
Reseña de Arendt (2015) Eichmann y el Holocausto
Review of Arendt (2015) Eichmann y el Holocausto
FRANCISCO JAVIER RUVALCABA-COYASO
Universidad Autónoma de Aguascalientes, México
Arendt, Hannah. (2015).
Eichmann y el Holocausto
Penguin Random House Editorial
El objetivo de la reseña es hacer una presentación más reflexiva que textual de Eichmann y el Holocausto. En el mismo sentido que lo hace Arendt, la intención es recuperar la discusión sobre el mal, la dificultad para tomar conciencia de éste y la posibilidad de que haya sido rebajado a niveles administrativos, técnicos y burocráticos, es decir, que se haya banalizado. La banalidad del mal es un planteamiento que Hannah Arendt presentó luego de presenciar el juicio a Adolf Eichmann por su participación en el genocidio contra el pueblo judío. Recuperando las narraciones del juico y tejiéndolas junto a la presentación de aspectos biográficos de Eichmann, Arendt presenta una tesis de interés histórico, político y sobre todo filosófico que se aborda brevemente en esta reseña. El juicio es para la autora, un pretexto para fundamentar su tesis sobre la banalidad del mal, aprovechando la exposición pública de un personaje gris y de lenguaje memorizado, de un burócrata que sólo sabía recibir órdenes.
El libro Eichmann y el holocausto, que lleva por subtítulo La pura y simple irreflexión fue lo que le predispuso a convertirse en uno de los mayores criminales de su tiempo, es una versión corta del libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Se trata de una exposición interesante y controversial de Hannah Arendt, sobre el juicio que se le realizó a Adolf Eichmann en Jerusalén entre abril y diciembre de 1961. La autora fue en calidad de corresponsal para el New York Times, al cual debía entregar un texto para ser publicado en fragmentos semanales. Es un libro no sólo de interés histórico y político, sino de interés filosófico, en tanto propone un concepto nuevo, el de la “banalidad del mal”, para explicar los actos inexplicables que pueden desplegarse en contra de un ser humano, desde la exclusión sin sentido, el maltrato, la tortura, la degradación y humillación, hasta el genocidio como forma última para terminar con su vida.
En la mayor parte del libro, Arendt escribe a partir de tres dimensiones entrelazadas. La primera es la presentación de algunos aspectos relevantes en la vida de Eichmann, la segunda es la narración del juicio, a través del cual es posible enterarse de la manera en que el genocidio se fue gestando, agregando referencias de eventos y testigos importantes. En la tercera dimensión, la autora tiende de manera magistral, un puente entre el juicio (como narración) y su actor (como pretexto), con la tesis sobre la banalidad del mal.
Sin dejar que la población judía, víctima de las atrocidades, deje de ser referida a lo largo del libro, Arendt presenta de manera ordenada y cronológica, el juicio contra Eichmann a través de la revisión de su vida, sobre todo en los primeros capítulos. Esta revisión entretejida con el relato del juicio es muy importante, ya que va sentando las bases para plantear su tesis. Para Arendt es muy importante que el lector comprenda cómo es que este burócrata gris, de pocas cualidades intelectuales llegó al juicio, luego de ser capturado en Argentina, donde se había refugiado con el nombre de Ricardo Klement y se había creado una nueva vida como técnico en una filial de Mercedes Benz.
Hay que acentuar por supuesto, el hecho de que la revisión biográfica que ofrece Arendt no debe ser vista y entendida como apológica, sino como una presentación que tiende hacia la comprensión: interesan los hechos de vida, sólo en tanto ilustran constitución y representación que tiene Eichmann sobre los líderes, la guerra, y la posición que éste puede tener en ésta. Un ejemplo de esta revisión comprensiva es justo la posición de Eichmann respecto a Hitler: le respetaba y seguía incondicionalmente por el simple hecho de ser alguien que ha salido de la nada, para convertirse en líder de una nación. Esto es comprensible, considerando que Eichmann proviene de una familia de clase media con pocas aspiraciones, y donde la búsqueda de reconocimiento es una constante.
