades imaginarias en torno a lo que podemos tener, perdiendo de vista aquellas necesidades que debemos cubrir para poder llegar a ser. El adquirir se ha convertido en nuestra meta, ser libres de elegir hacerlo ha pasado a segundo plano. El presente trabajo tiene como prop�sito responder a la pregunta: �De qu� manera el ejercicio de la libertad en la sociedad de consumo excluye la libertad de ser un fin y lo limita a ser un medio de producci�n?

 

Marco Te�rico

Los pilares te�ricos de esta investigaci�n son los libros: Desarrollo como libertad del economista y fil�sofo Amartya Sen y La Vida L�quida del fil�sofo Zygmunt Bauman. En la primera obra se analiza el concepto de la libertad desde una perspectiva de oportunidades, capacidades y compromiso social. A partir de la segunda obra analizo esta libertad dentro del concepto de sociedad de consumo propuesto por Bauman.

 

Marco Conceptual

Sen (2000) establece que la libertad es la agencia razonada de la que hacen ejercicio los individuos como el resultado y medio principal del desarrollo, guarda una relaci�n de interdependencia con la responsabilidad y converge con el compromiso social.

Debido a que la libertad se distingue como medio y como fin, existen las libertades instrumentales y la fundamental. Las instrumentales son: libertades pol�ticas, servicios econ�micos, oportunidades sociales, garant�as de transparencia y seguridad protectora (Sen, Desarrollo y Libertad, 2000). Estas se refuerzan y complementan mutuamente para expandirse; son el medio para llegar a un fin: configurar nuestro destino. Entonces, el desarrollo como libertad fundamental es un aumento de las capacidades[1].

El desarrollo se da mediante el crecimiento econ�mico y el impulso de la pol�tica social. Ser� necesario centrarnos en el primero, el cual se ve afectado por la riqueza de la que disfrutan los individuos, la agencia de estos en el mecanismo de mercado y los servicios econ�micos de los que disponen. Entonces, la riqueza es limitada, eventual y s�lo es importante porque proporciona oportunidades para expandir funciones. La capacidad se refiere a las combinaciones de funciones que nos permiten entender las razones para valorar la vida que deseamos tener. En cambio, el capital centra la atenci�n en la agencia con el �nico prop�sito de aumentar las posibilidades de producci�n.

Las bases de informaci�n, en las que nos apoyamos para tomar decisiones y en las que inciden los valores con los que contamos, son importantes. Sen retoma el utilitarismo definido por Jeremy Bentham como el placer, la felicidad o la satisfacci�n(Bentham, 1907). Establece que, seg�n esta base, la suma de las utilidades se maximiza independientemente del grado de desigualdad que haya en la distribuci�n de �stas. Sen reconoce que esta despreocupaci�n por la desigualdad existente entre una utilidad y otra hace del utilitarismo una base limitada, indiferente hacia las cuestiones que no reflejan utilidad: algunas libertades y derechos.

La sociedad de consumo existe en la vida l�quida: �una vida precaria, vivida en condiciones de incertidumbre constante� (Bauman, 2006, p�g. 10) y una serie de nuevos comienzos. En ella los logros individuales no se solidifican en bienes duraderos, porque los activos�agentes�se convierten en pasivos y sus capacidades en discapacidades. Esto se explica por la norma de la desechabilidad, que dice que nada dura m�s de lo debido (Bauman, 2006). Por lo tanto, la fluidez con la que nos desprendemos de lo que somos y tenemos nos permitir� sobrevivir en la vida l�quida.

De esta manera, sostengo que en la sociedad de consumo existe una despreocupaci�n por el valor fundamental de la libertad y se dirige la atenci�n �nicamente hacia su utilidad. Esto se refleja en la manera en la que sus medios y fines se confunden y la capacidad y el capital se distorsionan. Entonces, el ejercicio de la libertad conlleva a un estancamiento de la desigualdad y a la existencia peri�dica de la pobreza�entendida como una falta de capacidades y, por lo tanto, de libertad�que, considero, es la consecuencia m�s agravante de la sociedad de consumo.

 

An�lisis y Discusi�n

En la sociedad de consumo la ley de la desechabilidad tambi�n aplica a la libertad, que es limitada a un bien de consumo. El participar en la sociedad de consumo depender� de qu� tan r�pido los individuos se desprenden de su libertad y la desechan para su renovaci�n. Puesto que la libertad se tiene que renovar una y otra vez para poder sobrevivir en la sociedad moderna l�quida, s�lo perdurar� en la continuidad de los nuevos comienzos.