Entonces, esta exposición del itinerario vital de Eichmann permite al lector acercarse, a medida que avanza el libro, a una imagen íntegra de uno de los brazos operativos más importantes de la Solución Final, gestada por personas más importantes del régimen nazi, como Heinrich Himmler y Reinhardt Heydrich. Sirve además para sostener su tesis: la banalidad del mal puede, de manera más o menos sencilla, encontrar a un ejecutor que tenga una frágil conciencia, o que pueda actuar con solo algunas habilidades personales básicas: acatar órdenes sin cuestionar sería una de ellas.
Eichmann, que ingresa al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en 1932, se posiciona rápidamente como un “especialista en judíos” y se fue ganando un lugar cada vez más importante en el entramado nazi. Adquiere un amplio conocimiento sobre la cultura judía, hace lectura sobre el sionismo y aprende incluso hebreo y yidis de uso común en Europa Oriental. Todo esto le otorgó una cierta autoridad y le hizo imprescindible para dar solución a la cuestión judía. El antisemitismo (ya presente en Europa), se formalizó con las Leyes de Nuremberg, que privaban a los judíos de sus derechos políticos; la intención de estas Leyes era que la población judía abandonara los países europeos, pero no generó la emigración que se esperaba, de manera que la gran mayoría decidió permanecer en Europa. La creencia de la población judía fue que, por haber nacido en algún país europeo, podrían ser tratados aún, como ciudadanos europeos con derechos civiles, cosa que no ocurrió.
El conocimiento y las relaciones con personajes importantes del judaísmo aparece ilustrado en el libro, como un alegato de defensa por parte de Eichmann, pero es también una estrategia gracias a la cual éste podía acceder de manera rápida a la información relevante para el nazismo: qué propiedades y recursos podían ser confiscados, para sostener financieramente la guerra. Eichmann hace alarde por momentos de haber “ayudado” a miles de judíos, para que pudieran emigrar a otros países y no sufrir así, la degradación y humillación del traslado a guetos y campos de concentración, pero esta “consecuencia” no era lo importante, sino haber obtenido “legalmente” recursos y bienes que podían contribuir a la causa alemana.
Simultáneamente a la exposición del juicio y los hechos vitales de Eichmann, que explican su papel en el genocidio, Arendt va preparando su tesis sobre la banalidad del mal, analizando la postura y el lenguaje utilizado por Eichmann durante su juicio; llama poderosamente su atención uno de sus discursos iniciales: “Mi único lenguaje es el burocrático”. Para Arendt, esto no es sólo un recurso de defensa en el juicio sino una muestra de la incapacidad que tenía Eichmann para considerar la existencia de otro: “...su incapacidad para hablar iba estrechamente unida a su incapacidad para pensar, particularmente, para pensar desde el punto de vista de otra persona” (p. 27).
No hay que olvidar que, para Arendt, la lengua es el último vestigio de cultura, la manera a través de la cual, un ser humano se moviliza y a través de la cual da cuenta de sí (Uña Juárez, 2014). Sigue aquí a su maestro Heidegger (2003), que encumbraba al lenguaje afirmando que era la morada del ser. En este caso en particular, el lenguaje utilizado por Eichmann es además de un recurso, una muestra de sus limitaciones sociales e intelectuales, pues de acuerdo con la autora, si algo queda claro luego de escucharle en el juicio, es que inteligente no es.
A lo largo de los capítulos intermedios, Arendt recupera las narraciones que hizo Eichman sobre los procesos de deportación “voluntaria” y de emigración de cientos de miles de judíos de Alemania y los territorios anexionados, Polonia y Austria. Y en esta recuperación jamás pierde de vista la reiterada posición de burócrata, del buen empleado que asiste y toma nota de las grandes decisiones que se van tomando para resolver la cuestión judía. Lo interesante de esta recapitulación de eventos, a partir del discurso de Eichmann, es que la autora pone el dedo en la llaga de situaciones por las cuales generó controversia (y rechazo) de la comunidad judía que leyó su libro, como las facilidades para la emigración de “judíos de primera” y el envío a guetos y campos de concentración de “judíos de segunda”.