Para poder mantenerse en un mundo de constantes comienzos, es vital adquirir. Para adquirir nos valemos de nuestra libertad como capital. As�, la importancia de la libertad queda subordinada a su trascendencia en la producci�n de bienes. Por esto, la libertad no es ignorada; es necesario reconocerla y expandirla, pero s�lo por su papel instrumental, pr�ctico y desechable en la producci�n y en el consumo, no porque sea una parte constitutiva del desarrollo. Una vez que se reconoce esta libertad como derecho y capital, es posible que los individuos l�quidos�bajo la bandera de un progreso y ejerciendo su voluntad�la exploten. Entonces, la confusi�n entre los medios y los fines se cristaliza en la confusi�n entre el capital y la capacidad humana, definida anteriormente como la libertad fundamental.

De esta manera se explota la libertad. Le asignamos todo su valorintr�nseco e instrumentala productos que Bauman (2006) juzga de superficiales, perecederos y que profesan una vida aparentemente perfecta. Esta explotaci�n convierte la capacidad en capital, dejando de lado el compromiso social. El fin es demostrar poder, construir un imaginario social cuya idoneidad se basa en una gran capacidad adquisitiva, riqueza, capital y elevado nivel de renta.

Para saciar los intereses estrictamente individualizados de esta sociedad, es preciso remover los l�mites de aquello que restringe su satisfacci�n. Un ejemplo de ello es el medio ambiente; para remover sus l�mitessus propios recursosser� necesario convertirlos en obst�culos. As�, se cosifica, vence y pierde significado. Si se necesitan m�s f�bricas para obtener utilidades, se contruyen; si interviene con un �rea forestal, se le pone precio, se reacomodasin importar el desequilibrio causadoy lo aplaudimos en nombre del desarrollo sostenible. En las sociedades de consumo no existen l�mites, puesto que la libertad de los agentes en el mecanismo de mercado no guarda ning�n compromiso social.

La libertad en esta sociedad s�lo se cristaliza en la persistencia de un desarrollo en eternas condiciones de desigualdad, su maximizaci�n, una carente perspectiva de l�mites y la incapacidad de los perdedores pasivos a ejercer su agencia razonada. La perpetuaci�n de la desigualdad se seguir� traduciendo en pobreza de capacidades y librarse de ella parecer� una utop�a.

La manera en la que un individuo l�quido ejerce su libertad va dirigida a si alcanza un punto de felicidad propia. Esta satisfacci�n se traduce como la demostraci�n de una capacidad adquisitiva admirable y se logra por medio de productos o servicios que, esperan, los hagan considerarse parte de la vida de consumo. Sin embargo, las consideraciones econ�micas no deber�an ser las pautas de nuestros prop�sitos; en su defecto, nuestros prop�sitos deben ser la gu�a de estas consideraciones. Los tontos racionales[2]carentes de compromiso social en sus eleccionesson los individuos l�quidos que entorpecen una visi�n m�s amplia del comportamiento humano hacia una libertad interdependiente con la responsabilidad.

La manera en la que el Estado eval�a la libertad tambi�n se basa en el utilitarismo, pues mide el bienestar en base al crecimiento econ�mico total de un pa�s, desde sus individuos fracasados y sus agentes despilfarradores hasta las empresas carentes de l�mites. No se eval�a el desarrollo como libertad por su distribuci�n real, la expansi�n de las capacidades de los individuos o la manera en la que un cambio en la pol�tica social justa puede impulsar un desarrollo para todos los estratos sociales. El fin se confunde nuevamente con el medio en la manera en la que el Estado l�quido eval�a la liberad �nicamente en base a sus resultados finales, que son los que presume en foros internacionales como una muestra de desarrollo y que no contemplan los procesos injustos, abusivos, sin l�mites, que fueron necesarios para llegar a la meta. Esta meta, podr�a ser, no pertenecer a la infraclase de los llamados pa�ses tercermundistas. La explotaci�n de la libertad en la sociedad l�quida es vigilada por el Estado l�quido, que, mediante su indiferencia a la desigualdad de oportunidades, condenar� a la injusticia.

Es imperante establecer y ampliar nuestra base de informaci�n, basada en la justica. Con esto, no quiero decir que una desici�n tomada con base en los intereses propios de cada individuo sea incorrecta; lo que quiero decir es que la visi�n de esta elecci�n no implica que el inter�s personal necesariamente debe ser ego�sta. Si bien no es indispensable que cada desici�n pase por un escrutinio y reflexi�n de lo que es la justicia social (como algo ajeno al propio razonamiento), s� es necesario que los valores inherentes a los individuos sean cimientos de su razocinio y, por lo tanto, de su agencia razonada, de tal manera que sus desiciones no sean injustas, ego�stas o compulsivas. En efecto, razonaremos nuestra libertad persiguiendo un inter�s individual disyuntivo del inter�s por los dem�s, considerando qu� tan da�inas puedan resultar las consecuencias, inintencionadas o no, de nuestras acciones.

Para llevar a cabo una elecci�n racional resulta necesario resaltar la importanciaen la que concuerdo absolutamente con Sende la simpat�a y el compromiso. Sen dice que la simpat�a conlleva un razocinio arraigado a un sistema de valores y permite que un individuo se sienta mal con respecto a que otro se muera de hambre(Sen, Desarrollo y Libertad , 2000). Sin embargo, considero que para lograr un despertar la sociedad, apelar a su simpat�a no ser� suficente. El compromiso, en cambio, va m�s all� del hecho de que la sensibilidad haya logrado que la conciencia y simpat�a se activara. Debido a que el compromiso involucra un actuar, implica una desici�n y el ejercicio de nuestra libertad de manera razonada y responsable. As�, nosotros decidiremos no participar en un sistema que perpet�a las injusticas sociales que nos incomodan y, haciendo uso de nuestra libertad, podremos valorar si actuar o no en contra del mismo.

 

Conclusiones

El ejercicio de la libertad en la sociedad de consumo es explotado en la forma en la que se convierte en un medio de producci�n para la conveniencia de la din�mica del mercado, es cosificada como capital y solo perdura en la continuidad de los nuevos comienzos; en la forma en la que la libertad deja de ser un fin y su importancia queda subordinada a su trascendencia en la producci�n de bienes. Se limita a ser un medio del modo en el que pierde su valor intr�nseco, cuando las consideraciones econ�micas marcan las pautas de nuestros prop�sitos y no viceversa.

La explotaci�n de la libertad en la sociedad de consumo sucede de la manera en la que ganar riqueza y ser explotado mediante, por y para el capital se convierte en un fin por s� solo; en la manera en que podemos evitar las consecuencias inintencionadas de nuestras decisiones, como el da�o al medio ambiente, y no lo hacemos; en la manera en que nuestras bases de informaci�n no son amplias y variadas para establecer l�mites, puesto que los convierten en obst�culos que, una vez cosificados, pueden ser adquiridos, consumidos y desechados; en la manera en la que nos volvemos seres puramente econ�micos y, por lo tanto, en tontos racionales, reforzando sistemas de explotaci�n y de desigualdad; en la manera en la que el Estado se muestra indiferente ante la desigualdad de oportunidades y condena a vivir una injusticia social indeterminada; y, sobre todo, en la manera en la que el compromiso social no es una base de informaci�n sobre la cual los individuos llevan a cabo su elecci�n razonada.

Quedan varios puntos a analizar, pero se encuentran fuera de los l�mites de este trabajo. Considero importante profundizar en qu� medida el Estado es responsable de brindarnos derechos b�sicos y hasta qu� punto esto es paternalista y, por lo tanto, autoritario. As� como analizar la manera en la que un determinado modelo econ�mico, en espec�fico el neoliberalismo, puede llegar a excluir el compromiso social y, por ende, la agencia razonada.

 

Referencias

Arist�teles. (1980). Apartado 6. En Arist�teles, The Nicomachean Etchics (p�g. 7). Oxford: Oxford University Press.

Bauman, Z. (2006). La vida l�quida. Barcelona: Espasa Libros.

Bentham, J. (1907). An Introduction to the Principles of Morals and Legislation. Oxford: Clarendon Press.

Hayek, F. (1960). The Constitution of Liberty. En F. Hayek, The Constitution of Liberty (p�g. 35). Londres: Routledge y Kegan Paul.

Klein, N. (2002). Vallas y ventanas: despachos desde las trincheras de la globalizaci�n. En N. Klein, Vallas y ventanas: despachos desde las trincheras de la globalizaci�n (p�g. 20). Barcelona: Flamingo.

Sen, A. (2000). Desarrollo y Libertad . Buenos Aires : Grupo Planeta.

Sen, A. (2010). Rational Fools: A Critique of the Behavioral Foundations of Economic Theory. Philosophy and Public Affairs, 317-344.

Smith, A. (1976). Cap�tulo 4. En A. Smith, Wealth of Nations (p�gs. 356-367). Oxford: Campbell y Skinner.

 



[1] Aunque esto no resta el impacto positivo que un aumento en el nivel de renta puede llegar a tener sobre el desarrollo de la libertad.

[2] El hombre puramente econ�mico es casi un tonto desde el punto de vista social� (Sen, Rational Fools: A Critique of the Behavioral Foundations of Economic Theory, 2010).