Los judíos notables, cuya notoriedad en el campo de las ciencias eran favorecidos en sus trámites de emigración, mientras los judíos comunes eran capturados y enviados a campos de concentración para que en la mayoría de los casos murieran. Hubo además casos en los que estos “judíos de segunda” eran capturados y enviados con los Einsatzgruppen (grupos operativos o de exterminio) quienes terminaban con su vida junto a gitanos o políticos que se habían manifestado en contra del nacionalsocialismo.
Uno de los pasajes más interesantes del planteamiento de Arendt en el libro, es el de la famosa Conferencia de Wannesee en la cual se reunieron importantes personajes del nazismo para decidir por el destino de la población judía, y en la cual Eichmann ocupó un lugar importante: finalmente se reconocía su valor en las acciones a ejecutar. Pero lo importante para la tesis sobre la banalidad del mal, derivado de esta reunión de más alto nivel, fue que no se analizaron los efectos morales del exterminio de la población judía, sino ¿cuál era la mejor opción en términos operativos y técnicos?
Aunque en la Conferencia de Wannesee, algunas voces cargadas de moralidad podían escucharse de manera sutil, el tema relevante era qué hacer con la población judía, decidir hacia dónde enviarlos, cuál campo de concentración (exterminio) era más viable en términos económicos o puramente técnicos. El uso de cámaras de gas, o de hornos crematorios, eran alternativas barajadas en la reunión. El fusilamiento y uso de zanjas había sido agotado y ya no era una opción; el procedimiento había mermado la moral de los soldados alemanes, que se habían enlistado para combatir, no para fusilar a personas que difícilmente se mantenían en pie.
Lo que ocurrió luego de llegar a los acuerdos en la reunión de Wannesee es para Arendt ilustrativo de lo banal, pues luego de optar por esa Solución Final, que los asistentes recibieron con “extraordinario entusiasmo”, repartieron bebidas y almorzaron, situación-pretexto para que, en un tono de socialización, limaran asperezas o recuperaran relaciones técnicas que se hubieran presentado durante la guerra.
A partir de esta narración, es que Arendt dirige con un discurso inteligente y bien elaborado su tesis sobre la banalidad del mal. Eichmann es el ejemplo prototípico de la burocratización de las acciones que tienen su destino en el exterminio de más de cinco millones de personas. La cuestión moral o de conciencia, no llegan empalmados a una figura terrible, malvada y sin conciencia, llegan de la mano de un personaje cuya preocupación más grande era que cada convoy que arribara a un campo de exterminio, tuviera el trámite correspondiente.
Si un grupo de personas con poder (instrumental y simbólico), puede hablar de forma tan banal, sobre el destino de millones de seres humanos, queda poco por discutir de humanidad, en el sentido en que lo plantea Primo Levi (1988) en su libro “Si esto es un hombre”. Tanto para Primo Levi como para Arendt, la existencia del ser humano es nulificada, degradada, reificada. Es en estas circunstancias en las cuales la banalidad hace acto de presencia.
Queda claro para Hannah Arendt, que la conciencia o un esbozo de moralidad en estos casos es nula, y si aparece, tiene más relación con la defensa que con las víctimas; sería útil cuando los victimarios fueran llamados a juicio: tanto para Eichmann como para los líderes supervivientes como Himmler, las acciones tenían relación con una orden o con el cumplimiento de su labor como burócratas, miembros de un engranaje de guerra que debía mantenerse en movimiento, tanto para satisfacer a su líder como para contribuir económicamente a la causa (no hay que olvidar las enormes cantidades de dinero incautado a la población judía).
¿Por qué fue un libro controversial y rechazado por la mayoría de la población judía? Porque al afirmar que una persona actúa sólo porque recibe órdenes, se diluye la posibilidad de endosarle alguna responsabilidad. Si se asciende en el entramado nazi, buscando el origen de las órdenes, sería posible llegar hasta la cumbre, donde se podría colocar a Hitler como líder supremo del movimiento político (nacionalsocialista) y armamentista. El reclamo de la población judía por la agencia y la responsabilidad asumida en las atrocidades por parte de Eichmann parece desvanecerse al amparo de una posición burocrática en la que incluso pareciera adoptar rasgos de víctima. La presentación de la figura un tanto inútil y gris que hace Arendt de Eichmann, no convence a la población judía.
Hacia el final del libro, Arendt va cristalizando su tesis; es entonces cuando pueden leerse de mejor forma sus argumentos. Ya no recurre a la narrativa del juicio ni a hechos biográficos, centra su atención en los elementos que sostienen su planteamiento. El lenguaje memorizado, parco y limitado, es una muestra de lo lerdo que es Eichmann; si como afirmaba Wittgenstein, el lenguaje es una muestra de la articulación cognitiva e intelectual, lo que se tiene en el banquillo de los acusados es a un ser humano incapaz de hacer algo; ni la inteligencia ni la proactividad aparecen en ningún momento, no son rasgos de personalidad de Eichmann. Éste se encuentra lejos de ser un criminal, no se le puede conferir una capacidad de tal magnitud, “...hubiera sido incapaz de asesinar a su superior para heredar su cargo” (p. 135).
Afirmar que un genocidio podría ser la consecuencia de un planteamiento puramente administrativo, como algo constitutivo del complejo burocratizado, puede generar resquemor, sobre todo en las víctimas del genocidio; sin embargo, el planteamiento de Arendt es universal, va más allá del holocausto, finalmente ese es el valor de un planteamiento filosófico: el ser humano ha llegado a un punto en que le preocupa más un asunto técnico que un problema moral. Cuando la preocupación es ¿qué hacer con los cuerpos de personas asesinadas? antes que preguntarse si es moralmente aceptable acabar con sus vidas, es cuando hay que aceptar que el mal ha alcanzado el estatus de algo banal, a nivel de decisión por un calzado negro o marrón.
Referencias
Arendt, H. (2006). Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Editorial Debolsillo.
Arendt, H. (2015). Eichmann y el holocausto. Penguin Random House Editorial.
Heidegger, M. (2003). Ser y tiempo. Trotta.
Levi, P. (1988). Si esto es un hombre. Editor Proyectos Editoriales.
Uña Juárez, O. (2014). Acción, discurso y metáfora. Sobre el lenguaje en H. Arendt. Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales, 8, 15-27. http://dx.doi.org/10.20932/barataria.v0i18.40
Acerca del autor
Francisco Javier Ruvalcaba-Coyaso (javier.ruvalcaba@edu.uaa.mx) es profesor-investigador adscrito al Departamento de Psicología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Es especialista en habilidades cognitivas y sociales para la transición educación-mercado laboral en jóvenes. (ORCID 0000-0002-0464-4271).
Cómo citar este artículo
Ruvalcaba Coyaso, F. J. (2025). Reseña de Arendt (2015) Eichmann y el Holocausto. Caleidoscopio - Revista Semestral de Ciencias Sociales y Humanidades, 28(52). https://doi.org/10.33064/52crscsh4732

Esta obra está bajo una
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Usted es libre de compartir o adaptar el material en cualquier medio o formato bajo las condiciones siguientes: (a) debe reconocer adecuadamente la autoría, proporcionar un enlace a la licencia e indicar si se han realizado cambios; (b) no puede utilizar el material para una finalidad comercial y (c) si remezcla, transforma o crea a partir del material, deberá difundir sus contribuciones bajo la misma licencia que el original.
Resumen de la licencia https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/deed.es_ES
Texto completo de la licencia https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode